fanfic_name = Mundos Distintos

chapter = XXVII

author = NikkyScully

dedicate = Disclairmer: Son de mi propiedad.

Clasificación: Es un alternativo de lo más enrredado y yo aún no entiendo de qué va.

Dedicatoria: A Rovi que ha sabido ponerle arreglo a todo este desorden. A Estrella mi incondicional interlocutora que es capaz de escuchar este relato por telefono mientras se lo leo, y a mi amada y queridisima Vania por seguirme la corriente con esta locura.

Agent Macgirl, mi gran amiga que ya que me hizo tía por tercera vez, tengo sobrino nuevo; se llama Ricardo y es mio jajaja, y a Isabel por su inconcidional seguimiento hacía este fic y a quienes me dejaron comentario en las pasadas entregas: Maca, Icezard, conocimiento_acumulado, GinaS, wendymsanchez, magalyalga, Joly, danny_xf, Jossv, Mary, scully_gab, dana-k, DanaKS, Any, Solsito, spookygirl86, Sany y Mike. Gracias a todos.

Feedback: jro185ARROBAhotmail.com.

Disfrutenlo.

 

Rating = touchstone

Type = Angst

fanfic = Día siguiente

El Centro

Oficina de Dana Scully

 

La agente Scully se acomodaba su chaqueta cuidadosamente pensando en las cosas que tendría que decir en la reunión de líderes de equipo que se efectuaría esa mañana. No estaba muy segura de que fuera a obtener los resultados deseados, pero debía intentarlo, de eso dependía la vida de la agente Illianof.

 

Cuando abrió la puerta se mostró sorprendida al encontrar ante ella al agente Kunimitzu, que entró a la oficina dejándola a ella de pie frente a la entrada. El se colocó frente al ventanal y se dispuso a mirar el vacio. La agente Scully se alegraba por verlo porque necesitaba hablar con él, pero de todos modos le parecía extraño que él estuviera en su oficina. El era el único en toda la organización que no la visitaba.

 

Cerró la puerta y se colocó en medio de la oficina esperando a que él tomara la iniciativa para hablar, algo le decía que él también la necesitaba. Miró su reloj, los minutos pasaban y Tezka Kunimitzu no decía nada.

 

-Tenemos una reunión en cinco minutos- le recordó pausadamente y el agente la miró. -Debemos ir.

 

-¿Por qué quieres usar el protocolo I en el equipo Delta?- le preguntó con interés.

 

-¿Quién te habló de eso?- le preguntó confusa.

 

-Edward Wolf. El quiere que te apoye- contestó.

 

-¿Y tú no lo harás?- preguntó ella con serenidad.

 

-No sin algo que lo justifique. Quitarle el comando del equipo Delta a Alexa Illianof debe hacerse bajo circunstancias prioritarias; el protocolo I habla de retirar al líder bajo circunstancias de enfermedad, Illianof no esta tan grave- comentó.

 

-Tiene un tumor cerebral y si no recibe quimioterapia morirá en un año, sus ataques frecuentes afectarán progresivamente su desempeño como líder del equipo Delta. Eso es prioritario, eso exige un protocolo I; me veo en la obligación de pensar en el bienestar de su equipo y en el de ella- aclaró.

 

-¿Quién te dijo que tiene un tumor cerebral?- preguntó visiblemente confundido.

 

-A ti te lo dijo ella, a mí me lo dijo su esposo- contestó. -¿Alguna otra pregunta?

 

-Te apoyare, pero necesito que hagas algo por mí hoy en la reunión- aclaró.

 

 

 

El Centro

Diez minutos después

 

Hannah Summers y Frank Bennedetty entraban a uno de los salones del Centro en compañía de dos sujetos que nadie allí conocía. Los cuatro se detuvieron frente a la enorme mesa ovalada donde se encontraban los otros que mantenían un silencio sepulcral, y sus emociones de confusión y extrañeza no la expresaban.

 

Hannah Summers tomó asiento, pero el Sr. Bennedetty y los extraños no lo hicieron. Frank Bennedetty, tercero al mando de la organización, tomó una especie de control y encendió el proyector holográfico que reposaba sobre la gran mesa y éste mostró varías fotografías de personas desconocidas. Los lideres de los equipos y los observadores mantuvieron silencio.

 

-Damas, caballeros, estos son los nuevos miembros del Centro- comentó el Sr. Bennedetty mientras en pantalla se proyectaba una a una las fotografías de los nuevos agentes. -Serán los operativos de los equipos recientemente creados por esta organización, y a mi lado se encuentran sus nuevos lideres: Isabelle Marshall, líder del nuevo equipo Gamma y Dylan Ferrer, líder del equipo Zeta- los presentó.

 

Los nuevos agentes saludaron con débiles movimientos de cabeza a los ya veteranos miembros del Centro. La agente Scully sintió cierto alivio, porque más personal en El Centro significaba menos trabajo para ella. Ya era necesario de todas formas, volver a reintegrar el equipo faltante como el Zeta y crear uno nuevo ahora llamado Gamma hacía que las cosas en El Centro fueran mucho más fáciles, sobre todo porque Los Complejos últimamente estaban realizando apenas un 30% de sus misiones programadas.

 

-Los agentes Ferrer y Marshall en las próximas doce horas estarán realizando las misiones de Santo Tomé y Guinea- informó el Sr. Bennedetty.

 

-Vaya, veo que no dejarás que se acoplen primero a los miembros de los equipos y a las instalaciones- comentó desconcertada la agente Webster.

 

-Por mi parte debo decir que la misión será buena para el acoplamiento- comentó el agente Ferrer.

 

A la agente Scully le pareció que tal sujeto quería dar a demostrar que sería fácil para él acostumbrarse a todo lo nuevo que le rodeaba allí, y sonrió para sí porque él no sabía que se encontraba en medio de un nido de víboras; unas víboras muy competitivas.

 

-Ferrer, Marshall, a mi izquierda se encuentra Dana Scully, líder del equipo Alfa- le presentó la Sra. Summers, -a su lado esta Tezka Kunimitzu líder del equipo Beta y uno de nuestros mejores estrategas; a mi derecha se encuentran Rachel y Marcus Webster, nuestros observadores; y Edward Wolf, líder del equipo Omega- concluyó.

 

-¿No tienen un equipo Delta?- preguntó el agente Ferrer al ver un asiento vacío en la mesa.

 

-Sí, lo tenemos- respondió el Sr. Bennedetty. -En estos momentos, Alexa Illianof, líder del equipo Delta se encuentra en descanso.

 

-Hablando de la agente Illianof- expresó la agente Scully lista para cumplir su promesa, -exijo un protocolo nivel uno para el equipo Delta.

 

-¿Bajo qué circunstancias?- preguntó con sorpresa la Sra. Summers.

 

-No tengo que hablar sobre las circunstancias en las cuales debe ser efectuado un protocolo I; todos aquí las conocemos y sabemos que está ocurriendo con Illianof.

 

-No podemos hacer lo que exiges; Illianof está en perfectas condiciones. Además, no creo que los demás estén de acuerdo con esa determinación- justificó el Sr. Bennedetty.

