Nombre del Fanfic: Mundos Distintos

Capitulo: XXV

Autor: NikkyScully

Dedicado a: Disclairmer: Después de tantos años quién duda que Mulder, Scully y Krycek le pertenecen a CC. 
Clasificación: Pos es alternativo con mucho angts y es MSR. Al fin ya supe la claificación jejeje.  
Dedicatoria: Seguire siendo corta: Se lo dedico a las bitches, a las chicas del msn y en especial a quienes han seguido este fic durante un año y medio y siguen al pie del cañon esperando por más; y también a Argenis (porque me lo pidio jejeje)por empezar a leer este fic en sus ultimos momentos y seguirlo arduamente. Les agradezco el gran apoyo a todas y a todos. Bexos. 
Nota: En vista de que de ahora en más los capitulos se volveran más largos es probable que esta continuación se vuelva a cortar. Si es asi, les recomiendo que pasen por la bitchteca para que puedan finalizar la lectura, por la pagina de Carla Fox o por el nuevo foro de expedientex.creatufuturo.com. Como ya dije es el principio del fin.

Clasificacion: Touchstone

Romance

Accion

Aventura

Universo Alterno

Angst / Drama

Fanfic: Isla Valhaven 
A dos kilómetros de la costa 
 
Era como ver un gran fantasma ante ella, silencioso y con una mirada tan penetrante que le hacía temblar de miedo. En su mente buscaba una respuesta lógica para semejante visión, pero al no encontrarla se sintió impotente. Ella misma lo había matado, era imposible que estuviera vivo. 
 
Se echó hacia atrás, como buscando protección donde la hubiera. Era espeluznante enfrentarse a una imagen tan irreal como la que tenía enfrente. Ella no creía en fantasmas, jamás pudo hacerlo. Pero esa vez quiso creer que lo era. 
 
El Dr. Mulder no cabía en el asombro y la confusión, meses atrás había leído un titular muy detallado sobre la muerte de Eduardo Franco. Ese día, en un lugar desconocido del mundo, el verdadero Eduardo Franco desmentía las palabras de aquel reportaje periodístico.  
 
-¿Sorprendida?- preguntó. 
 
Ella jamás le había escuchado hablar, ni siquiera cuando supuestamente lo había atravesado con una bala hacía mucho tiempo ya. Su voz era educada, firme y con ese ligero acento del castellano en su bien desarrollado inglés. Un hombre pulcro, atractivo y, de seguro, muy vengativo se dilucidaba ante ella. 
 
-Debe tener muchas preguntas, pero todo a su tiempo- expresó y luego miró a uno de sus guardias y le habló en español. -Asegúrate de que no escape, la necesitaré para más tarde. 
 
El guardia asintió, la agente Scully deseó en esos momento saber español. Los conocimientos en otros idiomas no le servían para nada en ese momento. Eduardo Franco salió sin decir frase alguna, sus guardias le siguieron y cerraron la pequeña bodega. La agente Scully se acercó a la puerta golpeándola, llamándolo a gritos y pidiendo explicaciones. 
 
Estaba agitada, caminó de un lado para otro sin percatarse de que el Dr. Mulder estaba conmocionado y preocupado. Le tomó de los hombros para calmarla y ella sólo pudo sentir miedo. Lo había arrastrado a una situación peligrosa, ella podía soportar lo que se avecinaba, pero le aterró pensar que él podría morir y esa vez no sería culpa del Centro, sino de ella directamente. 
 
-Debemos buscar una forma de salir de aquí- le dijo el Dr. Mulder, -corres peligro- manifestó. 
 
Ella se mostró confusa porque no entendía lo que él le decía, mucho menos entendía cómo él sabía que corría peligro. El corría mucho más peligro que ella, eso era más que seguro.  
 
 
El Centro 
Sistemas 
 
El agente Webster se apareció nuevamente en la zona de trabajo del agente Labiorestaux, quien se encontraba solo esa vez. Sin hacerse esperar le dio su panel con ciertos datos que él quería que viera. 
 
-Ingresa este código en el sistema de rastreo del satélite- le pidió. 
 
-¿De qué es este código?- le preguntó. 
 
-Es el código del rastreador de Scully- contestó. 
 
-¿Cuál rastreador?- preguntó confuso. -Ella no tiene otro rastreador- recordó. 
 
-Sí lo tiene, sólo que yo no lo recordaba- aclaró. -Su cruz de oro- expresó. 
 
-¿Cómo?- preguntó sorprendido. 
 
-Todas las Scully llevan un rastreador en sus cuellos, invención de William Scully para proteger a las mujeres de su familia- narró. -Margaret y Dana han usado esos chips de rastreo en sus cadenas por años. También lo llegó a usar Melissa. 
 
-¿Y si detectaron el chip y le quitaron la cadena?- le preguntó preocupado. 
 
-Eso es lo mejor, son indetectables. Tecnología de la antigua, pero muy efectiva- contestó. -No perdamos tiempo, quiero saber dónde esta Scully- expresó. 
 
El agente Labiorestaux asintió, mientras que el agente Webster se sintió reconfortado al entender el mensaje que la misma agente Illianof le había dado para poder encontrar a la agente Scully. “La cruz te llevará a ellos”; esa cruz era la cadena que colgaba del cuello de la agente y esa era la clave para dar con ella y los demás. 
 
Las pantallas sobre las cabezas del agente Webster y el agente Labiorestaux se encendieron y cuando el hacker del Centro ingresó el código en el programa del satélite apareció en todas las pantallas un mapa topográfico de Estados Unidos; en la esquina del mapa empezó a parpadear un luz amarilla. 
 
-Te tengo, enana- celebró el agente Webster. -¿Es Washington?- preguntó. 
 
-No, ni siquiera está en la ciudad. Es una isla al este- contestó el agente Labiorestaux mientras tecleaba repetidas veces en el computador. -Son las islas del pequeño archipiélago, Isla Valhaven- informó. 
 
-Una de las islas cercanas a las costas de Augusta- dijo para sí el agente Webster. -¿No hay bases militares en esas islas?- preguntó. 
 
-Sí, pero dejaron de funcionar en los ochenta. Sólo quedan las instalaciones abandonadas- contestó. -¿Enviarías un equipo de rescate?- le preguntó. 
 
-No- respondió con pesar, -primero necesito saber a qué nos enfrentamos- le miró. -Eduardo Franco tiene a Scully. 
 
-No es posible- expresó. -El… 
 
-Según Illianof, no-aclaró. -Que el satélite tome fotografías de la isla e investiga si la planta central de la base está operando- ordenó. 
 
 
 
Isla Valhaven 
 
La agente Scully tocaba inconscientemente la cruz que colgaba de su cuello mientras el Dr. Mulder, en vano, trataba de alcanzar el tragaluz del techo. De alguna manera u otra debían salir de allí porque sus vidas corrían bastante peligro. 
 
