fanfic_name = Mundos Distintos

chapter = XV

author = NikkyScully

dedicate = Disclairmer: Son de mi propiedad.

Clasificación: Es un alternativo de lo más enrredado y yo aún no entiendo de qué va.

Dedicatoria: A Rovi que ha sabido ponerle arreglo a todo este desorden. A Estrella mi incondicional interlocutora que es capaz de escuchar este relato por telefono mientras se lo leo, y a mi amada y queridisima Vania por seguirme la corriente con esta locura.

Agent Macgirl, mi gran amiga y quien sabe estar ahí cuando la necesito (pronto sales de cuenta, yupi!!!), y a Isabel por su inconcidional seguimiento hacía este fic y a quienes me dejaron comentario en las pasadas entregas: Paulina, Icezard, conocimiento_acumulado, wendymsanchez, magalyalga, Joly, danny_xf, Jossv, scully_gab, dana-k, DanaKS y Mike. Y especialmente a Carla Fox por recibir mi fic en su pàgina. Gracias a todos

Rating = touchstone

Type = Angst

fanfic = Washington

Atardecer

 

Habían regresado a casa y la ciudad se estaba acabando a causa de una fuerte nevada. Ambos hubieran preferido quedarse más tiempo en Florida; pero era ya demasiado pedir y era momento de regresar a la realidad. El paraíso se había quedado en el Sur y en el Norte estaba el infierno gélido.

 

Un taxi los llevó hasta el departamento del Dr. Mulder; él pensaba que la agente Scully iba a pasar la noche allí, pero se desilusionó cuando ésta le explicó que debía ir a casa por ropa más abrigada e ir a la oficina. Debía reportarse, el lunes era su día tope.

 

Se despidieron en la entrada del edificio y la agente Scully volvió al taxi. Este la llevó hasta su casa y allí se cambió de ropa; el típico negro, color obligatorio en El Centro, fue el elegido para su atuendo. El clima estaba horrible y tomar otro taxi sin calefacción, el tren o caminar no eran una buena opción a pesar de que la agencia estaba cerca. Ese día iba a sacar el auto, para algo lo tenía que usar.

 

Bajo hasta el sótano del edificio y entre las hileras de sus autos encontró ese Porsche gris que jamás usaba. Revisó todo el auto y se aseguró que encendiera, el tanque por suerte estaba lleno, y tomó rumbo al Centro. Cuando llegó fue inmediatamente a Sistemas.

 

-Buenas casi noches- les saludó.

 

-Scully, bienvenida- le saludó el agente Labiorestaux.

 

-¿Cómo te encuentras Scully? ¿Cómo estuvo Florida?- le preguntó el agente Rivera sin hacerse esperar.

 

-Sangriento- dijo tétricamente a modo de chiste y sacó el disco duro de la computadora de Eduardo Franco del interior de su abrigo y se lo entregó al agente Rivera. -Es todo tuyo.

 

-Oh, un obsequio- dijo conmovido al tomar el disco duro. -Gracias, pero no debiste molestarte- agregó.

 

-No fue nada, diviértanse con él- les aconsejó. -¿Tengo alguna asignación?- le preguntó al agente Labiorestaux.

 

-Lo suficiente como para estar ocupada hasta finales de mes- contestó el agente Labiorestaux mientras le pasaba su panel.

 

-¡Demonios! Pero esto es para no descansar- se quejó mientras veía el listado de misiones programas para ella y su equipo. -Llama a los chicos, los quiero en dos horas en el área de juntas- y salió de Sistemas sin siquiera esperar una respuesta de parte de los dos agentes.

 

Se encaminó hasta su oficina y encendió las luces y el computador, se quitó el abrigó y se sentó frente al escritorio. Era el momento de comenzar a trabajar, aun sin entender por qué tenía tanto trabajo y por qué el Sr. Bennedetty aún no había ido a verla. En ese instante entró el agente Webster a su oficina.

 

-Hola muñeca- le saludó y le abrazo.

 

-Hola Marcus. ¿Cómo estas?- le preguntó feliz de verle.

 

-Muy bien, encantado de verte. ¿Cómo estuvieron tus locas vacaciones?- le preguntó curioso.

 

-No me hables de ello, se arruinaron completamente por esa misión de improvisto y ahora llego y me encuentro con que tengo más de tres misiones programadas sólo para esta semana- dijo contrariada.

 

-Debieron enviar un equipo de apoyo a Florida, pero debes entender las razones- le comentó el agente Webster al tomar asiento.

 

-¿Cuáles razones?- preguntó confusa.

 

-Ah… es que aún no lo sabes- comentó con intriga. -Suspendieron a Kunimitzu.

 

-¿Por qué?- preguntó sorprendida.

 

-La semana pasada estuvo en Lesotho, secuestraron a Kawasaki y él se puso de modo autónomo para liderar la misión de su rescate- la agente Scully se empezó a reír incrédula. -No es un chiste.

 

-No, claro que no lo es, no es un chiste; es un excelente chiste- aclaró aún entre risas. -Vamos, dime la verdad- le pidió.

 

-Te estoy diciendo la verdad- le dijo sonriendo ligeramente, -se que parece increíble, pero es cierto; el hombre se volvió loco, envió todo al demonio, y se encargó personalmente de rescatar a la agente Kawasaki. Andrew se enfureció y le ordenó a Frank que lo suspendiera por diez días. Regresa el viernes- relató.

 

-¡Es increíble!- exclamó sorprendida. -Es la primera vez que hace algo así- comentó.

 

-Todos al igual que tú estamos sorprendidos, pero supongo que es de los que nunca deja atrás a un compatriota- explicó. -Además, ahora con los problemas que tienen Los Complejos, estábamos trabajando a un 98% de nuestra capacidad; están en una situación delicada, sus últimas misiones han sido un desastre y Phillip está furioso- agregó.

 

-Scully, el Sr. Bennedetty te quiere en su oficina- habló el agente Labiorestaux por el intercomunicador de la oficina de la agente Scully.

 

-Iré en un momento- y soltó el botón del intercomunicador. -¿Eres mi observador en mi próxima misión?- le preguntó.

 

-No, esta vez le toca a Rachel- contestó. -Pero será mejor que retrases la reunión para el perfil un par de horas más. Hannigan y Krycek están con Illianof en Portugal y llegan esta madrugada- le informó.

 

-Bien- se mostró agotada, -de todas maneras es seguro que me tarde un par de horas hablando con Bennedetty, luego aprovecharé para realizar el perfil. Lo hago mejor sola- se puso de pie. -Te veo al rato- le dijo y luego salió de su oficina.

 

Día siguiente

Instituto de Psicología y Ciencias

 

Bien temprano en la mañana el ascensor del enorme instituto abría sus puertas y de su interior salió el doctor, quien tenía un par de días sin asistir a su trabajo habitual. Su secretaria que le vio llegar, enseguida se le acercó para darle un gran abrazo. El Dr. Mulder correspondió el abrazo, pero luego de un rato se sintió incómodo porque Janet no lo soltaba.

 

-Janet, tengo la espalda quemada y me estás lastimando, ¿podrías soltarme?- le preguntó sutilmente.

 

Ella deshizo el abrazo con cierta pena y le miró a los ojos, él le sonrió y continuó hasta su oficina y su secretaria lo siguió hasta allí. Cuando entraron, Janet cerró la puerta y el Dr. Mulder empezó a despojarse de su larga bufanda y su abrigo mientras su secretaria lo observaba. El le entregó una bolsa de regalo con la cual había llegado y ella se mostró confundida.