 

-Yo estoy de acuerdo- expresó el agente Webster.

 

-Se necesita más apoyo que el tuyo, Marcus- aclaró la Sra. Summers.

 

-Entonces incluyo el mío- agregó la agente Webster.

 

-Y el mío- secundó el agente Wolf. -Nos estaríamos engañando al pensar que Illianof puede continuar liderando la unidad, en cualquier momento podría colapsar y eso no sería bueno para nadie- disertó preocupado.

 

-¿Kunimitzu?- le llamó la Sra. Summers esperando su opinión.

 

-No está en condiciones de liderar el equipo Delta.

 

Y la democracia existía en El Centro; los líderes de equipo podían decidir quien podía y quien no podía mantener sus funciones como comandante de algún equipo de la organización, y eso lo comprendían muy bien el Sr. Bennedetty y la Sra. Summers. Las reglas eran las reglas y debían acatarlas aunque no quisieran.

 

-Están al tanto que Illianof no estará de acuerdo con esta decisión- expresó preocupada la Sra. Summers, los demás no dijeron nada. -El Sr. Summers no estará contento con el cese de funciones del equipo Delta a falta de alguien que lo lidere.

 

-No tiene por qué dejar de funcionar el equipo Delta por falta de líder, cualquiera puede suplantar a Alexa Illianof- comentó la agente Scully con serenidad.

 

-No es fácil encontrar a alguien con los años de experiencia que posee ella. Tiene quince años trabajando para la CIA, ella podría manejar El Centro si se me antojara- expresó la Sra. Summers. -No es tan sencillo como creen.

 

-No tienes que ir tan lejos, en mi equipo hay alguien que puede llenar muy bien el vacio que dejará Illianof en el Delta- comunicó la agente Scully.

 

-¿Y quien será?- preguntó desconfiada la Sra. Summers.

 

-Alexander Krycek- contestó.

 

La Sra. Summers quedó atónita ante lo escuchado y después de eso le dio un ataque de risa. La propuesta de la agente Scully le parecía de lo más descabellada.

 

-Todo lo que sabe se lo he enseñado yo- recordó la agente Scully, -lleva ocho años en el Alfa, equipo primario del Centro, mi equipo; por consiguiente, el agente Krycek está más que calificado para comandar el Delta.

 

-Además, sería favorable que alguien conocido se convierta en el líder del Delta. Buscar a alguien exterior tomaría tiempo y no sería fácil para los agentes de este equipo recibir órdenes de un desconocido. Si Alexander Krycek es ascendido a un nivel operativo cinco y se pone bajo su cargo dicha unidad, los cambios no serían tan profundos y marcados- explicó el agente Webster.

 

-De todas formas te quedarías sin un agente, no te puedes dar ese lujo- dijo el Sr. Bennedetty.

 

-A mí me sobra un miembro- comentó el agente Kunimitzu. -Kaoru Kawasaki sería perfecta para el Alfa- propuso.

 

-La agente Kawasaki está situada en el Beta sin remoción alguna- le recordó el Sr. Bennedetty.

 

-Pues a mí me agradaría tenerla en mi equipo- agregó la agente Scully mirando al agente Kunimitzu. Ese era el favor que él le había solicitado minutos antes. -Su trabajo es impecable y si Krycek sale del Alfa, Kawasaki sería su digna sucesora- expuso, como líder del Alfa a ella no se lo podía negar ninguna solicitud laboral.

 

-Sus deseos de estar en el Beta se revocan inmediatamente, el Alfa es prioritario- recordó el agente Kunimitzu. -Y sería bueno para ella, necesita ver otra perspectiva de trabajo, otros modos y el Alfa es más que perfecto para eso. Ella terminó su fase de iniciación en el Beta.

 

-¿Y está es su propuesta?- preguntó con sorpresa la Sra. Summers, aún no podía creerlo; se habían unido para sacar a Alexa Illianof y ella sabía que no se trataba de ningún capricho, era que todos estaban pensando en el bienestar de la agente.

 

-Debemos hablar con el Sr. Summers- le expresó el Sr. Bennedetty a la Sra. Summers.

 

-Es correcto- secundó y se dirigió a los demás. -Hablaremos con el primero al mando sobre esta propuesta, en cuarenta y ocho horas tendrán una respuesta.

 

La segunda al mando se puso de pie y, seguida por el tercero al mando, salieron del salón bajo las expresiones de confusión de los nuevos miembros del Centro. Todos comenzaron a retirarse y Rachel Webster se acercó a ellos.

 

-¿Qué ocurrió?- preguntó el agente Ferrer embrollado.

 

-Lo que ocurre cuando los líderes de equipo se unen para sacar a otro de la organización- aclaró y pudo intuir la preocupación del agente Ferrer y la agente Marshall. -Bienvenidos al Centro- expresó con cortesía y se retiró.

 

Tres días después, la agente Scully caminaba por el pasillo central del Centro, se había preparado para ir al coctel ofrecido por el editor del Dr. Mulder en honor al lanzamiento de su nuevo libro. Aunque todavía tenía tiempo de sobra, decidió trabajar con el informe de la misión de Tailandia; había arribado de aquel país el día anterior y aún no había podido entregarle el informe al Sr. Bennedetty.

 

Cuando se dirigía a Sistemas a unos pasos de ella se encontraba el agente Krycek; él le sonrió al verla y ella hizo lo mismo. El conversaba con otro agente, que se despidió segundos después de ver a la agente Scully acercarse.

 

Alexander Krycek era otro, ya no era el operativo nivel cuatro, miembro de la unidad Alfa, ahora era un operativo nivel 5 y líder del equipo Delta. Realizaba perfiles, daba órdenes a sus subalternos y se vestía con el uniforme corporativo de la organización: el traje de oficina completamente negro. A la agente Scully todo eso le causaba cierto orgullo.

 

-Agente Krycek- le saludó respetuosamente la agente Scully.

 

-Agente Scully- le imitó él. -¿Cómo estás?- le preguntó después.

 

-Muy bien- contestó. -¿Y tú cómo te encuentras?

 

-Siento que me encuentro en medio de un extraño sueño- respondió, su mirada tenía una ligero brillo de emoción.

 

-Pues asimila la idea, ahora tú y yo somos iguales- comunicó. -Te dieron la noticia esta mañana- comentó.

 

-¿Cómo lo sabes?

 

-Bennedetty me informó de tu ascenso ayer en la noche, como todos lo estábamos esperando- contestó.

 

-Sí, supe que tú tuviste mucho que ver en todo esto- expresó.

 

-Bueno… era lo correcto, había llegado el momento para que dejaras el nido de mi unidad y que trabajaras con alas propias- comentó. -Eres el indicado, no pudo haber sido otro.

 

-Se dice que Illianof no está contenta con la decisión- comentó preocupado.

 

-Todo lo que hicimos fue hecho por su bien, además el Delta no ha quedado en malas manos- aclaró. -Lo importante es que debemos continuar.

 

-Así es, lo único que me queda es darte las gracias, gracias por pensar en mí y por tener la suficiente confianza para poner el Delta en mis manos- expresó agradecido.