-Por más que saltes no lo vas alcanzar- expresó la agente Scully cansada de verlo repetir la misma acción una y otra vez. 
 
-¿Sugerencias, agente Scully?- preguntó marcadamente, él no se veía de buen humor. 
 
-¿Qué demonios te pasa conmigo?- preguntó indignada. 
 
-Pues que todas tus mentiras finalmente han desencadenado un gran desastre- comentó. -Evidentemente tú tienes que ver con todo esto- señaló. 
 
-Por supuesto- corroboró, -pero no es el momento para hablar sobre eso- expresó. 
 
-Tú supuestamente lo mataste- le dijo, mirándola fijamente de manera desafiante. 
 
-El está bastante vivo- mostró, -además, yo no tengo nada que ver con su supuesta muerte- rectificó. 
 
-Pues es demasiada coincidencia que nos hospedáramos en el mismo hotel que su clon, y al día siguiente de nuestra partida lo hayan encontrado muerto- recordó. 
 
-No se relaciona- aclaró. 
 
-Tú eres más que una agente federal, deja de mentir- le pidió. 
 
Finalmente se atrevió a decirle lo que realmente pensaba sobre su trabajo. Ella no se inquietó, estaba demasiado molesta como para hacerlo. Debían salir de allí antes de que el Dr. Mulder decidiera interrogarla sobre su verdadero trabajo. 
 
Sin pensarlo tan siquiera un segundo lo pateó en una rodilla, el Dr. Mulder cayó de rodillas en el suelo entre la queja y el sufrimiento por la fuerte patada. Ella no esperó a que se recuperara, lo que hizo más bien fue subirse cuidadosamente sobre los hombros del Dr. Mulder para así mantener el equilibrio. 
 
-¿Qué haces?- le preguntó con una expresión de dolor en su rostro. 
 
-Está es mi sugerencia- manifestó. -Levántate despacio- le pidió. 
 
El entendió lo que ella quería hacer; despacio como se lo había pedido ella, se puso de pie a pesar de que la rodilla lo estaba matando. Ella, fácilmente y gracias a la estatura del Dr. Mulder, pudo alcanzar el tragaluz y pudo pasar por la rendija que no estaba cubierta por una de las ventanas. 
 
-Dana, ¿adónde vas?- le preguntó. 
 
El sólo pudo escuchar como ella lo mandaba a callar. La agente Scully se deslizó despacio sobre el techo del pequeño almacén. Vio desde ahí donde se encontraban. Había varios edificios abandonados y frente a ella una amplia plaza. Sobre uno de los edificios de aquel lugar vio el emblema de la Marina de Guerra de los Estados Unidos y dedujo inmediatamente que se encontraban en una base abandonada y muy cerca de casa. 
 
A pesar del abandonó de la base, está estaba bien iluminada. Franco y sus secuaces la habían tomado como su refugio. Había muchos hombres caminando de un lado para otro, pero se encontraban muy lejos como para verla sobre aquel techo. El almacén donde se encontraban estaba bastante retirado de los edificios principales.  
 
Miró hacia abajo, y en la puerta principal de la bodega apenas había un solo guardia. Sigilosamente lo sorprendió por detrás, cuando cayó al suelo el guardia giró, pero no pudo actuar al verla. Ella lo había noqueado con un solo puñetazo. Revisó la ropa que el guardia traía puesta y encontró la llave del almacén en uno de los bolsillos; rápidamente la abrió y el Dr. Mulder salió de él.  
 
-¿Qué hacemos ahora?- le preguntó él. 
 
-No debemos estar muy lejos de la costa- comentó mientras tomaba la ametralladora que tenía el guardia y le quitaba el seguro. -Debes buscar el camino. 
 
-¿No vendrás?- preguntó confuso. 
 
-No puedo, necesito saber que está tramando Franco; hay demasiados guardias y sospecho que no esta aquí sólo por mí- comentó.  
 
-Entonces me quedo- manifestó el Dr. Mulder. 
 
-No puedes- aclaró, -este lugar es demasiado peligro para ti. 
 
-Y para ti también- pudo leer en sus ojos el miedo. -Descuida, sé cuidarme. 
 
Ella muy en el fondo sintió seguridad en sus palabras a pesar de que era natural el querer protegerlo. En un acto reflejo que él no pudo prever, pudo sentir los labios de la agente sobre los suyos. Un pequeño roce que los reconfortó a ambos. 
 
-No te separes de mí- le pidió y le entregó la nueve milímetros que traía el guardia. 
 
El asintió y le quitó el seguro al arma, y ella caminó delante de él. Ella otra vez aprovechaba la seguridad que le otorgaba las sombras de la noche, pero esa vez no estaba sola. Acompañada por el Dr. Mulder sentía que todo saldría bien. 
 
Aunque él no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, sí entendía que la agente Scully había convertido el secuestro de ambos en un nuevo trabajo. Cautelosos, para que nadie los viera, se acercaron despacio al edificio principal por la parte posterior de éste. 
 
Antes de que un guardia se percatará de su presencia, ellos se escabulleron por un pasillo que daba hacia el ala norte; al final de éste, caminaron por otro largo y angosto pasillo; escucharon voces y pasos y al ver las sombras de quienes se acercaban se escondieron detrás de unos pilares del edificio. Respiraron tranquilos cuando vieron alejarse a los guardias que transitaban por la zona. 
 
Siguieron por el pasillo, hasta encontrarse con una escalera en forma de caracol. La agente Scully comenzó a subir al segundo piso a pesar de que el Dr. Mulder, temeroso, le pidió que no lo hiciera. El la siguió segundos después y logró alcanzarla. El segundo piso estaba solitario a pesar de que al fondo se escuchaba a un grupo de personas hablar. 
 
La planta superior parecía un lugar administrativo; al parecer, antiguamente allí se encontraban las oficinas de la base. Se acercaron a una de las oficinas y antes de que uno de los guardias los viera a través del ventanal, ellos se agacharon. El guardia volvió a lo que estaba haciendo y sigilosamente la agente Scully y el Dr. Mulder levantaron las cabezas.  
 
Podían ver dentro de la oficina equipos de computación de avanzada y lo que parecía ser una consola de rastreo. Los guardias que estaban allí no paraban de hablar y la agente Scully lamentaba por segunda vez no saber español. 
 
-Dicen que la bomba de la Casa Blanca ya ha sido armada, sólo esperan ordenes para su detonación- tradujo muy bajo el Dr. Mulder. La agente Scully lo miró con sorpresa, preguntándose desde cuándo él sabía español. -Están preocupados, Franco está dilatando la misión. 
 
-¿Por qué razón?- preguntó la agente Scully. 
 
-No lo dicen- respondió. 
 