 

-Es un obsequio que Dana te compró en Florida, espero que te guste- le dijo el Dr. Mulder.

 

-No debió molestarse- dijo con intriga hacia el regalo, -pero de todos modos, gracias.

 

El se apoyó en su escritorio a la espera de que ella abriera el obsequio, pero ella no lo hizo; más bien continuó observando al Dr. Mulder y éste comenzó a sentirse contrariado.

 

-¿Qué te pasa?- le preguntó.

 

-¿Cómo te fue?- le preguntó curiosa.

 

-Estupendo- contestó con una sonrisa de felicidad que no podía ocultar.

 

-Ya veo- agregó ella con desconcierto.

 

-¿Qué sucede Janet? Te noto preocupada- expresó el Dr. Mulder.

 

-¿Preocupada? No, en realidad no- expresó alejando esa sombra de preocupación que el doctor había en sus ojos. -¿Dana se divirtió también?- preguntó.

 

-Claro, la pasamos increíblemente bien, visitar Florida en invierno es una excelente idea- expresó. -¿Cómo están Sarah y Justin?

 

-Están bien- contestó.

 

Alguien tocó la puerta y luego detrás de ella apareció el Dr. Rogers que cuando vio al Dr. Mulder no dudó en entrar para saludar al recién llegado de sus vacaciones.

 

-Bienvenido Mulder- estrechó su mano con la de él. -¿Cómo estuvo tu viaje?

 

-Muy bien, gracias Carl- contestó. -¿Cómo estuvo todo por aquí en estos últimos días?- preguntó curioso.

 

-Totalmente desastroso- contestó, -todas tus pacientes te extrañaron. ¿Cierto Janet?- le preguntó el Dr. Rogers.

 

-Así es- contestó. -A la Srta. Burnnett le dio un ataque de ansiedad cuando vino y no te encontró.

 

-Tuve que inyectarla para calmarla- le tomó de los hombros. -No vuelvas a irte sin aviso anticipado de por lo menos tres meses- le pidió asustado. -Fue difícil manejar esto sin ti.

 

-Pero veo que no hubo bajas, o mataron a algún psicólogo en mi ausencia.

 

-Estuvieron a punto de matarme a mí- le mostró su cuello que tenía marcas rojas. -Esto me lo hizo el Sr. Contreras. ¿Cuándo lo vas a internar? Es un peligro para la sociedad- explicó con susto y el Dr. Mulder sonrió ligeramente.

 

-Me van a disculpar- dijo Janet de repente, -debo recoger unos papeles. Les dejo para que puedan conversar más tranquilos- y salió de la oficina.

 

-Está furiosa- comentó el Dr. Rogers. -No está de acuerdo con la relación que tienes con Dana Scully- expresó.

 

-Estoy enterado de ello- le invitó a tomar asiento y así lo hizo seguido después por él. -¿Pero qué puedo hacer yo? El amor es una emoción que no se puede controlar- justificó.

 

-Tú no puedes controlar ninguna de tus emociones, Mulder- dijo divertido el Dr. Rogers. -Pero en fin, no he venido a hablarte de eso- aclaró, -el decano de la Universidad de Washington se comunicó conmigo y me preguntó si tú podías impartir la cátedra de psicología criminal en este próximo semestre- le comentó. -Le dije que lo hablaría contigo- concluyó.

 

-Sería un honor pero sabes que estoy lleno de proyectos- le recordó.

 

-Esa cátedra te daría una buena ayuda en tus actuales proyectos. ¿O no?- ante esa pregunta el Dr. Mulder se quedó pensativo.

 

 

 

El Centro

Oficina de Dana Scully.

 

Con una taza de café sobre el escritorio y su computadora encendida estableciendo los parámetros a seguir en su próxima misión, la agente Scully se disponía a concluir para ir a reunirse con su equipo en la sala de juntas. Su móvil empezó a sonar y cuando ella lo sacó de su chaqueta sonrió con felicidad al ver el número de la persona que la llamaba.

 

-No puede ser que tú tengas un momento libre y yo no- comentó a modo de saludo la agente Scully. -Es injusto.

 

-Soy el psicólogo estrella del instituto. ¿Qué esperabas?

 

-Presumido- le dijo ella divertida.

 

-¿Cómo estuvo tu noche? ¿Dormiste bien?

 

-Fue una noche larga, apenas he dormido dos horas- contestó, ella podía escuchar en el fondo del teléfono que alguien tecleaba sin parar, dedujo que era el Dr. Mulder.

 

-¿Cómo que dos horas?- preguntó confuso.

 

-Fui a casa cuando te dejé en la tuya, me cambié de ropa, fui a la oficina y me encontré con una asignación- respondió.

 

-Ya veo, te están castigando por haber tomado unas buenas vacaciones- dijo con gracia. -Pobre de ti, son crueles contigo.

 

-No es culpa de nadie, estamos escasos de personal- justificó.

 

-Sí, pero si tienes mucho trabajo no podremos vernos- dijo desilusionado y vio en la pantalla de su computadora algo que no le agrado. -¿Qué demonios es esto?

 

-¿De qué hablas?- preguntó confusa.

 

-Olvídalo- le pidió.

 

-En fin… míralo por el lado amable, Mulder- le pidió, -mientras más separados estemos y más nos extrañemos, mejor. Agotamos esa cuota en Florida, necesitamos más tensión para cuando nos volvamos a encontrar- le explicó la agente Scully

 

-Pamplinas- dijo molestó.

 

-No seas bebé, Mulder- le pidió, -ya habías entendido como es nuestra situación.

 

-Sí y por entenderla es que me enojo más y no puedo quejarme- le dijo.

 

-Te estás quejando ahora- le dio a entrever.

 

-Lo siento, es algo natural- justificó.

 

-Disculpa, pero debo colgar- le explicó al ver que aún no había terminado de concretar el perfil de la misión. -Tengo muchas cosas que hacer hoy.

 

-Lo mismo digo yo- expresó, -entonces nos vemos o hablamos después.

 

-De acuerdo.

 

Y sin despedirse del todo, colgaron; así lo prefería un acuerdo tácito establecido desde hace mucho tiempo entre ellos y que seguramente otras personas no podían o llegarían a entender. La agente Scully sonreía como idiota, era una locura, estaba tan enamorada que se veía ridícula y esa acción ridícula la podían ver Rachel Webster y Alexander Krycek por la ventana de la oficina de la agente, ambos entraron al rato.

 

-Es un hecho, estás loca- comentó la agente Webster frente a su escritorio.

 

La agente Scully los miró sin entender como ambos habían llegado allí y sin haber tocado. Eso le pasaba por no poner la seguridad en la oficina.

 

-¿Hay algún problema Webster?- preguntó incómoda.

 

-Ninguno, sólo vine a decirte que descargué los archivos de la localización de SEE en tu base de datos- comunicó.

 

-¿Cuándo supieron la localización?- le preguntó mientras tecleaba un par de veces en su computador y veía la información en pantalla. -Entonces es un hecho, SEE se encuentra en Irlanda- afirmó.

 

-¿Tienes listo el perfil de Túnez?- le preguntó.

 

-En unos minutos- contestó.

 

-Entonces los veo en la sala de juntas- y luego salió de la oficina.