 

-Ya te dije, no fue nada- dijo. -¿Tienes que hacer algo ahora?- preguntó.

 

-Debo reunir al equipo dentro de tres horas para prepararnos para la misión de Siria- contestó.

 

-¿Te asignaron Siria?- preguntó con sorpresa.

 

-Así es- respondió estupefacto, -no me lo esperaba.

 

-Bueno tienes tres horas antes de tu reunión ¿Por qué no salimos a comer fuera para celebrar tu ascenso?- preguntó. -Yo invito- aclaró.

 

-Me parece perfecto- expresó gustoso.

 

 

 

Universidad de Washington

Salón de Recepciones

 

La agente Scully después de almorzar y conversar a lo largo de tres horas con el agente Krycek, acudió al coctel al cual había sido invitada por el mismo Dr. Mulder. El lugar estaba lleno: profesores, médicos, psicólogos, catedráticos de la misma universidad, y admiradores del prominente doctor de la ciencia de la conducta se encontraban reunidos allí.

 

Divisó al Dr. Mulder sentado en una mesa en medio de unas cuantas personas que le pedían que autografiara el libro que él había escrito y que ellos habían comprado. El Dr. Mulder, gustoso, autografiaba cada libro que le pasaban y respondía las preguntas que le hacían referente a este.

 

La agente Scully volvía a sentir orgullo en su corazón, las personas que más estimaba en la vida estaban triunfando con lo que mejor sabían hacer. Lo observó por unos minutos, enamorada y feliz, sin intenciones de que él advirtiera su presencia; continuaba firmando y contestando.

 

-Dr. Mulder, ¿la Srta. Wilde aún no ha podido eliminar su otra personalidad después de la conclusión de sus investigaciones? Tengo entendido que ella ha recibido terapia por más de un año- preguntó uno de los presentes.

 

-Lamentablemente la doble personalidad de la Srta. Wilde está muy arraigada en su subconsciente, es un alter ego que ha tomado propia autonomía de la mente de esta joven y, según me temo, Jannette ha logrado reprimir a la Srta. Wilde y no a la inversa como he querido que suceda- explicó.

 

-¿Entonces la personalidad de la Srta. Wilde ya no aflora como en los primeros días?- preguntó uno de los médicos del grupo.

 

-No. Cuando se intenta hablar con ella, Jannette inmediatamente toma el control e impide que la Srta. Wilde se exprese. Jeannette entiende que cuando le hablamos, le hablamos como si fuera la Srta. Wilde; es la Srta. Wilde, nunca le hemos dado importancia a su existencia; pero esta personalidad es tan fuerte que se impone a pesar del conocimiento de que no es quien dice ser- explicó.

 

-Dr. Mulder, suena preocupado con la situación de la Srta. Wilde- comentó la Dra. Crowdler que se encontraba entre ellos, -pero a mí me consta que Jannette le parece sumamente divertida- ilustró.

 

-No lo niego, Jannette es una personalidad muy fascinante; una dominatrix muy peligrosa y sexy- comentó.

 

Los presentes rieron ante el último comentario del Dr. Mulder, pero a la agente Scully no le pareció muy gracioso. Ya iba él a saber lo que era una mujer dominante, peligrosa y sexy.

 

-Dr. Mulder, tal vez mi pregunta sea indiscreta- aclaró una de las presentes, -pero a muchos de nosotros nos gustaría saber quién es Dana- concluyó la joven.

 

-¿Quién cree usted que sea?- preguntó el Dr. Mulder sorprendido por la curiosidad de los presentes. La agente Scully estaba igual de intrigada y hasta le dio gracia.

 

-Su novia, tal vez- contestó.

 

-Lo dejo al criterio de ustedes- expresó el Dr. Mulder inquieto con tal curiosidad.

 

-Pues a mí me gustaría que lo aclarara, Dr. Mulder- intervino la agente Scully de repente y el Dr. Mulder sonrió al verla. -Esta mujer al parecer es muy importante a tal punto que representa su cordura.

 

-Sí y a veces representa mi locura- la agente Scully se sonrojó, -es una maniática de la limpieza y me saca de quicio- terminó el Dr. Mulder con sorna.

 

-¿En serio? Entonces, si Dana se encuentra entre nosotros de seguro usted va a dormir en el sofá esta noche por su desacertada explicación- comentó ella.

 

-Pues entonces me retracto, aunque creo, sin temor a equivocarme, que Dana es una mujer consciente de mi extraño sentido del humor y que sabe muy bien que para mí representa todo mi existir.

 

Para muchos de los profesionales allí concurridos la discusión había entrado a cosas cursis y tontas, pero a otros les causó gracia y admiración, incluyendo a las féminas que se encontraban en la recepción. El editor del Dr. Mulder anunció que esté ya no firmaría más autógrafos e invitó a los presentes a disfrutar del brindis y de los bocadillos; el Dr. Mulder abandonó la mesa y se acercó a la agente Scully que procuró tomar una copa de champaña que le ofrecían.

 

-Después de lo dicho, espero haber recibido el perdón- expuso el Dr. Mulder al ocultar sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

 

-Esta Dana te conoce perfectamente, por consiguiente no tiene que perdonarte nada- expresó con una evidente sonrisa seductora.

 

-Me alegra saberlo- comentó relajado.

 

-Supongo que usted es Dana- intervino de repente el editor sin que la agente y el doctor lo esperaran.

 

-Digamos que sí- aclaró cómplice la agente Scully.

 

-Dana, él es Roy Hammer, mi editor; Roy, ella es Dana Scully, mi…

 

-Quien no te enviará a dormir en el sofá esta noche- expuso con cierta burla la agente Scully a la vez que estrechaba la mano del editor. -Es un placer, Sr. Hammer.

 

-El placer es todo mío, Srta. Scully- expresó. -Tenía mucho interés en conocer a la dama responsable de volver más loco a este hombre- señaló el Sr. Hammer al darle palmadas en la espalda al Dr. Mulder.

 

-Cuando dice usted que soy la responsable de volverlo más loco no logro entederlo, porque él dice que soy la responsable de mantenerlo cuerdo- expresó confundida la agente Scully.

 

-La cordura que usted le otorga es un estado de total ilusión en Mulder- explicó el Sr. Hammer, -pero tiene sus ventajas. Logró terminar el libro gracias a usted, antes de conocerla ni siquiera había escrito seis capítulos- relató.

 

-Eso es completamente halagador por parte de usted, Sr. Hammer, ya que Mulder no me había comentado eso con anterioridad- expresó con sorpresa.

 

-Eres una fuente de inspiración para mí, debo reconocerlo. Pero eres insoportable cuando se te sube el ego a la cabeza; por eso no te lo había dicho antes- explicó el Dr. Mulder.

 

-Eso es totalmente absurdo- expresó con desacuerdo.

 

-Pero es cierto- recalcó y le tocó un hombro en gesto cariñoso.