-Mulder, esas consolas son para el manejo satelital- explicó la agente Scully. -Dices que la bomba que colocaron en la Casa Blanca ha sido arma; eso quiere decir que las están activado a través de un comando satelital. 
 
-¿Eso no es demasiado moderno?- preguntó contrariado el Dr. Mulder. 
 
-Sí, pero es lógico que Franco haya invertido una buena cantidad de recursos en todo esto- explicó. -Estos hombres están entrenados y directamente no trabajan con Franco. Se ha asociado con los grupos terroristas vascos para su propio beneficio- señaló. El Dr. Mulder de repente la mando a callar cuando escuchó que un grupo de soldados entraron a la oficina. 
 
-Ya saben que escapamos- informó alarmado. 
 
El Dr. Mulder no esperó a que ella reaccionara ante lo que él mismo le había dicho. La tomó de la mano y a hurtadillas y con la idea de que alguien los encontraría y les volaría la cabeza salieron del edificio.  
 
La plaza central de la base estaba repleta de cargamentos bélicos. Al parecer se preparaban para una gran guerra y, al correr entre las grandes cajas, la agente Scully se percató de la llegada de un camión. De él bajaron a un grupo muy conocido por la agente y el Dr. Mulder, más apurado por salvar sus vidas, no advirtió la sorpresa de la agente y la tomó de la mano. Al alejarse de la base, se adentraron en el frondoso bosque playero esperando encontrar algún lugar donde esconderse o la manera de salir de aquella isla con vida.  
 
La agente Scully permanecía callada mientras caminaban apurados entre los árboles y ramas, y el Dr. Mulder se preparó para exigirle alguna respuesta referente a lo que estaba sucediendo, pero ella no le permitió hablar porque empezó a recriminarse a sí misma. 
 
-Soy una completa estúpida, si hubiera aprendido a separar mis emociones de mi trabajo esto no estaría pasando- se dijo. -Debí asegurarme de que era el verdadero, pero no. Supuse enseguida que lo era y pensé que lo había matado; y no fue así- se detuvo y miró al Dr. Mulder. -Eso era lo que querías saber, ¿cierto? Sí, yo supuestamente lo maté aquel día- comunicó. 
 
No esperó alguna palabra por parte de él, tan sólo siguió su camino hasta que pudieron escuchar el fuerte rugido del mar muy cerca de ellos; corrieron el trayecto que les quedaba y cuando salieron del bosque vieron ante ellos sólo arena y agua. La agente Scully se sintió impotente.  
 
-Debe haber alguna manera de salir de aquí- señaló la agente Scully. 
 
-No pudieron haber llegado nadando- comentó divertido el Dr. Mulder a pesar de que la situación no lo era, aún así la agente Scully fue capaz de sonreír. -Esto no es tu culpa- manifestó el Dr. Mulder y ella le miró. -Tan sólo debía suceder. 
 
Vieron un jeep acercarse a ellos y corrieron en dirección contraria, pero al ver que otro se les acercaba en la misma dirección la agente Scully entendió que no había escapatoria. Tomó por el codo al Dr. Mulder y lo haló hasta el bosque. 
 
-Debes irte- le entregó la ametralladora. -Ellos me quieren a mí- pronunció.  
 
-No pienso dejarte sola- expresó. 
 
-No me harán daño si coopero- explicó. 
 
-Estás entrenada para no cooperar- le recordó el Dr. Mulder.  
 
Ella le miró confusa y el Dr. Mulder levantó la nueve milímetro cuando vio a uno de los guardias bajar de uno de los jeep y acercarse sigilosamente a ellos. La agente Scully le daba la espalda al guardia, pero al ver a otro acercarse por detrás del Dr. Mulder, ella lo miró y con su mirada azul celeste le pidió que la bajara. No tenía caso que buscara defenderse de ellos, ya estaban muertos. 
 
Antes de que uno de los guardias le quitara el arma al Dr. Mulder, éste forcejeó con él y el guardia logró pegarle con el mango de su ametralladora en el estómago. El Dr. Mulder se arrodilló y la agente Scully lo abrazó; pero antes de que ella intentará hacer algo, los guardias los alejaron y los subieron a cada uno en los diferentes jeep. 
 
De vuelta en la base y, esa vez atados por las manos, a ambos los llevaron al centro de la plaza. Los bajaron de los jeeps y los llevaron al centro de un círculo que formaban los demás secuaces de Eduardo Franco. La agente Scully y el Dr. Mulder cayeron de rodillas ante él y la agente Scully vio arrodillado muy cerca de ella a un muy mal herido agente Wolf.  
 
-Ustedes los americanos me sorprenden- expresó Franco divertido. -Son tan valientes que no observan las consecuencias de tan estúpida valentía- tomó por el cabello al agente Wolf. -Por ejemplo: éste de aquí; maté a la mitad de sus compañeros y no se atrevió a decirme para quién trabaja. Apenas repite una y otra vez su nombre y unos estúpidos números que no me sirven para nada- miró a sus secuaces. -¿Sabían que somos tocayos?- preguntó divertido.  
 
El agente Wolf miró de reojo a la agente Scully. Ella también lo miró pero inmediatamente esquivó la mirada. A pesar de eso, Franco se dio cuenta de ello y los miró a ambos con curiosidad. 
 
-¿Se conocen?- ninguno de los dos dijo nada. -Por supuesto que se conocen, si a él lo encontramos cerca de donde lo encontramos a ustedes- se acercó a la agente Scully y se sentó delante de ella. -Dime algo ¿cómo pensabas escapar de esta isla? ¿Haciendo un barco de cocos y palmas?- los guardias y él se rieron, la agente lo miró con extremo recelo. -Oh… tu cabeza analítica y calculadora debe estar fundiéndose de tantas preguntas que te estás haciendo en estos momentos- se puso de pie. -Voy aclararte el misterio para que no te pase como Colón, que se murió pensando que América era Las Indias. Estúpido. 
 
Se acercó al agente Wolf y al verlo tan desafiante lo pateó en el vientre. El agente Wolf cayó al suelo escupiendo sangre de sus labios y Franco volvió a patearlo. La agente Scully sentía demasiada impotencia al ver que no podía hacer nada. 
 
-Sí, claro que lo conoces. Por eso te preocupa- le dijo con diversión. -En fin, no nos salgamos del tema- explicó. -Tú pensaste que me habías matado- se agachó ante ella y cargó su arma. Pero cometiste un error, no investigaste; supusiste que delante de ti me encontraba yo, valga la redundancia. Pues no, a quien mataste fue al tarado y presumido de mi hermano gemelo. Matías- informó y la agente Scully abrió los ojos ampliamente demostrando así sorpresa y Franco se rió. -¿Verdad que es increíble? Nadie lo sabía, nadie. Bueno, lo sabía su esposa; pero eso es otra cuestión. 
 