 

El agente Krycek seguía de pie frente al escritorio de la agente Scully, ella no lo veía a los ojos porque estaba terminando con su trabajo, pero sabía que las cosas no se encontraban bien. Podía sentir cierto enfado por parte de su compañero. Ella levantó la cabeza al teclear los últimos parámetros y enviarlos a Sistemas.

 

-¿Dormiste bien, Alex?- le preguntó.

 

-Sí- contestó.

 

-¿Cómo estuvo Portugal?- le preguntó mirándolo fijamente, él no estaba contento.

 

-Normal- contestó e introdujo sus manos en los bolsillos de sus pantalones. -Supe que te encontrabas en Florida, ¿te topaste con Franco o sí era una misión?- ella sonrió con sorpresa al notar esa mirada de celos en su compañero.

 

-Fue un golpe de suerte- respondió.

 

-Felicidades por eso- le felicitó, ella solo movió ligeramente la cabeza. -No entiendo…

 

-La hija prodiga ha vuelto- comentó la agente Hannigan que hacía acto de presencia en la oficina y miró fijamente al agente Krycek y a la agente Scully. Sabía que su compañero estaba a punto de armar una escena de celos. -¿Interrumpo algo?- preguntó.

 

-No- contestó la agente Scully, pero la mirada de disgusto del agente Krycek a la agente Hannigan le decía otra cosa. -El perfil está listo y Webster nos espera en la sala de juntas.

 

-Bien- le miró fijamente. -Lindo bronceado- le halago, -Florida te acentó muy bien.

 

La agente Scully sólo atinó a sonreír, apagó su computadora y salió de la oficina seguida por la agente Hannigan y el agente Krycek que la lanzaba mentalmente a un río de lava ardiendo.

 

 

 

Noche

Bunker de Los Pistoleros Solitarios.

 

Era otra noche de pornografía y archivos sobre ovnis para el Dr. Mulder y sus amigos. El doctor había llegado allí para hacerles la visita, pero terminó viendo una maratón de Jenna Jameson por insistencia de Melvin Frohike; a la hora, ya se encontró aburrido porque los actos que hacía Jenna en pantalla eran más divertidos cuando la puritana, pero a la vez endemoniada, agente Scully los hacía.

 

Se alejó del TV sin que su amigo se diera cuenta; pero fue en vano. Frohike comenzó a quejarse y él no tuvo escapatoria hasta que Byers logró calmarlo ofreciéndole una ración completa de huevos rancheros que el mismo Byers había traído de la cocina. Todos se sentaron a comer, a excepción de Langly que estaba muy concentrado con los computadores, y un rato después el Dr. Mulder preguntó por el periódico matutino.

 

-Aquí esta- le indicó Langly que se lo pasó.

 

-Gracias- expresó el Dr. Mulder agradecido y comenzó a leer las noticias. Se sorprendió al leer la primera plana que rezaba: Familiar de diplomático español asesinado en Florida. La noticia le pareció interesante y se dedicó a leerla.

 

-¿Por qué traes esa cara Mulder?- le preguntó Byers al ver la expresión de sorpresa del doctor.

 

-Asesinaron a uno de los familiares del embajador español en Florida- expresó impresionado.

 

-Sí, lo encontraron muerto el lunes en la mañana. Se comenta que Eduardo Franco era un contrabandista de armas ligado al terrorismo vasco- comentó Byers. -Pero no entiendo por qué te sorprende.

 

-Lo encontraron muerto en una de las habitaciones del hotel Hilton donde Dana y yo nos hospedamos- relató, -por ello mi sorpresa- aclaró.

 

-Coincidencia- expresó Frohike.

 

-No puede ser coincidencia cuando Dana es agente antiterrorista del FBI y, específicamente, todo el mundo sospechaba de los actos ilícitos de Eduardo Franco; y no es coincidencia que ella y yo nos hubiéramos ido el mismo día que lo encontraron muerto- relató.

 

-¿Crees que ella tiene que ver con lo sucedido?- le preguntó confundido Langly.

 

-No lo sé- contestó, -y aunque fuera así no me lo diría, Dana no me dice nada con respecto a su trabajo. Es muy reservada, mantiene una línea divisora muy profunda entre su vida privada y el trabajo que realiza en el FBI; yo ni siquiera conozco a sus compañeros- comentó. -Me oculta muchas cosas, más de lo que debiera.

 

-¿Has hablado con ella?- pregunto Byers.

 

-Sí, se lo he reclamado; pero su postura es muy firme y nunca dice nada. Siempre ha dicho que no le gusta que se preocupen por ella, por eso no me habla de su trabajo- contestó.

 

-Otra chica oscura, otra Diana Fowley- recalcó Frohike divertido.

 

-No tiene gracia- sentenció el Dr. Mulder. -A veces me pregunto si todo lo que dice con respecto a ser agente del FBI es cierto- expresó preocupado.

 

-Mantén la calma, no es una mentirosa- aclaró Langly que tecleó un par de veces en su computador. -La he investigado desde el día en que la conocimos y resulta ser cierto que es agente federal.

 

-¿Qué tú hiciste qué?- le preguntó indignado el Dr. Mulder mientras veía la fotografía de la agente Scully en pantalla.

 

-Vamos Mulder, es algo que siempre hemos hecho. Me sorprende tu gesto de indignación, al contrario, debes sentirte relajado; ella no te miente- empezó a leer el archivo de la agente Scully. -Se graduó en 1995 de medicina en la Universidad de Quántico, con su tesis: “La paradoja gemela de Einstein: una nueva interpretación”. Ingresó al FBI en 1996 asignada a la Unidad Antidrogas y en 1997 logró ser asignada a la Unidad Antiterrorista. Tiene diez años como agente federal con una especialidad en terrorismo oriental, fue una de las agentes asignadas al caso del World Trace Center y el Pentágono- el Dr. Mulder se sentó a su lado y él prosiguió leyendo, -ha estado en España, Inglaterra, Afganistán y Japón como colaboradora para otras agencias de investigación. Según este expediente es una de las joyas más valiosas del FBI.

 

-¿Estás en los archivos del FBI?- preguntó con sorpresa el Dr. Mulder.

 

-En realidad lo descargué hace un par de semanas de los archivos de la agencia- contestó.

 

-¿Habla de su familia, de dónde viene, cómo murió su hermana?- le preguntó.

 

-¿Familia, hermana? ¿Por qué me preguntas cosas que ya ves aquí y que de seguro ya sabías de antemano?- le preguntó Langly.

 

-Porque aunque dice que su hermana mayor falleció, no dice cómo murió. Dana me ha dicho que la vio morir, pero nunca me ha dicho en que circunstancias pasó- relató.

 

-Es algo que deberías preguntarle si quieres saber- le aconsejó Byers.

 

-Lo he hecho y jamás contesta- explicó el doctor.

 

-Como psicólogo y amante debes entender, y entiendes que es una mujer muy reservada, resígnate; por lo menos te da lo que quieres- habló con picardía Frohike. -Ya deberías estar acostumbrado a tantos misterios; pero si no te agrada déjamela a mí, yo si me divertiría de lo lindo con ella- comentó.