 

-Oh… ahí está el Dr. Contreras; iré a saludarlo- comunicó el Sr. Hammer y miró a la agente Scully. -Srta. Scully, si Mulder le pide que le ayude a salir de aquí, no lo haga; no se irá de aquí hasta que hable con el rector de la Universidad- le advirtió. -Si me disculpan, quedan en tu fiesta- expresó marcadamente y se retiró.

 

-¿Lo escuchaste?- la agente Scully asintió divertida. -No le vayas hacer caso y ayúdame a salir de aquí.

 

-No hasta que hables con el rector- el Dr. Mulder la miró con reproche, pero ella no iba a cambiar de opinión y se sintió derrotado. -Por cierto: ¿por qué tienes que hablar con él?

 

-Para concretar mi entrada a la Universidad como maestro numerario- contestó.

 

-¿Vas a impartir clases?- preguntó con sorpresa.

 

-Es lo que desean Carl y el rector- contestó.

 

-¿Y tú no lo deseas?- preguntó al verlo poco a gusto.

 

-Es genial, pero eso me obligaría a trabajar menos horas en el Instituto y pasar menos tiempo contigo, cosa que prácticamente es un hecho- aclaró.

 

-Ya habrá modo de arreglar esta situación- le tomó la mano y se la besó ligeramente, -ya verás.

 

Y él esperaba que así sucediera porque pasar tanto tiempo lejos de ella le causaba mucho pesar, su necesidad por ella se había vuelto demasiado importante; y eso sucedía de igual forma con la agente Scully.

 

 

 

El Centro

 

Después de haber logrado la transferencia de la agente Kawasaki, el agente Kunimitzu pensó que había sido demasiado drástico con lo que había hecho; pero todo fuera por el bien del castigo dado a la impertinente Kaoru Kawasaki, que por celos supuso algo que ni siquiera se acercaba a las fantasías más ocultas del agente Kunimitzu.

 

Esperaba con suma paciencia que el ascensor abriera sus puertas y pensaba en la reacción de la agente Kawasaki cuando se le informó de su transferencia al Alfa. El no había presenciado la comunicación, pero sabía que ella no la había tomado a la ligera y ambos tenían varios días sin verse las caras.

 

El ascensor abrió sus metálicas puertas y recibió al agente en su interior. Este marcó el nivel al cual deseaba ir y el elevador comenzó a ascender; cuando se detuvo abrió sus puertas y dejó al agente Kunimitzu salir. Este se encaminó por una especie de estacionamiento subterráneo, iluminado con tubos fluorescentes de bajo consumo y lleno de autos.

 

Sacó las llaves de su auto de uno de los bolsillos de su abrigo y eliminó la seguridad de su Mercedes negro, la alarma sonó dos veces haciendo un eco ligero en el lugar. Cuando abrió la puerta del auto, sus sentidos se agudizaron al escuchar que alguien se acercaba a él; al girar se encontró frente a frente con la figura esbelta y febril de la agente Kawasaki.

 

-No te hagas, a ti no te asusta ni siquiera tu frialdad- ilustró ella de manera dura al advertir su diminuta sorpresa.

 

-¿Qué quieres?- preguntó él a la defensiva.

 

-Una explicación- contestó.

 

-¿De qué?

 

-Estoy cansada de tus juegos, vayamos al grano- le pidió evidentemente molesta. -¿Cómo pudiste? ¿Cómo lograste que me transfirieran al Alfa?

 

-Scully se quedó sin un agente y a mí me sobraba uno, recomendé tu traslado y a ella le pareció acertada mi propuesta- explicó tranquilamente, como si estuviera hablando del almuerzo; le estaba restando importancia a la indignación de la agente Kawasaki.

 

-¿Aún a sabiendas de que estaba en el Beta sin remoción porque mi contrato era definitivo?- preguntó con un tono de enfado que él pudo advertir.

 

-El Sr. Bennedetty protestó, pero al Alfa no se le puede negar nada y para Scully eres perfecta- contestó sin mirarla a los ojos, estaba más pendiente a que alguien pudiera verlos que a la furia de quien se encontraba frente a él.

 

-¿Y desde cuando a ti te preocupa lo que desee Scully?- le preguntó. -¿Por qué no le sugeriste a Ellington o Duke?- preguntó. -Son tan capacitados como yo- le recordó.

 

-Duke es mi especialista en comunicaciones y Ellington es mi estratega de campo, no puedo sacarlos del Beta sin asegurarme de que sus puestos sean ocupados por personas capaces de llenar mis expectativas; sin embargo, tú eres reemplazable de una manera sencilla y autónoma- explicó fríamente.

 

A ella no le dolía el hecho de que él estuviera bastante alejado, sino que laboralmente hablando la tratara como una mera operativa y le dijera que era fácil de reemplazar; así que no dudó en abofetearlo con todas sus fuerzas, tanto así que sus elegantes lentes de aire salieron de su cara y cayeron al suelo.

 

El no reaccionó al sentir la bofetada sino que la miró fijamente, estaba furiosa y su rostro se encontraba rojo. Tezka Kunimitzu evidenciaba una real decepción profesada por Kaoru Kawasaki hacía él mismo, pero no era su culpa, así lo comprendía; ella había fallado, había sido imprudente y demasiado precipitada con sus pensamientos; y él no dudo en hacer lo ya hecho y lo continuaría haciendo hasta que ella aprendiera la lección.

 

Un elegante auto Lincoln corría despacio por aquel estacionamiento, ambos agente advirtieron la presencia de dos personas sumamente importantes. Cuando el Lincoln se estacionó a unos diez metros del auto del agente Kunimitzu y el conductor bajó para abrir la puerta de los pasajeros, el primero en bajar fue Andrew Summers y en ese momento la agente Kawasaki se alejó de allí sin ni siquiera saludar al tan alejado jefe del Centro.

 

A él le pareció curiosa la escena, antes de bajar del auto pudo verla con una expresión totalmente incómoda y mirando al agente Kunimitzu, todo ello para él era rencor. Pero sin prestarle mucha atención ayudó a su esposa a bajar del auto. Tezka Kunimitzu se avocó a saludarlos con un ligero movimiento de cabeza y se subió a su automóvil, partió sin dilatar más el momento. A Hannah Summers todo eso sí le pareció extraño y sí le dio importancia, tanto que, no dudo en expresárselo a su homólogo y esposo.

 

-Se están acostando- comentó ella ligeramente.

 

-¿Es un chiste?- preguntó él divertido. -Tezka Kunimitzu tiene el alma pegada a los huesos, por lo tanto no puede expresar afecto por alguien- explicó.

 

-Yo dije que se están acostando, no que están enamorados- rectificó ella.

 

-¿Y eso de alguna manera nos afecta?- preguntó el preocupado mientras se dirigían al ascensor.

 

-Por supuesto que no- contestó. -Kunimitzu es demasiado serio para permitir que algún lio de cama estorbe su trabajo. Es curioso, pero ahora entiendo por qué al principio no deseaba trabajar con Kawasaki, sabía que se iba aacostar con ella y ahora que logóo sacarla definitivamente del Beta está más tranquilo y puede ser más ecuánime con su labor dentro del Centro.