Franco la miró fijó, embelesado con sus ojos inyectados de odio y rencor. Le tocó la mejilla y la acarició hasta el cuello, la sintió temblar ante el asco que sentía y se atrevió a besarla. Ella resistió el beso y cuando él se separó la agente le escupió en la cara. Franco reaccionó de modo violento y la abofeteó con fuerza. El Dr. Mulder intentó soltarte al ver la escena, pero le era imposible.  
 
Franco vio al Dr. Mulder, notó la preocupación en él y se acercó. Lo observó con curiosidad, le agarró del cuello y le puso el cañón del arma debajo de la yugular y miró a la agente Scully. 
 
-¿No te gustó que la golpeara?- le preguntó sin dejar de mirar a la agente. 
 
-Eres un mal nacido- le insultó el Dr. Mulder que sentía como Franco intentaba romperle el cuello. 
 
-Gracias- expresó divertido ante el insulto y notó la mirada suplicante de la agente Scully. 
 
-Déjalo en paz, tú problemas es conmigo- comentó ella. 
 
-¿Para quién trabajas?- le preguntó sin importarle lo que había dicho. 
 
-Primero suéltalo- le pidió. 
 
-Contesta- le ordenó. 
 
-No te diré nada si no lo sueltas- repitió. 
 
-Aquí las reglas las pongo yo- estableció y le quitó el seguro al arma que tenía encañonada contra el cuello del Dr. Mulder. 
 
-Es inocente, no tiene que ver con nada de lo que está ocurriendo. No trabaja conmigo, ninguno de los dos- le explicó. -Por favor, suéltalos- suplicó. 
 
-Claro que trabajan contigo. ¿Me crees tan estupido?- le preguntó indignado y miró al Dr. Mulder. -¿Tú me dirás para quién trabajan?- le preguntó. 
 
-¡El no sabe nada!- gritó la agente Scully. -Ni siquiera debería estar aquí. 
 
-¡Si quieres que viva dime para quién trabajas! 
 
-¡Tú sabes para quien trabajo!- le dijo. 
 
-¡No, no lo sé!- expresó. -Y por no decírmelo tus amiguitos van a morir- miró al Dr. Mulder. -Empezando por éste. 
 
-¡Eduardo!- gritó una mujer que salió de uno de los edificios cercanos. -Déjalos- le ordenó. -No nos sirven muertos- le dijo en español y el Dr. Mulder la miró. 
 
-No quieren hablar- le comunicó en el mismo idioma. -No tiene caso seguir con este juego. 
 
-No los has interrogado del modo correcto- la misteriosa mujer se acercó a la agente Scully y la miró con recelo reprimido. -Yo los haré hablar- aseguró. 
 
-Ya torturaste a éste- señaló al agente Wolf. -Y no habló. 
 
-No me diste tiempo con él- le recordó. -Si quieres acabar con todos los desagraciados para los cuales ellos trabajan necesitamos ser más detallistas. Todos le tienen miedo al dolor; a la corta o a la larga claudicarán- explicó. 
 
Franco no estaba muy seguro de seguir los planes de aquella mujer, pero ella algo de razón tenía y si querían venganza necesitaban sacarle al agente Wolf y especialmente a la agente Scully todo lo que sabían. Se le acercó por detrás a la agente y la agarró del pelo. Inmediatamente empezó a susurrarle en el oído en ingles. 
 
-Debiste decirme para quién trabajas- comentó. -Por no decírmelo, ahora tendré que dejarte con Carolina, la esposa de Matías, y ella no te tiene en buena estima- le soltó del pelo y le habló a los guardias en español. -Llévenlos al edificio sur- les ordenó. 
 
Los guardias levantaron del suelo al muy mal herido agente Wolf y luego hicieron lo mismo con la agente Scully y el Dr. Mulder. Prácticamente los arrastraron a los tres hasta donde ordenó Franco que los llevaran. Carolina Franco miró a su cuñado con cierto agradecimiento, aunque él no se veía nada contento. 
 
 
 
El Centro 
Oficina de Hannah Summers 
 
A pesar de que el Sr. Summers le había ordenado al agente Webster que no le informara de lo sucedido con la agente Scully al Sr. Webster, él no pudo resistirse. La situación era muy delicada, sobre todo después de descubrir algo terrible.  
 
A través de imágenes satelitales los Summers, el agente Webster y el Sr. Webster veían la Isla Valhaven. El satélite espía tenía sus lentes bastante enfocados sobre esa pequeña porción de tierra en el mar Atlántico. Gracias a que Eduardo Franco decidió llevar a sus prisioneros a la plaza central de la base abandonada en El Centro pudieron identificarlo. 
 
Las imágenes que veían eran de tres prisioneros siendo interrogados y golpeados por el milagrosamente vivo Eduardo Franco. El Sr. Summers no cabía en el asombro, pero la Sra. Summers aparentaba una tranquilidad sepulcral a pesar de que estaba preocupada porque uno de los prisioneros era el mismo Dr. Mulder, y eso era un gran problema para la organización. 
 
-Deben ser rescatados- manifestó el agente Webster. 
 
-Eso sería incorrecto, no antes de saber que está tramando Franco- expuso el Sr. Summers. -Que estén allá es muy beneficioso para nosotros- y el agente Webster lo miró impresionado. 
 
-Están secuestrados, Wolf está herido y Scully está muy lejos de hacer un trabajo óptimo cuando es visible que está siendo torturada- expresó alarmado. 
 
-Aún no hay indicios de tortura- comentó la Sra. Summers. -Necesita tiempo para crear un plan. 
 
-No traten de convertir este secuestro en una misión- le pidió aterrado. -Si no lo rescatamos, van a morir. 
 
-Scully se buscó esto, ella debe resolverlo- expresó el Sr. Summers. 
 
El Sr. Webster le sorprendía el desinterés que tenían su hija y el esposo de ella. Así que al ver que ellos no harían nada para remediar lo que pasaba, decidió tomar el asunto en sus manos. 
 
-Marcus tiene razón y no podemos perder tiempo. Debemos rescatarlos. 
 
-Papá, no estamos seguros de que sea el verdadero Franco- señaló su hija. 
 
-Eso a mí no me importa, tenemos dos agentes y un civil a punto de morir y no podemos permitirlo- expresó. 
 
-No tiene caso que los rescatemos cuando ya ambos han sido identificados, no podemos arriesgar a otros agentes- expresó el Sr. Summers. 
 
-Entiendo tu preocupación, pero ya han muerto seiscientas personas y no voy a permitir que ese hombre, ese civil, se convierta en el número seiscientos uno- señaló marcadamente. 
 