 

El Dr. Mulder le miró de mala gana ante su proposición, Frohike estaba decidido a fastidiarlo, pero empezó a restarle importancia. El doctor se sintió tranquilo finalmente al descubrir que todo lo que le decía la agente sobre su trabajo era cierto, gracias a la ayuda de Langly sólo le quedaba confrontarla con respecto al homicidio acontecido en Florida sin saber o imaginar que la tapa de la agente Scully en el mundo exterior era el de agente federal y que por consiguiente un archivo falso sobre ella debía aparecer en la base de datos del FBI.

 

Los siguientes días transcurrieron con calma y apenas la agente Scully y el Dr. Mulder en el transcurso de los últimos días de esa semana pudieron verse una vez y en un almuerzo fugaz. Ella debía viajar a un país con nombre impronunciable y él ni siquiera tenía tiempo para sus pacientes. El trabajo a ambos se lo estaba comiendo vivos. Sus mundos se vengaban y servían tal venganza en un plato bastante frío y despiadado.

 

El regresó de Tezka Kunimitzu al Centro no significó nada para Dana Scully, había tanto trabajo que con la llegada del anterior no pudieron dar abasto. Sólo veían las caras de orgullo de Andrew y Hannah Summers sin saber que eso era lo que justamente querían, más trabajo para El Centro significaba la aniquilación de Los Complejos. El domingo en la tarde el equipo Beta arribaba de Madagascar y en la entrada se encontraron con el equipo Delta que justamente acababa de llegar de Swazilandia. Alexa Illianof y Tezka Kunimitzu hacía días que no se veían y tenían muchas cosas de que hablar.

 

El agente Kunimitzu cruzó su mirada con la agente Kawasaki, ella lo entendió todo, debía retirarse y dejarlo solo porque evidentemente la agente Illianof se olvidaría del perfil que debía realizar y seguiría a su colega para interrogarlo. Todos los operativos fueron dispersándose en todo el edificio y los líderes quedaron solos en medio del pasillo.

 

-¿Cómo estuvo Swazilandia?- le preguntó el agente Kunimitzu a modo de saludo.

 

-Horrible, el clima seco le hace mucho daño a mi pelo- contestó con cierta molestia, para ella lo de menos era la misión. -Hace tiempo que no te veía, ¿cómo estuvieron tus vacaciones?

 

-Fue una suspensión, no vacaciones- le contestó a modo de recordatorio.

 

-Cualquier excusa es valida cuando se trata de no venir al Centro- expresó ella consciente de que su suspensión habían sido unas excelentes vacaciones. -En fin, sé que ya tienes pareja.

 

-¿Pareja?- preguntó él, aunque su mirada era de completa afirmación, así la vio la agente Illianof.

 

Continuaron caminando en silencio, pasaron por Sistemas y el agente Kunimitzu le entregó un disco junto con su panel al agente Rivera. Pensó que la agente Illianof se quedaría allí, pero se equivocó al ver que ella le seguía hasta el depósito de armas. Ambos entregaron sus respectivas armas de campo y continuaron hasta la oficina del agente, cuando ambos entraron ella tomó asiento bastante relajada y calmada. La conversación para ellos continuaba.

 

-¿No tienes trabajo?- le preguntó él de repente.

 

-Sí, pero primero quiero que me digas: ¿Cómo te sientes?- le preguntó ella con una sonrisa que denotaba su curiosidad.

 

-Bien- contestó corto.

 

-¿Sólo bien?- preguntó ella.

 

-Conoces la respuesta, contesta tú y ahórrame la escena- le pidió cansado mientras tomó asiento.

 

-Estás asustado, pero a la vez tienes cierta satisfacción. Hacía años que no te sentías así, aunque no es una experiencia nueva, te ha pasado antes; pero esta vez las cosas son distintas. Ella no es una mujer de una sola noche y es toda tuya- especuló con gran inteligencia.

 

-Si antes estaba asustado ahora estoy aterrado con tus palabras- comentó buscando sus pulcros lentes en el bolsillo de su chaqueta de campo. -Espero que entiendas cuando te pido que seas discreta- solicitó.

 

-Tarde o temprano se van a dar cuenta, Tezka- le explicó.

 

-Prefiero que sea tarde- dilucido.

 

-No sólo eres precavido, sino que también eres un cobarde. Dale el lugar que le corresponde, no la ocultes, no se lo merece, ella…

 

-Daría todo por mí- concluyó él por ella. -Lo sé, pero no necesito que se sacrifique, yo sé lo que estoy haciendo- le recordó. -No hay más de que hablar.

 

Ella desaprobaba su actitud, estaba siendo demasiado exagerado, más que cualquier otro agente del Centro. Todos allí tenían una relación sentimental con algún otro miembro de la organización, y eran discretos. Pero no llegaban al punto de negarla, y al parecer Tezka Kunimitzu por el bien profesional de él y la agente Kawasaki, lo haría y bajo las mismas protestas de Alexa Illianof, su mayor y allegada concejera.

 

Las semanas siguieron pasando y las fiestas navideñas se acercaban; la gente en Washington estaba loca buscando regalos para ofrecer, las tiendas estaban abarrotadas y no se podía ni transitar por la ciudad; el espíritu navideño había llegado a la capital de la nación y tenía planes a corto plazo, como todos los años, las personas se envolvieron con ese espíritu y ya empezaban a celebrar.

 

En el Centro la vida continuaba normal, las fiestas llegaban tan solo para unos cuantos y las misiones llegaban y salían. La agente Scully no paraba de trabajar, extrañaba increíblemente pasar un momento agradable con el Dr. Mulder.

 

Había hablado un par de veces con él y cada vez que lo hacía lo escuchaba distante y alguna veces molesto e inconforme con la situación de ambos. Ya esas quejas habían llegado a oídos de Janet Krakovisch y Sarah O´Connell que, en esos momento junto al Dr. Mulder, pertenecían al grupo de personas que iban de tienda en tienda a buscar el regalo adecuado para las fiestas navideñas.

 

-Lo tiene abandonado- expresó Janet bajo un velo de preocupación, -creo que la relación está llegando a su fin.

 

-Sería lo mejor- comentó su compañera mientras encendía un cigarrillo y uno de los gerentes de la tienda le invitaba a que lo apagara.

 

-¿Por qué dices eso?- preguntó inquieta cuando le quitó el cigarrillo de las manos y le tomaba de la mano para que continuaran por el pasillo de electrodomésticos, -sabes como se pone cuando termina con una mujer. Es insoportable ver en el estado en el cual se envuelve, es tan patético. Si fueran a terminar, por lo menos me gustaría que fuera después de las fiestas. Un Mulder despechado en navidades no es una escena memorable de ver- comentó.

 

-De todas formas, esa mujer a fin de cuenta le hará mucho daño, ya te lo he dicho. Más vale tarde que nunca- agregó Sarah.

 

-¿Cómo puedes conocerla de esa forma y aún así no puedes explicarme quien es ella exactamente?- preguntó contrariada.

 

-Fuimos compañera de estudios de idiomas, eso lo sabes- le recordó.

 

-Te tomó tres meses aprender árabe y tres meses no son suficientes para conocer a una persona a profundidad como conoces a Dana- comentó confundida. -Hay algo más detrás de tu silencio.

 

-Estás especulando- expresó preocupada.

 

Janet tenía razón, Sarah sabía más de lo que decía, pero ella estaba muy consciente que su compañera no le iba a revelar lo que en verdad sabía sobre Dana Scully. Sarah O´Connell había hecho un juramento que no podía romper, a pesar de su estado actual como civil, seguía siendo militar de alma y corazón.