 

-Más tranquilo me siento yo entonces ante su explicación- expuso él y ambos entraron al ascensor ya abierto que luego cerró sus puertas. -De todas formas me parece extraño que Kunimitzu se sienta intranquilo por alguna mujer, él jamás ha demostrado…

 

-Todos los hombres son iguales, Andrew- intervino la Sra. Summers. -El más duro puede derretirse ante la primera insinuación femenina – le miró insinuantemente, sus palabras marcaban un doble sentido y su esposo la miró con reproche. -Es cierto.

 

-Es fastidio de tu parte- corrigió él, ya le aburría la insistencia de su esposa de recordarle una y otra vez aquel desliz que protagonizó en el pasado con la Sra. Reyes. -Hablando de otros asuntos que nos atañen. ¿Qué harás con Gates?- preguntó curioso.

 

-¿Qué quieres que haga con él?- preguntó ella.

 

-Debemos mantener un bajo perfil frente a Phillip, estoy al tanto de sus sospechas hacia nosotros por lo ocurrido en las últimas semanas en Los Complejos; que descubrieran a Virget significó un gran problema para nosotros…

 

-Cubrí muy bien nuestras huellas- le recordó y él se mostró tranquilo.

 

-Tú inteligencia no tiene limites- le halagó, -pero debemos tener cuidado. Gates sabe muchas cosas que nos comprometen, aunque jamás tuvo que hacer lo que Virget, estaba al tanto de que recibiría las mismas órdenes que ella recibió con anterioridad.

 

-¿Qué propones?- preguntó la Sra. Summers y el ascensor abrió sus puertas dejándolo en las entrañas del Centro.

 

-Mátalo- contestó.

 

-Eso sería demasiado obvio- explicó, -ambas muertes nos pondrían bajo un microscopio.

 

-Matar a Gates es nuestra única salida, no veo ninguna otra solución.

 

-Matarlo no lo es- disertó, -existe otro modo y no implica derramar la sangre de Gates- comentó, el Sr. Summers la miró curioso. -Lavado cerebral, sacar de su cabeza todo lo que sabe con respecto a su misión asignada por mí cuando fue transferido a Los Complejos.

 

-Eso es una manera demasiado arcaica, hace años que no hacemos lavados cerebrales. Incluso es un procedimiento prohibido por los estamentos de la organización en vista de la poca efectividad y los daños que causa en la corteza cerebral; muchos morían meses después de habérseles hecho el lavado.

 

-¡Que poco estás al tanto de los últimos avances! Tú hermanita adorada, que a veces no nos sirve de mucho, mejoró el procedimiento; ahora es menos invasivo y va directo a la memoria del paciente; podemos elegir qué deseamos borrar y no nos aventuramos a borrar la memoria completamente. Es como si fueras a un documento en especifico, dieras click y eliminaras; y lo mejor de todo es que nadie muere- ilustró.

 

-Bien- respiró agotado, -habla con Margaret- le pidió.

 

-Prefiero evitar que se inmiscuya en este asunto- explicó.

 

-Como sea, has lo que tengas que hacer- el ascensor abrió sus puertas y él salió.

 

La Sra. Summers salió un rato después, sacó su móvil y se comunicó con su asistente particular, quien le ayudaba a realizar sus trabajos que atentaban contra lo correcto y debido de la organización.

 

 

 

Unas semanas después

Universidad de Washington

Aula 303

 

En aquella aula hecha como un pequeño anfiteatro, con muchos asientos ascendentes y al final un enorme pizarrón blanco y un escritorio, se encontraba el nuevo profesor de la materia de psicología criminal, impartida específicamente para estudiantes que pretendían ingresar a Quántico. El lugar estaba repleto y el profesor era tan apasionado en la materia que ningún estudiante se atrevía ni siquiera a respirar; todos entusiasmados con la dinámica clase y el genial profesor que provocaba admiración en los chicos y deseo en las chicas.

 

Dana Scully observaba todo desde uno de los asientos altos, le impresionaba el nivel de seriedad y dinamismo que el Dr. Mulder le impregnaba a la clase haciendo que todos allí supieran por lo menos explicar que era la psicología en sí; luego de terminada la clase los alumnos comenzaron a retirarse. El Dr. Mulder vio a la agente Scully bajar la escalinata central del amplio salón para acercarse a él.

 

-¿Cómo está Prof. Mulder?- preguntó ella de modo divertido.

 

-Oh…- él empezó a negar tal título con una mano, -no me llames así, por favor- le suplicó incómodo. -Suficiente con Mulder- explicó.

 

-Pero si te queda bien, te hace ver más intelectual- expresó ella cerca de él y hablando sobre sus labios.

 

-Soy un científico, no un intelectual- corrigió.

 

El rompió la pequeña distancia entre sus labios y besó a la agente Scully sutilmente. El beso hubiera sido mucho más profundo si no los hubieran interrumpido. La agente Scully se alejó del Dr. Mulder apenada al verse descubierta y se avocó a distraerse con el desorden de papeles que había sobre el escritorio, mientras el profesor hablaba con la estudiante que los interrumpió.

 

A la agente Scully le pareció que no era una consulta estudiantil, la joven de unos veinte años coqueteaba abiertamente con el Dr. Mulder que no le estaba prestando atención a sus insinuaciones pero que tampoco las detenía.

 

La agente Scully entornó los ojos ante la escena tan ridícula, pero recordó que en su época de estudiante era de las jóvenes que coqueteaba con los maestros y hasta llegó a recordar que cuando estudiaba medicina tuvo un tórrido romance con uno de sus maestros. Había cambiado tanto que todo eso ahora le parecía repugnante.

 

La joven se retiró, no sin dejarle en un pequeño papel su número al doctor, que se lo entregó discretamente y miró de forma extraña a la agente Scully. Cuando se retiró la agente se cruzó de brazos y vio como el Dr. Mulder guardaba el diminuto papel en el bolsillo izquierdo de su camisa, está no dudo en sacar el papel de aquel bolsillo y ver lo que decía.

 

-Uh… que tierna, su número de teléfono y su nombre encerrados en un corazón- expresó de forma irónica. -¿La vas a llamar?

 

-¿Qué crees?- preguntó el divertido mientras acomodaba todos los papeles en su maletín.

 

-No, no la vas a llamar- respondió y rompió el papel varios pedazos, luego ya satisfecha con lo hecho le sonrió.

 

-No, claro que no la voy a llamar; rompiste su número- señaló con gracia.

 

-Tú me estás pidiendo que te dispare en el otro hombro- sentenció.

 

-Sí, sí, sí; siempre me estás amenazándome con tu arma- se colocó su chaqueta y tomó el maletín. -¿Vamos?

 

-No estoy bromeando. Mulder, un día de estos te voy a disparar- volvió a sentenciar seriamente.

 

-¿Lo harías?- preguntó preocupado.

 

-Si te acercas a otra que no sea yo; sí, lo haré- indicó.

 

-Eres federal- le recordó.

 

-Eso no me impide dispararle a quien quiera- explicó. Ambos salieron del aula y continuaron la discusión en el pasillo de la universidad. -Es así de simple.

 

-Estás blofeando- interpretó el Dr. Mulder.