-¿Por qué están seguros de que Franco es el responsable de los atentados perpetrados a la ciudad?- preguntó aparentando incredulidad la Sra. Summers. -No podemos confiar en la agente Illianof. 
 
-Ella suele ser más acertada que nuestro simulador- le recordó el Sr. Webster a su hija y ella le miró hastiada. 
 
-De acuerdo- expresó Sr. Summers, llevarle la contraria al Sr. Webster le resultaba agotador. -¿Qué sugieres?- le preguntó. 
 
-Marcus- miró a su sobrino. -Prepara un equipo con los mejores agente del Centro y un perfil con el plan de rescate- le ordenó. -Esta vez asegúrense de que Franco muera- expresó. 
 
El agente Webster asintió y salió de la oficina bastante complacido con la determinación de su tío de rescatar a la agente Scully y a los demás, a pesar de que los Summers no querían.  
 
-¿Dónde está Margaret?- preguntó el Sr. Webster de repente, y los Summers se miraron. 
 
-En casa- respondió el Sr. Summers. 
 
-¿No te preocupa que tu hermana pueda correr peligro estando allá fuera?- le preguntó curioso. 
 
-Descuida Phillip, doblé la seguridad de Margaret. Además no le sienta venir al Centro, aún le afecta estar aquí y no encontrar a Frank- comunicó. 
 
Y el Sr. Webster en su interior le llamó hipócrita, estaba ansioso de que toda la farsa que protagonizaban su hija y su esposo llegara a su fin. El muy pronto se aseguraría de eso. Sonó su móvil y contestó, al recibir un comunicado inmediatamente colgó. 
 
-Inteligencia lo ha confirmado- les dijo, -estamos mirando una creciente amenaza del verdadero Franco. Illianof no se equivocó- les dio una última mirada y se retiró. 
 
-Esto está mal- expresó la Sra. Summers incómoda. 
 
-Todo está mal- le miró. -¿Notaste el marcado interés que tiene tu padre por ese civil? 
 
-Algo normal, ya han muerto muchos- explicó. 
 
-Conozco a tu padre, un civil más o uno menos no le importaría- le recordó. -Hay algo detrás de todo esto. 
 
-¿Tú crees?- le preguntó y él con la mirada le pidió que investigara. -Hablamos en una hora- su esposo asintió y se acomodó la chaqueta antes de salir de la oficina. 
 
 
 
El Centro 
Sala de reuniones 
Una hora y media después 
 
El agente Webster había creado el perfil de la misión de rescate que el mismo Sr. Webster había ordenado. Luego ordenó a todos los líderes de equipo reunirse en el salón junto con otros agentes de nivel inferior. Les habló del nuevo procedimiento a seguir, el cual era muy simple: Liberar a los prisioneros y matar a Franco y a sus secuaces. Aún así, ellos no estaban muy seguros de lo que iban hacer. 
 
-¿Estás seguro de qué es lo más apropiado?- le preguntó la agente Marshall. -¿Por qué no enviar a cualquier equipo?- cuestionó. 
 
-Porque no sabemos a qué nos enfrentamos y, por lo tanto, es una situación que debe ser manejada por personas con nuestro nivel de entrenamiento. No es un simple rescate- contestó. 
 
-Pones en duda las habilidades de los demás agentes- intervino el agente Ferrer. 
 
-No me importa lo que pienses. Ya el perfil está hecho y así se hará. Si no quieres participar en la misión, esa es otra cuestión- expresó. 
 
-No estoy diciendo eso- explicó. -Además, Scully me cae bien- dijo entre dientes. 
 
-¿Quién será nuestro líder?- preguntó la agente Hannigan. 
 
-Yo- respondió el agente Webster. 
 
-Eso no puede ser- expresó el agente Rivera alarmado. -Tú no eres sacrificable. 
 
-En este momento he dejado mi cargo como tercero al mando y como observador- explicó. -Me interesa que todo esto salga bien y debo participar para que salga bien- manifestó. 
 
-Lo estás tomando muy personal- expresó la agente Marshall. 
 
-Es personal- aclaró. -El futuro esposo de mi hermana y la tía de mi hija están en esa isla. Y no pienso dejarlos morir; Margaret Scully no merece perder otra hija- agregó. 
 
Todos comprendían los motivos, el perfil y la desesperación que reinaba en el agente Webster. Demasiados años de sufrimientos para su familia y no deseaba volver a repetirlos. Su hermana le miró con pena y a la vez con mucho orgullo. 
 
-Otra cosa: Scully y Wolf no son los únicos que debemos rescatar- les informó. 
 
-Todo el equipo de Wolf murió. ¿O no?- preguntó la agente Hannigan. 
 
-Sí, pero hablo de un civil- aclaró. -El Dr. Mulder- comunicó. 
 
El agente Krycek, que estaba desentendido de la discusión, al escuchar el apellido de su enemigo levantó la vista y miró con gran sorpresa al agente Webster. Ni siquiera podía creerlo. 
 
-Todo esto parece la historia de un fanfic demasiado rebuscado- comentó con ironía y sorpresa el agente Rivera. Todos lo miraron como si hubiera dicho una insensatez. 
 
-¿Qué hace él allí?- preguntó el Krycek intrigado.  
 
-Eso no es lo importante- expresó el agente Webster. -Lo importante es que debemos sacarlo de allí. Así lo especificó el Sr. Webster. 
 
El agente Krycek lamentó que se hubiera dado esa orden porque el hubiera aprovechado el caos que se produciría muy pronto en la isla Valhaven y se encargaría de matar al Dr. Mulder y hacer creer que otro lo había matado. 
 
-Rivera será nuestro enlace aquí, Labiorestaux vendrá con nosotros a Valhaven y Rachel nos observará desde Sistemas- explicó. -Saldremos… 
 
-Ya que eres el comandante de la misión, vas a necesitar un segundo al mando- comentó la agente Illianof que se encontraba detrás de ellos. Todos la miraron. -Yo puedo hacerlo. 
 
-¿Tú?- preguntó confuso el agente Webster. 
 
-Sí, yo- señaló. 
 
-Alexa, no puedes ir; ni siquiera deberías estar aquí. Estás muy débil- le dijo el agente Labiorestaux preocupado. 
 
-Estoy en perfectas condiciones- comunicó. 
 
-Sufriste un pre-infarto- le recordó. 
 
-Te amo, pero me importa un cuerno tu negatividad- manifestó con rebeldía y luego reflexionó ante sus últimas palabras. -Sé que tienes miedo, Patrick, pero mi hora no ha llegado y tengo suficientes motivos para ir a esta misión.  
 
Patrick Labiorestaux no pudo protestar más; su esposa estaba más que decidida y el agente Webster al ver que el agente Labiorestaux no discutió más con la agente Illianof, le entregó a ésta un panel con el perfil de la misión para que lo estudiara. Luego les informó a todos que saldrían en media hora a Valhaven y así comenzaron a salir del salón de reuniones.  
 