 

Al final del pasillo se encontraron con el Dr. Mulder que miraba embelesado un televisor de plasma en negro y suspendido en el aire por una fuerte base de hierro que comenzaba en el piso.

 

-¿Qué les parece, chicas?- preguntó él emocionado.

 

-A veces pienso que Langly, Frohike y Byers son tus amantes, porque si les vas a regalar ese televisor de plasma es porque son muy buenos en la cama- decía Sarah en son de broma.

 

-Mejores que tú si son, de eso estoy seguro y no me acostado con ninguno- reveló.

 

-¿Cómo lo sabes?- preguntó curiosa.

 

-A Janet le voy a regalar un consolador, he escuchado que no la satisfaces como se debe- contestó evitando echarse a reír.

 

-Se acuesta conmigo porque evidentemente y, disculpa si te ofendo, tu amigo ya no trabaja como antes. Los años pesan- agregó esa vez para fastidiar.

 

-¿Segura que alguna vez has tenido un orgasmo?- le preguntó él mirándole de mala gana, si que había herido su orgullo.

 

-¡Basta!- les pidió Janet en medio de los dos. -Estoy harta de que discutan sobre su sexualidad en público. Sarah- le llamó, -estoy segura que el amigo de Mulder aun funciona; y Mulder, Sarah es multi-orgásmica- aclaró para dejar zanjado en el asunto.

 

-¿No te sabes divertir?- le preguntó el Dr. Mulder que continuó observando el televisor de plasma con sumo interés.

 

-¿Qué le vas a regalar a Dana?- le preguntó Janet de repente.

 

-Aún no lo sé- contestó y le miró fijamente. -¿Qué me recomiendas?

 

-Mmm… no lo sé, tiene muy buen gusto y una mujer con buen gusto generalmente espera algo grandioso- expresó. -¿Qué tal un anillo?- preguntó a modo de propuesta.

 

-¡Por Dios Janet! Lo incitas a que le pida matrimonio- expresó contrariada su compañera.

 

-Es cierto. ¿En qué estaba pensando?- se preguntó a sí misma.

 

-Eso sería bueno si tuviera la certeza de que fuera aceptar, pero no, Dana evidentemente no está lista para contraer matrimonio- aclaró. -Ni siquiera esta lista para vivir con otra persona.

 

-¿Cómo lo sabes?- le preguntó curiosa Janet.

 

-Ya se lo propuse- respondió disipado.

 

-¡Eres un tarado!- le gritó Janet.

 

-Y con doble ecuación- agregó Sarah.

 

-Es indiscutible que tú quieres llevar las cosas a otro nivel, te quieres precipitar y ella te lo está impidiendo por la sencilla razón de que cuando te des cuenta de lo que pasa a tu alrededor, será cuando te golpees de frente con la realidad- le discutió.

 

-¿Cuál realidad?

 

-Que no le gustan las relaciones a largo plazo- contestó por Janet, Sarah.

 

-No digan tonterías.

 

Sus amigas le miraron con furia pero él no les dio importancia y gracias al sonido de su móvil dejó por terminado el tema.

 

 

 

Complejo I

Oficina de John Doggett.

 

-¿Dónde diablos estás?- le preguntó furioso el Sr. Doggett a la persona que hablaba con él del otro lado de su línea telefónica. Eso no significa que tengas derecho a desaparecerte por horas por el simple hecho de que te parezca adecuado, tenemos un dilema aquí- se le podía ver una vena de su cuello muy abultada, estaba notoriamente presionado. -Has dicho cientos de veces que tenemos un espía entre nosotros, pero al parecer no es así; los hemos investigado a todos y ninguno tiene motivos para jugar a los dos bandos- tomó un sorbo de su whisky mientras la otra persona le hablaba. -Pues regresa a Los Complejos y empieza todo desde cero, no pienso volvértelo a repetir. Nuestra posición dentro de la CIA corre peligro y sabes bien que dependemos de ti- sin mas colgó mientras veía a la Sra. Reyes entrar a su oficina. -Si no descubre quién nos está haciendo daño te juro que lo voy a enviar a Vanuatu para que un volcán lo cocine vivo- sentenció.

 

-Deberías calmarte- le aconsejó. -Recuerda que no le hace bien a tu tensión.

 

-¿Tensión? Ya no me queda ninguna tensión. Todo en mí está a punto de explotar- señaló. -No podemos continuar así. Phillip hará factible el cierre del proyecto en los primeros días del año que está por entrar, y es obvio que detrás de eso seguirá nuestras suspensiones por tiempo indefinido.

 

-Eso no sería sensato- exclamó la Sra. Reyes. -El cierre de Los Complejos no le favorecía a la agencia, significaría mucho trabajo extra para el Centro y la misma CIA.

 

-Con tal de sacarnos del juego, Phillip hará lo que sea- expresó.

 

-John, por favor cálmate- le exhortó preocupada. -Escúchame, todo estará bien, sólo debemos esperar a que la investigación de nuestro perfilista concluya. Después de eso no podemos hacer nada.

 

-No puedo quedarme con los brazos cruzados- señaló frustrado.

 

-Lo sé- le acarició un brazo, -pero debemos mantener la calma.

 

A Mónica Reyes le preocupaba bastante como John Doggett estaba tomando las cosas, en cualquier momento ese hombre podía colapsar por la situación en que se encontraba sumido el trabajo de ambos como líderes de dos agencias bastante importantes para la CIA. Así que lo más recomendable para ambos era distraerse un poco y Mónica Reyes sabía como distraer a John Doggett.

 

-La navidad está cerca- comentó de repente. -¿Pasarás las fiestas con Rebecca?- le preguntó.

 

-No- respondió extrañado por su pregunta. -Se quedará en New York este año. ¿Por qué?

 

-Sólo curiosidad- pero en su mente celebraba que la esposa de John Doggett decidiera pasar las navidades en otro estado y no con él.

 

-¿Irás a México?- le preguntó él.

 

-No- contestó, -mis padres vendrán este año. Llegan dentro de dos días.

 

-Es bueno pasarla en familia, a pesar de los problemas y los conflictos. Luke adoraba la navidad- recordó con tristeza.

 

-Lo sé, sobre todo mis regalos- y rió con melancolía. -Mi madre estará feliz de verte- comentó alejando la tristeza de su rostro.

 

-Tal vez pase a visitarlos- le comunicó.

 

-Yo tengo una mejor idea- señaló, -pasa las fiestas con nosotros.

 

-No quiero molestar- dijo preocupado.

 

-No seas tonto, tú tienes un lugar en mi mesa, en mi familia y en mi corazón- le aseguró y le besó sutilmente en los labios, el cerró los ojos al recibir esa diminuta caricia. -Veinticuatro de diciembre, ocho de la noche. No faltes- le pidió.

 

La Sra. Reyes salió de la oficina mientras el Sr. Doggett sonreía idiotizado. Para él, esa mujer de facciones latinas y carácter dulce era lo que más adoraba en el mundo porque ella lo mantenía con vida. Había estado a su lado por años y jamás se había alejado de él, a pesar de que muchas veces intentaron mantener de lado lo que sentía uno por el otro y hacer vida en común con otras personas.

 

El se había casado y había tenido un hijo, y ella había salido con la mitad de los hombres de la CIA, incluyendo a Andrew Summers. Pero aún así lo suyo se mantenía vivo y resguardado. Una sola tragedia fue suficiente para comprender que ambos eran más fuerte juntos y tiempo después compartían una vida completamente extraña, pero era de ambos.