 

-Si eso crees, entonces terminemos esto y vayamos a comer.

 

Y fueron a comer, pero la discusión no se quedó en la universidad, sino que los siguió hasta el restaurante y mientras comían cordero ahumado con ensalada griega el Dr. Mulder trajo el tema a colación.

 

-No entiendo porqué me celas con cada mujer que se me acerca- expresó confundido.

 

-Porque te conozco y aunque no sea tu intención terminas haciendo cosas que no debes- explicó.

 

-¿Cómo qué?- preguntó con sorpresa.

 

-Te pasas de amistoso- contestó mientras trinchaba su carne.

 

-Sólo lo hago con mujeres que conozco. No me digas que te pondrás como te pusiste cuando conociste a Leila- expuso preocupado.

 

-Eso paso hace meses- recordó.

 

-Ahora, yo me pregunto: ¿Reaccionaría igual que tú si viera a algún hombre hablando contigo de manera normal?- preguntó al tomar un sorbo de agua. -No, por supuesto que no porque yo estoy consciente de que respetas nuestra relación- y la agente Scully comenzó a reír. -¿Qué?

 

-Reaccionarias peor, de eso estoy segura- contestó.

 

-No lo creo- desmintió.

 

-Mulder, me celas con Alex y ni siquiera lo conoces- le recordó seriamente divertida.

 

-Pues tengo razones para hacerlo, ni siquiera estás interesada en presentármelo- expuso.

 

-Es el colmo. ¿Crees que no te lo quiero presentar porque tengo algo con él?- preguntó indignada. -Ya te explique por qué no lo hago.

 

-Lo cual sigue siendo poco convincente para mí- dijo molesto.

 

-¡Basta!- pidió ella, -no puedo continuar con esto…

 

-¿Ves? Huyendo de nuevo-refirió mientras comía. -¿Por qué no me lo quieres presentar?

 

-Estoy cansada de contestar eso- miró su reloj.

 

-Propongo algo: vayamos al FBI, me muestras las instalaciones y así aprovechas y me presentas al misterioso Alexander Krycek- propuso.

 

Y la agente Scully puso una mirada seria, pero en su interior estaba totalmente alarmada con la propuesta del Dr. Mulder. Una propuesta totalmente incoherente para ella porque eso significaba tener que llevarlo al Centro y eso era más que imposible y por supuesto presentarle al agente Krycek era lo más inadecuado.

 

-No- expresó ella secamente y continuó comiendo aparentando calma.

 

El no se iba a dar por vencido, acercó su silla a la de la agente Scully y estaba tan cerca de ella que podía respirar el mismo aire que ella respiraba. Junto sus manos y empezó a suplicar, pero ella continuó impávida e inmutable prestándole toda su atención al cordero que estaba en su plato y en vista de que el Dr. Mulder no se iba a comer su ensalada, ella comenzó a comérsela por él.

 

El, molesto por su actitud, decidió jugar sucio y empezó a decirle palabras dulces que de pronto se volvieron demasiado seductoras para el ambiente tan impropio en el cual se encontraban. La agente Scully se empezó a reír y cuando sintió que el Dr. Mulder le tocaba el muslo por debajo de la mesa se sonrojó.

 

-Eso no va a funcionar- le advirtió con voz ronca.

 

-¿Crees que no?- preguntó él seguro de sus intenciones.

 

Y le molestó su altanería y ego, tanto que tomó un tenedor y se lo clavó rápidamente en la mano; él se quejó bajó y retiró la mano deprisa, se frotaba su mano adolorida y la miraba con reproche, ella le miraba de forma picara.

 

-Eres una arpía- señaló.

 

-Lo sé, me lo dicen todo el tiempo- expresó con una mirada seductora que hizo caer al doctor en las redes de la agente.

 

Y se besaron con veneración, sin preocuparles el momento o el lugar. Ellos eran uno en el mundo donde lo demás no tenía nada de importancia y sus lenguas destilaban toda la pasión de sus cuerpos. Luego de un rato y en búsqueda de aire se separaron no sin sonreír maravillados por como latían sus corazones desbocados y llenos de amor.

 

Continuaron con su almuerzo en silencio y el teléfono de la agente Scully sonó, ella contestó con pocos deseos y empezó a discutir a medias con su interlocutor. El Dr. Mulder acostumbrado ya, llamó al camarero y cuando éste llegó el doctor le pidió la cuenta. La agente Scully se mostraba confundida mientras continuaba hablando y cuando el camarero regresó con la cuenta el Dr. Mulder le entregó la tarjeta de crédito que había sacado de su cartera de bolsillo. La agente Scully colgó extrañada y luego miró confusa al doctor.

 

-Mulder, me tocaba pagar a mí- le recordó.

 

-Descuida- le pidió mientras revisaba su agenda electrónica, -luego lo harás tú- y le acarició la mano.

 

El camarero llegó con la tarjeta del Dr. Mulder y la cuenta, éste firmó el recibo con la cuenta ya pagada, le dejó propina al mesero y cerró el pequeño portafolios negros y el mesero se retiró.

 

-¿Debes volver a la universidad?- le preguntó la agente Scully.

 

-No, ahora iré al instituto- contestó.

 

-Entonces te llevo- le comunicó.

 

-No, mi auto está en la universidad y debo ir a buscarlo- aun sentado se colocó su abrigo. -¿Te veo esta noche en tu casa?

 

-Tal vez llegue un poco tarde- contestó.

 

-Entonces te esperare allá- le informó, se puso de pie y tomó su maletín. -Hasta la noche- le dio un beso y salió del restaurante.

 

Ahora la agente Scully no podía dejar de pensar en la insistencia del Dr. Mulder en conocer al agente Krycek, debía hacer algo antes de que no pudiera contener su curiosidad hacia su compañero de trabajo.

 

Cuando salió del restaurante tomó rumbo al Centro, se topó con el equipo Zeta que estaba por salir y un muy simpático agente Ferrer. A la agente Scully tanta simpatía le parecía extraña, sobre todo porque eso no se veía muy a menudo en El Centro.

 

Fue hasta su oficina y cuando se quitaba su abrigo encendió su computador. La llamada que había recibido en el restaurante había sido del agente Labiorestaux que le había dicho que el observador asignado para la misión que el equipo Alfa debía realizar había devuelto el perfil que ella había construido en la mañana a su panel. Confundida sacó el panel de datos de su alimentador y se encaminó a Sistemas.

 

-Labiorestaux, ¿por qué devolvieron el perfil de la misión de Arabia Saudita a mi panel?- le preguntó confusa.

 

-Eso deberías preguntárselo a tu observador- le recomendó el agente Labiorestaux contrariado, al parecer le estaba ocultando algo a la agente Scully.

 

-¿Dónde está Webster?- le preguntó extrañada ante sus nervios.

 

-¿Cuál de los dos?- preguntó él.

 

-Habitualmente Marcus es mi observador, a veces lo hace Rachel- contestó.

 

-Ninguno de los dos es tu observador esta vez- aclaró.

 

-¿Entonces quien?- pregunto contrariada.

 

-Yo.