La media hora había transcurrido y el equipo que había conformado el agente Webster salía por uno de los portales del Centro. Hannah Summers estaba en medio del pasillo viendo al equipo salir, el agente Krycek se le acercó y ambos hablaban demasiado bajo. Eso al agente Webster le dio mala espina. Cuando el agente Krycek terminó su conversación con la Sra. Summers, se acercó a la salida y seguido por el agente Webster entraron al ascensor. 
 
Al verse todos en el estacionamiento subterráneo del Centro, un transporte los llevó hasta el puerto de Washington y tomaron un barco rumbo a la isla Valhaven. A sabiendas de que en la isla había un sistema de sonar, ellos utilizaban un dispositivo que los hacia invisible frente a aquel sistema. 
 
El barco se detuvo a tan sólo un kilometro de la costa y, a través de unos binoculares de visión nocturna, el agente Webster podía ver una apacible playa; pero más allá de los arboles, se podía ver las luces encendidas de la base. Los miembros del equipo bajaron del barco para abordar un grupo de pequeñas lanchas de motor silencioso que los llevaría hasta la costa de la isla. 
 
Al llegar, desembarcaron lo más rápido posible. Se introdujeron en el bosque, pero no fueron directamente hasta la base, sino que decidieron ir hasta una montaña que había al este de la isla y desde donde notaron que podían ver perfectamente la base, los hombres que trabajaban para Franco y el cargamento. 
 
-Debe haber más de cincuenta hombres- comentó el agente Kunimitzu. 
 
-Nada que no podamos enfrentar- expresó el agente Webster que se acomodaba los guantes. 
 
-Quiero ir con el primer equipo- expresó la agente Illianof. 
 
-Me estoy arriesgando mucho al traerte aquí- le dijo el agente Webster. -Es mejor que te quedes- recomendó. 
 
-Quiero ir con el primer equipo- repitió, no daría su brazo a torcer y el agente Webster lo entendió así. 
 
-Bien- expresó cansado y miró su panel, en la pantalla parpadeaba un círculo amarillo. -Scully y los demás deben estar en los edificios que están al sur- informó. 
 
-Los encontraremos- manifestó la agente Illianof e inmediatamente se dispuso a bajar la montaña. 
 
El agente Wolf gritó por última vez antes de caer desmayado por los choques eléctricos que uno de los guardias le administraba. Carolina Franco observaba las torturas dadas a sus prisioneros con sumo placer pero aún así permanecía molesta porque ninguno de los tres hablaba. 
 
Al ver que el agente Wolf había perdido el conocimiento, le indicó al guardia que continuara con el Dr. Mulder. El dolor era insoportable y la agente Scully, que permanecía atada a una tabla, no podía sentir más que impotencia y total rencor hacia Carolina Franco. 
 
-¡Déjalo en paz!- le gritó. -¿Acaso no ves que no sabe nada?- le preguntó molesta. 
 
-Te importa mucho este hombre, más que el tal Wolf- comentó al mirarla fijo, notó la familiaridad que generaban el Dr. Mulder y la agente Scully. -Es tu amante- miró al Dr. Mulder. -Por supuesto que sí, se nota tan solo con verlo. Lo amas- volvió a mirar a la agente Scully. -Yo también ame, una vez- narró. -Éramos el uno para el otro, hasta que tú lo mataste y mi mundo se volvió un infierno. 
 
-Es tu culpa por enamorarte de alguien que le ha hecho tanto daño al mundo- expresó la agente Scully irritada.  
 
Carolina se molestó enormemente con las palabras de la agente Scully y le ordenó al guardia que le propinara una descarga. La agente Scully gritó con las últimas fuerzas que le quedaban y después se vio muy agitada. En ese momento, Eduardo Franco entró a la espartana habitación y, al ver que su cuñada no había logrado nada con los prisioneros, se enfado. 
 
-Adminístrales el suero- le ordenó. 
 
-Están a punto de hablar, no lo vamos a necesitar- explicó. 
 
-Ya no quiero perder más el tiempo- expresó. -Adminístrales el suero- repitió por última vez y salió. 
 
Carolina Franco no se mostró a gusto, pero debía obedecerlo, el tiempo se les acababa. Se acercó a una mesa que había en la habitación y de una caja sacó lo que parecía ser una ampolleta, llenó una jeringa con el contenido de la ampolleta y se acercó a la agente Scully. 
 
-Esto no es de mi agrado, es demasiado fácil. Pero es rápido y te hará hablar pronto- le mostró la jeringa. -Es una mezcla psicotrópica de dietilamina del ácido lisérgico con pentotalsódico.Lo llaman el suero de la verdad- comentó. -Es muy efectivo- le clavó la aguja a la agente Scully en el cuello con la firme intención de que sintiera dolor. 
 
Al sacarle la aguja, dejó la jeringa sobre la mesa y le ordenó al guardia que la siguiera. Debía esperar a que el suero hiciera efecto y salió de la habitación. La agente Scully sentía que la habitación daba vueltas y que la sustancia que le habían administrado recorría todo su organismo. 
 
-Dana- le llamó el Dr. Mulder. 
 
-¿Sí? 
 
-¿Estás bien?- le preguntó. 
 
-No- contestó. 
 
Ella siempre contestaba que estaba bien, siempre mentía referente a su estado, esa vez era todo lo contrario. La agente Scully se rió ante lo rápido que el suero empezaba hacer efecto.  
 
-¿Tienes algún plan para salir de aquí?- le preguntó. 
 
-No- contestó y volvió a reírse. -Odio esto, no sabía que fuera tan efectivo- se quejó. 
 
-¿Quién eres?- le preguntó, ese día había visto una Dana Scully bastante desconocida. 
 
-Dana Katherine Scully- respondió.  
 
-¿En verdad mataste al hermano de Eduardo Franco?- ella le había dicho que lo había hecho, pero esa vez quería confirmarlo. Conocía los efectos que aquel suero generaba en el cerebro.  
 
-Sí- y asintió a la vez. -Aunque tenía ordenes de matar a Eduardo, no sabíamos que tenía un hermano gemelo. 
 
-¿Quiénes no lo sabían?- le preguntó confuso. 
 
-Mis superiores y yo- respondió. 
 
-¿Tus jefes del FBI?- ella se rió ligeramente y negó con la cabeza. -¿Entonces quiénes? 
 
-Mis jefes de la CIA- contestó muy sincerada. 
 
-¿Eres agente de la CIA?- preguntó sorprendido. 
 
-Desde hace diez años- respondió. 
 
-¿Eres espía? 
 
-Espía, agente, operativa… existen muchos nombres para lo que realmente soy- contestó. 
 