 

 

 

El Centro

Una semana después

 

Ya era veinticuatro de diciembre y, aunque parecía imposible, el espíritu navideño había logrado entrar a aquel edificio subterráneo lleno de agentes y oficinas, y el mismo espíritu se lo podía agradecer a la misma Rachel Webster, tan excéntrica como todos allí. A ella le importó un pepino el enfado del Sr. Bennedetty cuando este la vio colocar muérdagos en cada entrada de la institución y su prima, la Sra. Summers, le había festejado la idea de colocar unos cuantos villancicos en los altoparlantes.

 

Ella misma se encargó que esa noche sirvieran una típica cena navideña en el comedor para los agentes que estaban acuartelados por la espera de perfiles, aunque tenía su segunda intención, no estaba dispuesta a pasar una pobre navidad por estar acuartelada como lo estaba Edward Wolf, líder del equipo Omega y su pareja sentimental. Pero aún así el Sr. Bennedetty no estaba dispuesto a aceptar que el Centro se convirtiera en la villa de Papa Noel.

 

-Rachel, esto es el Centro, una de las divisiones antiterroristas y de espionaje más importantes de la CIA. Debemos mantener la seriedad y la objetividad- le reclamó. -No puedes ponerte a celebrar la navidad aquí, ¡en el cuartel!- gritó. -Sólo nos falta un estúpido árbol de navidad y seríamos un excelente ejemplo de lo comercial que son estas fechas.

 

-Por Dios, te estás colocando en los zapatos de Andrew y mira, a él no le importa- señaló a su superior y esposo de su prima que se estaba divirtiendo de lo lindo con el asunto. -Relájate, es navidad.

 

-¡Lo sé! Y dentro de cinco minutos saldré de aquí para celebrarlo con mi esposa por el simple hecho de que no podemos celebrar en la oficina- le especificó, -así que cumple con lo que te ordeno y quita los muérdagos, la música y que no sirvan la cena que dispusiste.

 

-Frank, estás exagerando- comentó la Sra. Summers. -Rachel sólo quiere ser un poco solidaria con los agentes que están acuartelados.

 

-¡Miren quien habla! Celebras navidad porque te casaste con Andrew, si no estuvieras metida en Rusia matando al primer terrorista que se te cruzara por el frente- señaló incómodo.

 

-Esa es la Hannah del pasado, además no le está haciendo daño a nadie. Sólo me preocupaba el desorden que pudieran hacer esos adornos en el edificio.

 

-Yo misma me encargaré de retirarlos tan pronto terminen las fiestas, lo prometo- aseguró la agente Webster.

 

-Bien, se terminó la discusión…- expresó el Sr. Summers. -Quedamos de cenar con Phillip, ¿o acaso lo olvidas Frank?- le preguntó.

 

-No me iré de aquí hasta que haga lo que le ordené- repitió.

 

-Margaret, razona con él por favor- le pidió su hermano. -Me muero de hambre.

 

-Frank, nos tenemos que ir, olvídate de Rachel y El Centro. Quedamos con Phillip- le tomó del brazo. -Además tiene motivos suficientes para hacer lo que está haciendo, está acuartelada- le recordó.

 

-No es un motivo suficiente- discutió.

 

-¡Frank! No pretendo estar toda la noche aquí discutiendo sobre villancicos y muérdagos. Nos vamos ya- le dijo.

 

La Dra. Bennedetty obligó al Sr. Bennedetty a caminar hasta uno de los pasillos de la institución que de seguro llevaba hasta alguna salida, los Summers y la agente Webster quedaron en medio del salón y en eso se les acercó el agente Marcus Webster.

 

-¿Ya se van?- le preguntó al Sr. Summers.

 

-Así es, pero regresamos en dos horas- le comunicó el Sr. Summers. -No permitas que tu hermana provoque el estallido del edificio en nuestra ausencia.

 

-No seas ridículo- le insultó la agente Webster. -Sólo pretendo pasarla bien.

 

-Pero eso no significa que convertirás El Centro en un antro de perdición, ni lo pienses- le advirtió su prima. -¿Aún no está listo el perfil de Myanmar?- le preguntó al agente Webster.

 

-No, Illianof aún trabaja en ello, me comunicó que probablemente esté listo dentro de media hora- respondió. -El equipo Beta está en espera al igual que el Omega, y el Alfa arribará de Corea del Sur esta noche, pero no tengo la hora exacta de su llegada- informó.

 

-Estupendo, al parecer no habrá ningún inconveniente mientras estemos ausentes- dijo tranquilo el Sr. Summers. -Mejor nos vamos antes de que a tu padre le de por sermonearnos- le indicó a su esposa.

 

-De acuerdo- miró a sus primos con total autoridad mientras se acomodaba su abrigo. -No quiero caos.

 

Los Webster asintieron y los Summers se retiraron dejando bajo la vigilancia de los Webster la organización. Aunque los Summers no confiaban plenamente en los dotes de liderazgo de los mellizos, era mejor ceder un poco si pretendían pasar un rato en calma fuera del Centro.

 

-Iré a cenar con Edward- le informó a su hermano la agente Webster. -Si me necesitas sólo llama- le indicó y luego se retiró.

 

-Será una noche muy larga- dijo con cansancio.

 

Media hora después, arribó al Centro el equipo Alfa. Dana Scully estaba totalmente apurada después de entregar el informe que había hecho en el camino a Marcus Webster; fue inmediatamente a darse una ducha rápida y regresó a Sistemas, pero al no encontrar a nadie supuso que todos estaban en las áreas del comedor y así era. Ella llegó allí y se sorprendió al ver la decoración navideña y la cena que servían, pero más le sorprendió el escuchar villancicos, creyó estar en una realidad alterna y después vio sentado en una de las mesas a la persona que andaba buscando, mientras hablaba por su móvil.

 

-Rivera- le llamó la agente Scully.

 

-Madre, calma.... ya iré por ti, sólo salgo y voy- decía el agente Rivera más que sobresaltado y no le hizo caso al llamado de la agente.

 

-Rivera- le llamó la agente Scully.

 

-Nadie te va a secuestrar por Dios madre, ya dije que te calmaras. Voy para allá- y colgó. -¿Acaso no viste que hablaba con mi madre?

 

-Discúlpame, pero estoy apurada- le informó.

 

-Yo también y más que tú. Está varada en el aeropuerto de Washington- le comunicó.

 

-¿No se suponía que estaba en Guam?- le preguntó el agente Labiorestaux que se encontraba allí.

 

-Exacto, se suponía- respondió. -Pero le dio por venir a verme sin avisar, lo es que es una total locura.

 

-¡Rivera!- le llamó enfadada la agente. -No tengo toda la noche.

 

-Y yo debo irme.

 

-Espera- le detuvo,- necesito saber si tienes lo que te pedí.

 

-Oh… sí- afirmó y del bolsillo de su abrigo saco dos sobres. -No sé para que necesitas eso, es demasiado- dijo confundido.

 

-Tengo mis razones- y revisó los sobres. -Te besaría si no fueras tan feo- le dijo a modo de agradecimiento e introdujo los sobres en el bolsillo interno de su abrigo. -Debo irme.

 

-Te acompaño a la salida.