 

La agente Scully giró sobre si al escuchar la voz de una persona que se suponía no debía volver a escuchar. Su expresión fue de extrema sorpresa al ver a una aparentemente sana Alexa Illianof frente a ella.

 

-¿Illianof?

 

-Buenas tardes, agente Scully.

 

-¿Qué demonios haces aquí?- preguntó omitiendo el saludo, su sorpresa era descomunal.

 

-Lo mismo que tú, trabajando- contestó.

 

-No, no- negó, -yo trabajo, es cierto, pero tú no. Ya no eres agente del Centro, te dieron baja clínica indefinida; por consiguiente no deberías estar aquí, sino en algún hospital recibiendo quimioterapia para salvar tu vida- explicó inquieta.

 

-Estoy recibiendo mi tratamiento, como tanto lo desearon muchos aquí; les agradezco la preocupación. Pero no he dejado de ser agente del Centro.

 

-Ya veo que no- expresó, la miraba fijamente buscando algún indicio de enfermedad en ella, pero no lo encontraba por ningún lado. -¿Estás segura de que te encuentras bien? Porque…

 

-Estoy bien- contestó rápidamente.

 

-Lamento mucho lo sucedido, pero sé que comprendes que todo lo que hicimos lo demás fue por el bien del equipo Delta y por tu bien. Para nosotros era imperativo pensar en tu bienestar y que dejaras de liderar el Delta era lo mejor- expuso a sabiendas de que Alexa Illianof podría estar molesta con lo ocurrido.

 

-Descuida, era de esperarse- explicó.

 

-¿Te colocaron como observadora ahora?- preguntó sumida en un mar de interrogantes, miró al agente Labiorestaux y él hizo como si no la hubiera visto.

 

-Así es, ahora trabajo en Inteligencia, como observadora de nivel siete- contestó.

 

-Eso está muy bien- expresó contenta. -¿Entonces eres mi observadora en esta misión?- preguntó y la agente Illianof asintió. -¿Por qué lo devolviste a mi consola?

 

-Porque era inapropiado, cuestionable, errado y demasiado precipitado- contestó.

 

-¿Estás bromeando?- preguntó indignada. -No tienes motivos para decir eso.

 

-Los tengo- aclaró.

 

-Es una misión sencilla- comentó. -El Alfa y yo llegamos a Arabia Saudita, nos dirigimos a la región de Damman, rescatamos a los dos soldados secuestrados; que por cierto ya hay uno muerto y el otro está por correr la misma suerte, hago explotar la base de Aka y nos regresamos a Estados Unidos. Punto- explicó.

 

-Es más complicado que eso- señaló la agente Illianof.

 

-¿Qué puede ser más complicado?- preguntó furiosa.

 

-No se discuta más- expresó con premura, -vuélvelo hacer y envíalo a mi panel en una hora; y esta vez sé menos diligente- se acercó a la agente Scully y le habló muy bajo. -Salir con quien estás saliendo te está restando eficiencia- comentó, -será mejor que aprendas a dividir tu trabajo de tu vida sentimental- le recomendó y se retiró.

 

A Dana Scully le dieron deseos de hacerle comer el panel a la agente Illianof; no por su comentario sobre su relación con el Dr. Mulder sino porque había tomado demasiado en serio su nuevo papel dentro del Centro y eso no le agradaba para nada. Suplicó para que su próxima misión fuera observada por alguno de los Webster, ellos eran menos perfeccionistas.

 

-He creado un monstruo- furiosa se acercó al agente Labiorestaux para regañarlo. -Esto es tu culpa.

 

-¿Mía?- preguntó atónito ante la acusación.

 

-Claro que tuya, no me vuelvas a pedir ningún favor en el cual se vea involucrado tu loca esposa- sentenció. -Es más, olvídate del archivo de Samantha Mulder, ya no quiero saber que dice.

 

-Pero…

 

-Pero nada- intervino, -ya escuchaste, cero Illianof para mí, cero Mulder para ti- expresó y luego se retiró.

 

Volvió al trabajo y rehizo el perfil de Arabia Saudita tal y como lo quería la agente Illianof. Luego lo envió al panel de su observadora y la exigente agente le dio el visto bueno después de estudiarlo por más de media hora. Aunque la agente Scully entendía que Illianof estaba siendo cuidadosa y hacía el trabajo como las reglas lo ordenaban, ella también comprendía que la nueva observadora se estaba desquitando por lo sucedió.

 

¿Y por qué no se desquitaba con otro? Por la sencilla razón de que la agente Scully había lanzando sobre la mesa la propuesta de sacarla del Delta en la última reunión de lideres de quipo del Centro y quien había propuesto al agente Krycek para suplantarla como líder y estratega de su antiguo equipo.

 

El equipo Alfa fue reunido, la agente Scully explicaba la estrategia y la agente Illianof no sólo observaba, como debía de hacer, sino que también opinaba en cada cosa, a tal grado que la agente Scully se sintió relevada del cargo. La misión había quedado pautada para salir esa madrugada.

 

La agente Scully cansada regresó a su oficina a buscar su abrigo y cuando salió de allí se encaminó hacía la salida cortando por el salón de reuniones. Al llegar al pasillo central, tan largo y angosto se encontró con algo que no esperaba, unas cuantas personas se encontraban allí observando una discusión que sostenía el Sr. Summers con otro operativo del Centro.

 

-¡No debieron hacerlo, era inocente!- le gritó el agente al Sr. Summers, se encontraba histérico y bastante enfadado.

 

-Agente Melbourne, usted rompió la regla fundamental del Centro y peor aún reveló su verdadera identidad- aclaró el Sr. Summers, si el agente con el cual él discutía estaba furioso, él lo estaba el doble.

 

La agente Scully observó la escena con confusión y al notar que la agente Webster estaba cerca de ella, se le acercó para preguntarle que era lo que estaba ocurriendo.

 

-Melbourne estaba saliendo con una civil- respondió, -hasta le reveló quien era en realidad; el Sr. Summers lo descubrió y mandó a cancelar a la civil- a la agente Scully se le heló el alma al escucharla, la agente Webster no se dio cuenta de la conmoción y el terror en ella. -Melbourne se enteró hace unas horas de lo sucedido.

 

Todos se espantaron al escuchar un disparo, el agente Melbourne sumido en su furia sacó su arma y casi mató al Sr. Summers, lo cual no sucedió porque antes de que el tiro lo alcanzará el agente Wolf que se encontraba cerca logró desviar el arma del agente Melbourne hacia arriba y el disparo quedó incrustado en una de las lámparas. Dos agentes más sostenían al agente Melbourne y el agente Wolf tomó el arma y le sacó las balas.

 

-Llévenlo a detención- ordenó el Sr. Summers, que a pesar de casi perder la vida se le veía bastante despreocupado.

 

-¡Maldito asesino!- gritó el agente Melbourne mientras se lo llevaban de allí.

 

La escena no pasó a mayores, los demás agentes después de aquella lección empezaron a retirarse, pero la agente Scully quedó en el pasillo pegada a una de las paredes sintiendo una fuerte presión el pecho que le impedía respirar con normalidad. El Sr. Summers le pasó por el lado no sin notar su consternación; pero aun así continuó su camino.