El no podía creerlo, a pesar de que ya lo había empezado a sospechar desde el momento en que fueron secuestrados, aún no podía creerlo. Era tan difícil de procesar; finalmente comprendió por qué ella era tan reservada, por qué no quería que él se inmiscuyera en sus asuntos laborales y su negatividad cuando él le pedía que le presentara a sus colegas. Levantó la cabeza, ella respiraba agitada y confusa y le llamó. La agente levantó la cabeza y ambos se miraron fijos.  
 
-¿Lo nuestro en realidad fue una total farsa? ¿Jamás me amaste?- le preguntó. 
 
-Jamás he dejado de amarte- respondió con lágrimas en sus ojos. 
 
-¿Y por qué me dejaste?- le preguntó acongojado. 
 
-Porque es prohibido que un agente tenga relación afectiva con un civil. Cuestiones de seguridad- contestó. -Como esta- señaló, -siempre te puse en riesgo y comprendí que no podía continuar. Por eso decidí dejarte, a pesar del amor que siento por ti. 
 
-Oh… que tierna, se está sincerando- exclamó Carolina cuando entró a la habitación.- Resultó un beneficio para ambos- y se acercó a la agente Scully. -Ahora me vas a decir quien eres realmente. 
 
-No es justo- exclamó la agente al ver que alguien muy conocido entró a la habitación. 
 
-¿Qué no es justo?- le preguntó Carolina. 
 
-Que otra persona te vaya a matar. Yo quería hacerlo- respondió. 
 
-¿Quién me va a matar?- preguntó. 
 
Antes de que la agente Scully contestara, Carolina giró sobre sí y miró hacia la puerta. Alexa Illianof no esperó más y le atravesó la cabeza con una bala. Carolina cayó al suelo y la agente Illianof se colocó en el centro de la habitación. Kunimitzu, Kawasaki y Ferrer entraron después. 
 
-Objetivo asegurado- expresó la agente Illianof y luego miró a la agente Scully. -¿Estás loca? 
 
-Me administraron una dosis del suero de la verdad- explicó, -lo siento- se disculpó. 
 
Se dedicaron a desatarlos, Scully cayó al suelo sin nada de fuerzas pero al ver que el Dr. Mulder había caído al suelo sin conocimiento, inmediatamente se acercó a él y le tomó por la cabeza.  
 
-Mulder- le llamó. 
 
-¿Ya me morí?- le preguntó y la agente Scully rió. 
 
-No, aun no- respondió y tomó la jeringa que le había pasando la agente Kawasaki. -Esto es adrenalina- le mostró. -Recuperarás las fuerzas en cuanto te la administre. 
 
-No necesito eso para decirte que te amo- explicó. 
 
La agente Illianof sonrió enternecida al escucharlo. Se dedicó a desatar al agente Wolf y le llamó, pero él no respondió. La agente Scully le administró la dosis de adrenalina al Dr. Mulder y luego hizo lo mismo con ella. Empezaron a escucharse disparos en el exterior y el agente Ferrer corrió hacia el marco de la puerta.  
 
-Empezó la acción- comunicó. 
 
-Debemos irnos- expresó el agente Kunimitzu. 
 
-No podemos- explicó la agente Scully, -no sin antes desactivar el sistema satelital que Eduardo tiene aquí. Así activa las bombas en Washington- informó y se puso de pie, al sentir que las fuerzas volvían a su cuerpo. 
 
-Primero debemos sacar a Wolf de aquí. Ni siquiera se puede mover- expresó la agente Illianof que le administraba la adrenalina al inconsciente agente Wolf. -Esto no va a servir de mucho- lo abofeteó dos veces y el apenas abrió los ojos. -¿Qué demonios le hicieron? 
 
-No tenemos tiempo- exclamó el Dr. Mulder y la agente Illianof le miró con gran interés.  
 
La agente Scully solicitó un arma y un intercomunicador. La agente Kawasaki le dio lo que ella había pedido. El agente Ferrer salió seguido del agente Kunimitzu y la agente Kawasaki, tres agentes más de nivel inferior entraron y sacaron al agente Wolf de allí. La agente Illianof se acercó al Dr. Mulder y le entregó un arma, él la miró confuso. 
 
-No me diga que no la sabe utilizar- expresó. 
 
La agente Scully los miró con interés, pero ese no era el momento para seguir con las confesiones. Illianof salió primero de la habitación y luego lo hizo la agente Scully seguida del Dr. Mulder.  
 
Cuando salieron del edificio donde se encontraban, las fuerzas del Centro diezmaban al pequeño ejército de Franco. Las balas rozaban y la agente Scully le disparó certeramente a dos tipos que se acercaban a ella. Los tres se escondieron detrás de una pared de cajas de madera. 
 
-¿Quién está a cargo de la misión?- preguntó cuando abrió la línea de su intercomunicador. 
 
-Yo, enana- expresó el agente Webster. -Es un placer escuchar tu voz- le dijo. 
 
-Deberías estar en casa, Marcus- comentó la agente Scully. 
 
-Estaré en casa cuando te saque de aquí- le comunicó. 
 
-Por ahora eso no será posible- le explicó. -Escucha, Franco tiene un sistema satelital en el edificio oeste; con él activa las bombas colocadas en la ciudad. Creo que activará muy pronto una en la Casa Blanca y quiero impedirlo- informó. 
 
-Coloca bombas en el edificio- sugirió. -Es lo único que podemos hacer. 
 
-Marcus, estamos rodeados de armamento bélico- comunicó. -No podemos arriesgarnos, si hacemos explotar ese edificio, la isla explotará y nosotros con ella. Iré y reprogramare el sistema.  
 
-Te gusta lo difícil, Dana- señaló el agente Webster medio divertido. -Está bien, hazlo. Pero sólo tienes diez minutos- le informó. 
 
-Gracias, Marcus- expresó y notó la mirada confusa del Dr. Mulder. 
 
-¿Marcus? ¿Tu vecino, el padre de tu sobrina?- preguntó anonadado. 
 
Ella asintió divertida y salió de su escondite, seguida por el Dr. Mulder y la agente Illianof que les servía a ambos de cubre espaldas. Corrían entre las llamas generadas por los explosivos y las balas. A la agente Scully no le daba tiempo sorprenderse, pero le parecía demasiado extraño que el Dr. Mulder disparara su arma y fuera tan certero con cada tiro que utilizaba.  
 
Llegaron al edificio oeste y como la primera vez entraron por la parte trasera de éste y subieron las mismas escaleras. Al encontrarse en el segundo piso se encontraron con una barricada de guardias que les disparaban desde el otro extremo del pasillo. Ellos se escondieron, Illianof armó una granada y la lanzó hasta el otro lado del pasillo y la bomba explotó liquidando a los guardias.  
 