 

La agente Scully se mostró de acuerdo y ambos se acercaron a la salida del comedor sin siquiera saludar a la agente Hannigan y el agente Krycek que acababan de entrar. Estos dos extrañados se acercaron a la mesa donde se encontraba el agente Labiorestaux.

 

-¿Adónde van Scully y Rivera?- preguntó el agente Krycek.

 

-Al aeropuerto- respondió el agente Labiorestaux que escuchó su móvil sonar y contestó. -Voy en camino- y colgó y salió del comedor.

 

-Esto parece un maldito centro comercial, sólo falta el área de maquillaje y perfumería- comentó la agente Hannigan asqueada con la decoración que veía y observó el rostro de enfado del agente Krycek. -¿Qué demonios te pasa ahora?

 

-Nada- respondió secamente y acudió a buscar su cena, pero era obvio que su apetito había pasado a segundo plano.

 

En el camino el agente Rivera y la agente Scully se encontraron con el agente Webster que daba un paseo por la instalación notoriamente inactiva por el proceso de espera en la cual se encontraba sumida.

 

-¿Adónde van los dos?- preguntó confundido.

 

-Al aeropuerto- contestó deprisa el agente Rivera y continuó su camino sin la agente Scully.

 

-¿Al aeropuerto?

 

-Su mamá esta varada en el aeropuerto de Washington- respondió la agente Scully que se había detenido frente a él. -¿Y tú que haces aquí?

 

-Estoy al mando mientras Hannah y Andrew cenan con el tío Phillip- respondió.

 

-Que injusticia- se quejó ella, -debiste ir con ellos- comentó.

 

-No, prefiero estar aquí. Además Rachel se aseguró de que los agentes que se encontraban en espera no pasaran una amarga navidad, como puedes ver- señaló.

 

-Sí, pero creo que se le pasó la mano- comentó con susto. -Parece la dimensión desconocida- y el agente Webster se empezó a reír. -Debo ir con…

 

-Eso lo sé- agregó él impidiendo que ella terminara lo que iba a decir.

 

-Has de cuenta que no me has visto- le pidió.

 

-Eso será sencillo, eres una enana y es difícil verte- ella se rió con él. -Feliz navidad cariño- le deseó.

 

-Feliz navidad para ti también.

 

Ambos sonrieron con agradecimiento y se dieron un abrazo fraternal. Después de eso, Dana Scully salió a la superficie y Marcus Webster continuó con su paseo por las instalaciones.

 

En ese momento el agente Kunimitzu reposaba en una de las recámaras de descanso de la organización. Tenía sus manos entrelazadas debajo de su cabeza y no llevaba puesta su chaqueta, apenas usaba una ligera camiseta y pantalones negros, estaba descalzo y su rostro reflejaba su relajación.

 

No abrió los ojos cuando escuchó que la puerta de la habitación era abierta y luego cerrada, pudo percibir el olor de un perfume oriental que conocía desde hacía poco pero que ya tenía grabado en su cerebro. Luego escuchó el cerrojo de la puerta eléctrica sonar y siendo asegurada por completo.

 

El sonido de unos tacos que resonaban en el suelo pulido y pulcro de aquella habitación espartana fueron el aviso de que esa mujer que no debía estar allí le miraba con deseo. La vio en su mente sacarse los zapatos y dejarlos a un lado de la cama, después sintió que ella se subía al lecho de descanso y se colocaba a horcadas sobre él. Cuando abrió los ojos su visión mental se había hecho realidad.

 

-¿Qué haces aquí?- le preguntó él con su voz ronca y profunda como un lago oscuro en el cual ella quería nadar.

 

-Quería hablar contigo- contestó sacándose el broche que sostenía su cabellera, haciéndola caer sobre sus hombros como una cascada negra.

 

-No deberías estar aquí- le dijo a sabiendas de que intentaba seducirlo como otras veces. -Alguien pudo haberte visto entrar.

 

-Todos están muy ocupados en el comedor, la agente Webster está empeñada en que todos pasen un linda y perfecta navidad. Nadie nos echará de menos- le dijo al tocar con sus manos el pecho del agente.

 

-¿Acaso olvidas que estamos en El Centro?- le preguntó, ella podía ver la preocupación en sus ojos que generalmente no expresaban nada.

 

Ella negó haberlo olvidado, pero él entendió que a ella poco le importaba que ambos estuvieran a punto de tener sexo en una de las aéreas de descanso de las divisiones más importante de la CIA. Ella colocó sus manos sobre sus mejillas y le besó con reverencia, pero luego aumentó la intensidad batallando con la negatividad y la propiedad del hombre que se encontraba debajo de ella.

 

Introdujo sus manos por debajo de su camisa y tocó su pecho, él no quería tocarla, pero la batalla de su lengua contra la muralla de sus dientes le hicieron ceder y el beso se volvió lascivo ante el encuentro de ambos músculos. El llevó sus manos hasta sus piernas y tocó su piel suave y firme, ascendió hasta la cima de sus muslos e introdujo sus manos por debajo de su vestido de oficina, la tomó por el trasero y antes de que ella pudiera reaccionar la tenía sobre la cama y debajo de él.

 

El beso continuó siendo abrasivo y acallaba los gemidos de ella, ella quiso sacarle la camiseta, pero él se lo impidió; no era un momento para la entrega completa. Si lo quería iba a ser rápido y bastante preciso, pero antes de eso él volvió a buscar su ropa interior y se la sacó en un acto de total desesperación. Cuando le introdujo uno de sus dedos en su vagina ella gimió y aún así él no se detuvo. Era endemoniadamente doloroso y febril.

 

-Es lo que siempre has querido- le dijo él con voz ronca mientras continuó tocando con sus dedos su parte más intima, -llevarme la contraria.

 

-Es algo que sé hacer perfectamente bien- le dijo jadeante, con la mirada brillante por el deseo.

 

-Pierdes punto como agente cada vez que lo haces- le comunicó sin dejar de tocar su clítoris pero haciendo más lento el toque.

 

-Lo de ser agente es lo que menos me importa- sintió que él había llevado su dedo más profundamente en ella, y con otro dedo continuaba tocando el clítoris. Sentía que pronto llegaría. -No hagas eso.

 

-No me des ordenes- le pidió con autoridad besándola nuevamente y yendo hasta su cuello.

 

Ella percibía el poder y la autoridad en él, como siempre estaba a su merced y no había escapatoria. A pesar de ella haber sido la primera en aquella batalla de seducción, a final de cuentas, él terminaba haciendo con ella lo que quería.

 

Mientras volaba en un destello post-orgasmo sintió como él la hacia girarse sobre la cama quedando boca abajo y de un momento a otro como él se introducía en ella violentamente. Se sintió jubilosa al entender que él no se iba a quedar como la primera vez, también tenía deseo por ella y ella le regalaba la anhelada liberación. Se sostenía con una mano del respaldo de la cama para no golpearla con su cabeza y lo escuchaba a él respirar ahogadamente, extasiado y con leves gemidos.

 

No podía verlo por la posición en la cual se encontraban, pero sabía que había perdido el control; él se encontraba haciendo el amor en El Centro, algo que nadie podría haber imaginado. El correcto Tezka Kunimitzu rompía las reglas junto a la razón de ello, Kaoru Kawasaki.