 

Ella sentía que el lugar se le venía encima y apurada se dirigió al ascensor, deprisa golpeó repetidas veces el botón para que el ascensor bajara y abriera sus puertas; cuando lo hizo entró rápidamente. Estaba perdiendo el control y se había dado cuenta, pero el haber visto lo que vio le aclaraba que en cualquier momento podía pasar por lo mismo que estaba pasando el agente Melbourne.

 

El ascensor llegó hasta el estacionamiento y deprisa se dirigió a su auto, antes de subir su angustia le hizo vomitar sobre el pavimento. Estaba completamente aterrada, perder al Dr. Mulder significaba perderse entera, él era una parte importante de su ser y no estaba dispuesta a alejarse de él. Pero existía la posibilidad de que la descubrieran y quien iba a sufrir más de los dos iba ser él; las reglas eran claras y en El Centro siempre se acataban.

 

Estuvo a punto de llorar e intentó recuperarse dentro del auto, respiró profundamente y se convenció de que al Dr. Mulder no le iba a pasar nada. Hannah Summers había sido clara con ella y no se iba a inmiscuir en el asunto, pero por otro lado estaba el Sr. Summers; de él sí se tenía que cuidar y bastante.

 

Encendió el auto y mientras salía del estacionamiento, pensó que aunque el Sr. Summers no fuera a descubrir su relación con el Dr. Mulder, tarde que temprano lo haría y él iba a estar en peligro. Nuevamente se convenció de que tenía que protegerlo y la mejor manera de hacerlo era terminando definitivamente con él aunque no quisiera. La vida del Dr. Mulder era más importante que la propia y estaba en el deber de preservarla, no podía ser la responsable de su muerte. Ya había perdido un ser amado antes y no quería hacerlo de nuevo y menos de esa forma.

 

Mientras entraba en su departamento y se quitaba su abrigo vio al Dr. Mulder recostado en su sofá. Se preparó para decir las palabras que tanto le harían daño, pero de pronto no pudo y se quebró, el Dr. Mulder se puso de pie al ver sus lagrimas y confundido se acercó a ella. La agente Scully se abrazó a él tan fuerte que no había espacio para nada más. Era la primera vez que él la veía en ese estado.

 

-Dana- se alejó un poco de ella, pero no rompió el abrazo. -¿Estás bien? Estás temblando- comentó preocupado.

 

Estaba tan llena de miedo que no podía decir absolutamente nada, le miró fijamente y le acarició el rostro, se decía cobarde, cobarde por amarle y no protegerlo, por ser una mujer caprichosa que sólo le importaba estar a su lado aunque el mundo de ambos empezara a derrumbarse a su alrededor.

 

-¿Ocurre algo?- preguntó el doctor.

 

-No- contestó finalmente acongojada, -Mulder prométeme que pase lo que pase recordaras que nunca dejaré de amarte- le pidió intranquila.

 

-Pero si yo lo sé- aclaró confuso.

 

-No, esto es algo más serio; representas todo para mí y si algo pasa no quiero que pienses que he dejado de quererte- explicó con seriedad.

 

El Dr. Mulder también le acarició el rostro y la besó ya convencido de que estaban pasando a la siguiente fase de su relación. Aún ella conmovida por el beso y derritiéndose por él calor de emanaba su cuerpo, continuaba preocupada. Definitivamente no quería perder todo lo que había obtenido estando junto a él. Ambos caminaron hasta el sofá y se sentaron él, el Dr. Mulder tomó la mano de la agente Scully y con su otra mano sacó una cajita blanca del bolsillo de su pantalón, al abrirla y mostrarle su contenido a la agente Scully ésta no pudo ocultar su asombro.

 

-Desconozco lo que ocurrió hoy y lo cual te tiene tan asustada, desconozco tus más íntimos secretos, a ambos nos aterra la idea del matrimonio, para mí representa algo tan absurdo y debo decir que no estoy seguro de conocerte a la perfección; pero lo que si sé es que estoy seguro es que quiero estar junto a ti toda mi vida- miró el hermoso anillo de diamantes, -y esta piedra representa esa idea absurda y que quiero concretar contigo algún día.

 

-Yo…- su asombró no la dejaba ni siquiera pensar, ni siquiera recordaba que quería terminar con él.

 

-Quiero que te cases conmigo, quiero que formemos una familia y que estemos juntos- le comunicó.

 

La agente Scully agachó la cabeza entendiendo al fin todo lo que estaba pasando. Deseaba con todo su corazón darle el sí, pero su mente se lo prohibía y tenía razones para serlo; ella era una mujer peligrosa para él y podía perder su vida muy pronto por su causa.

 

-Mulder, yo no creo que tú y yo debamos casarnos- explicó, -es algo bastante precipitado…

 

-Lo sé– le interrumpió él, -estoy al tanto de ello. Te lo estoy pidiendo, pero no espero una respuesta positiva de tu parte, no en este momento- cerró la cajita y se la puso entre las manos a la agente Scully. -Espero que lo pienses detenidamente, toma todo el tiempo que sea necesario- le pidió, -tómate hasta dos años si lo deseas- la agente Scully rió ligeramente al escuchar su propuesta, -deseo que estés completamente segura de darme un respuesta positiva, porque sé que me la darás- comunicó.

 

-Eso es demasiado egocéntrico de tu parte, Mulder- expresó la agente Scully sorprendida.

 

-Porque me amas- aclaró él.

 

-Sí, es cierto; te amo- agregó ella.

 

El Dr. Mulder sonrió con jubilo, ella besó esa sonrisa haciéndola también suya. Volvió a convencerse de que todo estaría bien, engañó a su miedo y a su preocupación y volvería a darle de lado a todo lo que ocurría. No se iba a separar de él e iba hacer una vida a su lado, de alguna forma lo haría.

 

 

El Centro

Días después

Oficina de Hannah Summers

 

El escritorio de Hannah Summers estaba atiborrado de transparencias de fotografías tomadas por los satélites de espionaje estadounidense. Con una lupa revisaba las transparencias sin preocuparle que su esposo hacía acto de presencia en aquella oficina.

 

Andrew Summers tomó asiento, indignado por su último descubrimiento, odiaba que su esposa le ocultara cosas que esencialmente tenían que ver con El Centro y él, tanto como ella, debía saberlo todo de ese lugar. Ella, al sentirlo, finalmente lo observó, le pareció extraña su expresión de enfado pero despreocupada continuó mirando las transparencias.

 

-¿Por qué no me dijiste que la agente Scully está saliendo con un civil?- preguntó.

 

La Sra. Summers abandonó su revisión y volvió a mirarlo fijamente, para ella era imposible que él estuviera al tanto de lo que la agente Scully estaba haciendo fuera del Centro. Tragó en seco, pero preservó su calma como muy bien sabía hacerlo, su esposo estaba por interrogarla y ella debía mantenerse firme con sus respuestas; mientras tanto pensó que la aventurita de la agente Scully estaba a punto de concluir.

 

Continuara…

 

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