 

El la abrazo por la cintura, intensificando la unión, las embestidas eran rápidas a la vez que él volvía acariciar su clítoris mientras la poseía con total intensidad. Su resistencia le sorprendía, ella pronto estallaría en un segundo mientras él ni siquiera se asomaba a su primero. El clímax llegó nuevamente a ella, recorriendo cada célula y átomo de su cuerpo, mezclándose así con su deseo y felicidad, su pasión y su amor.

 

Cuando volvía a recuperar algo de su conciencia lo sintió a él finalmente llegar, vibrando sobre su espalda y apretándose más a ella. Rendidos los dos cayeron sobre la cama, él respiraba agotado y ella sonreía triunfante ante su nuevo logro. Un rato después en medio de la silenciosa habitación un móvil sonaba recordándoles a ambos donde se encontraban y que tenían cosas pendientes por hacer.

 

El agente Kunimitzu dejó de estar encima de la agente Kawasaki y se avocó a contestar su móvil. Unos cuantos monosílabos fueron su respuesta ante el llamado y cuando colgó vio a la agente que aún permanecía boca abajo sobre la cama observándolo. El le acarició la caballera y se puso de pie.

 

 

 

Washington DC.

Residencia de Janet Krakovisch

 

Afuera la agente Scully estacionaba su Porsche gris frente a la entrada de la residencia de la secretaria del Dr. Mulder. Aunque no había acordado con él ir allí, sabía que se encontraba con sus amigos disfrutando de la cena navideña. Pero de un momento a otro vio que alguien abría la puerta y que del interior de la casa salía el Dr. Mulder.

 

Ella aún no había apagado su automóvil así que tocó la bocina. Cuando el Dr. Mulder levantó la cabeza al escuchar el sonido, su mirada se iluminó al ver quien causaba el ruido. Bajoólas escaleras del pórtico deprisa y antes de congelarse subió al auto.

 

Se abrazaron emocionados por reencontrarse nuevamente; habían sido una semanas largas donde no habían podido ni siquiera verse, era tan bello poder abrazarse después de tanto tiempo que lo disfrutaron por un buen momento. Después de ello, él la beso con frenesí y ella le respondió vorazmente.

 

-¿Cómo estás?- le preguntó ella jadeante después de haberlo besado.

 

-Bien, ahora que estoy viéndote me siento muy bien- expresó agitado.

 

-Lo mismo siento yo- agregó ella mientras le quitaba los restos de lápiz labial de sus labios.

 

-¿Tu casa o la mía?- le preguntó pronto.

 

-Pensaba entrar para darle su obsequio de navidad a las chicas y a los chicos- comunicó.

 

-No, eso nos va a tomar mucho tiempo. Yo me encargó de darle lo que les compraste otro día- dijo presuroso y puso las manos en las llaves del auto que aun colgaban del encendido. -Vamonos.

 

-Mulder, no puedo ser tan grosera. De seguro ya me vieron llegar- le dijo contrariada.

 

-Ni siquiera te esperaban, le dije que no vendrías, yo pensé que no vendrías. Vamos, quiero estar a solas contigo, si entramos se van a poner hablar y jamás nos dejaran salir. Por favor- suplicó. -Además, dejé tu regalo de navidad en casa- comentó.

 

-¿Me compraste un regalo?- preguntó con sorpresa.

 

-Sí, y si quieres verlo debemos irnos ya- contestó.

 

-Eres un chantajista- señaló ella con gracia.

 

Se había dejado convencer, él así lo vio cuando ella puso en marcha su elegante auto deportivo. Veinte minutos después ambos entraban al departamento del doctor, él encendió las luces del lugar mientras ella se quitaba su abrigo y tomaba asiento en el sillón de cuero negro mientras él iba a buscar el obsequio para ella a su habitación.

 

Cuando regresó tomó asiento junto a ella, se le veía emocionada, él traía consigo una bolsa de regalo dorada y eso era bastante prometedor. La agente Scully sacó de su abrigo los dos sobres que el agente Rivera le había entregado antes.

 

-Feliz navidad- le dijo ella cuando le entregó los dos sobres.

 

-Gracias- expresó él extrañado al ver los dos sobres.

 

-Ábrelo- le pidió. El abrió uno de los sobres y de su interior saco dos boletos para un concierto de Celine Dion y ella se echó a reír cuando vio la cara desaprobatoria de él. -Son para Sarah y Janet, él otro es para ti y los chicos.

 

-A que son boletos para alguna convención de ufología- presumió él.

 

-¡No! Ábrelo- le pidió.

 

El le obedeció y sacó del interior de otro sobre cuatro boletos en asientos de primera fila para el juego de baloncesto entre los Nicks de New York, el equipo favorito el Dr. Mulder, contra los Wizards de Washington. El no dejó de ocultar su sorpresa y emoción al ver los cuatro boletos para el juego.

 

-¡Es imposible!- dijo impresionado.

 

-Que poca fe tienes Mulder- dijo divertida ante su sorpresa.

 

-Dana, llevó todo el mes detrás de dos boletos para este juego, pensé que ya estaban agotados, y tú me acabas de regalar cuatro- expresó emocionado y la besó en señal de agradecimiento. -No sabes lo que acabas de hacer por mí.

 

-Oh sí… claro que sí sé- aseguró. -Sé que te gusta mucho el baloncesto.

 

-¿Cómo los conseguiste?- preguntó curioso.

 

-Tengo contactos- respondió misteriosa mientras él contaba los boletos.

 

-¿Por qué hay cuatro?- preguntó extrañado.

 

-Para que vayan tú y los chicos- respondió.

 

-¿Y no iras?- inquirió.

 

-Me encantaría, pero el partido es dentro de dos días y yo estaré fuera del país- contestó.

 

-¿Cuándo vuelves?- le preguntó molesto.

 

-No lo sé, tal vez después del treinta y uno de diciembre- respondió.

 

-¿No piensas pasar el año nuevo conmigo?- preguntó contrariado.

 

-Me encantaría, pero tengo mucho trabajo y no puedo postergar nada para otro momento- respondió a sabiendas que él no se sentía contento con su respuesta y ella evidentemente se sentía mal por no poder compartir tales fechas con él. -Lo lamento.

 

-Sacrificas mucho por el FBI- le discutió.

 

-Siempre ha sido así- aclaró. -Me conociste siendo agente federal y continuaré siendo agente federal- señaló, -eso no va a cambiar.

 

-Por lo menos date un respiro, tienes que vivir- le recomendó. -Pero en fin, no quiero discutir algo que no tiene arreglo, es como dices: no va a cambiar- agregó molesto y le pasó la bolsa dorada.

 

-¿Qué es?- le preguntó tomando la bolsa él no contestó. -¿Vas a seguir molesto?

 

El la miró incómodo y ella no estaba dispuesta a pasar toda la noche con un disgusto entre ambos. Se puso de pie y tomó su abrigo, pero él se puso de pie y le quitó el abrigo de las manos bajo los ojos de la agente que rezaban protesta e incomodidad, y sin esperarlo o adivinarlo la besó rápidamente, llevándola contra el escritorio y luchando con ella para sacarle la camisa. Ella intentaba alejarse, pero él se lo impedía.

 

-Mulder. ¿Qué haces?- preguntó entre besos.

 

-Dejo de estar molesto- respondió.

 

El continuó sacándole el resto de la ropa mientras la agente se dejaba hacer consciente de que él no la iba dejar salir de allí esa noche y, muchos menos, la dejaría abrir su obsequio de navidad.

 

Continuará…

 

 

feedback = Sí/Yes