Entre el humo del explosivo caminaron por el pasillo, cuando llegaron al final la agente Illianof se fue por otro lado de la planta dejando solos al Dr. Mulder y la agente Scully. Ellos dos llegaron a la oficina donde estaba el equipo satelital y dos guardias estaban en el interior. La agente les disparó por la espalda y tiró a uno de ellos al suelo para sacarlo de la silla donde estaba y tomó el control del sistema. 
 
-Demonios- expresó alarmada. -El sistema está armado- comenzó a teclear para tratar de desactivar el sistema. 
 
-¿Dónde está la otra mujer?- preguntó. 
 
-Hace un reconocimiento de la planta- contestó. -Hazme un favor y vigila la puerta, aún no estamos seguros- explicó. 
 
El no estaba interesado en hacer lo que ella le había pedido. Se acercó a la agente Scully y dejó el arma sobre el escritorio. Estaba decidido a seguir interrogándola. 
 
-¿Kawasaki y Kunimitzu también son agentes de la CIA?- le preguntó, ella no contesto. -Ahórrate el silencio, sé que sigues bajo los efectos del suero- le recordó. 
 
-Sí, también lo son- contestó. -Y también Krycek y Hannigan. 
 
-¿Por qué me lo ocultaste por tanto tiempo?- le preguntó indignado. 
 
-Porque no puedo ir por ahí diciéndole a todo el mundo que soy agente de la CIA- respondió, y luego se quejó al ver que no podía desactivar el sistema. -Marcus, tengo un problema aquí- se comunicó con el agente Webster. 
 
En eso, un guardia atacó al Dr. Mulder por detrás, empezaron a forcejar y la agente Scully se puso de pie. 
 
-Vuelve a lo que estabas haciendo- le gritó el Dr. Mulder que continuaba peleando con el guardia, -desactiva la bomba. Yo puedo con él- aseguró cuando le hacía una llave en el brazo al sujeto. 
 
Labiorestaux se comunicó con la agente Scully, ella volvió a sentarse y seguía las instrucciones que el agente Labiorestaux le indicaba, a pesar de que la lucha que protagonizaban el Dr. Mulder y el guardia la distraía. El contador seguía corriendo, y la agente Scully tecleaba todo lo que le indicaban por el intercomunicador.  
 
El marcador se quedó en dos cuando la agente logró reprogramar el sistema y el Dr. Mulder le rompió el cuello al sujeto y se sentó en el suelo agotado mientras se limpiaba la sangre de los labios. La agente Scully le apuntó al guardia y al verlo muerto miró estupefacta al Dr. Mulder. 
 
-Lo mataste- exclamó. 
 
-Era él o yo- explicó. 
 
Escucharon un estallido y vieron entrar a la oficina a una agente Illianof muy agitada. El Dr. Mulder se puso de pie y tomó su arma y salió de la oficina sin esperar a que se lo pidieran o que la agente Scully lo hiciera. Ambas agentes lo siguieron, la agente Scully no entendía lo que él estaba haciendo. Si ella era desconocida para él, él también lo era para ella.  
 
Bajaron de la planta alta del edificio y en la salida vieron a Eduardo Franco salir junto con dos de sus guardias. Los tres los siguieron y la agente Scully lo llamó y él giró; sus guardias quisieron disparar pero Illianof le disparó a uno en la cabeza provocando el miedo del otro. Illianof le ordenó que bajara el arma. 
 
-¿Me vas a matar?- la agente Scully asintió. -¿Sabías que valgo más vivo que muerto?- le preguntó. 
 
-Eso a mis jefes no les importa, por eso me mandaron a matarte la primera vez y lo hice a regañadientes. Tu hermano me había arruinado las vacaciones; tú tenías razón: era un tarado. A ti te voy a matar porque lastimaste a mi compañero y al hombre que amo- le explicó.  
 
-¿Tan sólo por eso?- le preguntó extrañado. 
 
-No existe otro motivo- contestó. 
 
Le disparó en la cabeza y luego hizo lo mismo con el guardia. El Dr. Mulder no pudo mostrarte más que sorprendido. 
 
-Eres una psicópata- y la agente Scully lo miró consternada. -Eso es sexy. 
 
Ella sonrió abiertamente y no le importó besarlo frente a la agente Illianof que no tuvo más remedio que girar la cabeza hacia otro lado. La base estaba tranquila, las fuerzas de Eduardo Franco habían sido contenidas y el agente Webster acompañado por otros agentes se acercó a ellos. 
 
-Por favor, búsquense un hotel- les suplicó. 
 
Se separaron a regañadientes. El agente Krycek que estaba junto al agente Webster no daba crédito a lo que veía. Era toda una pesadilla para él. 
 
-¿Cómo me encontraste?- le preguntó la agente Scully. -Eliminaron mi segundo rastreador. 
 
-Por tu cruz- señaló la cadena que colgaba de su cuello. 
 
-Ya veo por qué Melissa siempre volvía a ti- expresó. -Dime que no querían a Eduardo vivo. 
 
-Bueno- miró el cuerpo inerte de Eduardo Franco. -Nos ordenaron eliminar todo rastro de su organización- explicó. -¿Cómo supiste lo del sistema satelital? Tú no hablas español. 
 
-Pero Mulder sí- expresó con orgullo. -Por cierto, ¿desde cuando hablas español?- le preguntó. 
 
El no contestó porque no lo deseaba, él también tenía derecho a tener secretos y al agente Krycek le daba asco que ahora el nuevo héroe fuera su propio enemigo. Se escuchó un disparo y la agente Scully cayó al suelo entre los brazos del Dr. Mulder, que no creía lo que veían sus ojos. 
 
Los demás agentes buscaron a su alrededor al responsable y vieron a uno de los lacayos de Franco en uno de los edificios cercanos. El agente Kunimitzu le ordenó a dos agentes que estaban junto a él que atraparan a quien le había disparado a la agente. 
 
El Dr. Mulder la sostenía entre sus brazos mientras le suplicaba que no cerrara los ojos. Ella sólo podía verlo con amor y una profunda tristeza al ver como lloraba. Marcus Webster se arrodilló frente a ellos apurado y revisó la herida que la agente Scully tenía la espalda. 
 
-¡Un medico!- gritó, la agente Scully le tomó de la mano. -No estabas usando chaleco. 
 
-Pensé que hoy no trabajaría- le recordó con una sonrisa melancólica porque sabía que su hora había llegado y de repente cerró los ojos. 
 
-Dana, no te duermas- le gritó el Dr. Mulder y la zarandeó, ella abrió débilmente los ojos. -Por favor, no lo hagas- le suplicó angustiado, ella le tocó la mejilla. 
 
-Fui muy feliz estando a tu lado, Mulder- le dijo con voz entrecortada y débil. 
 
-Y lo seguirás siendo- le aseguró él, ella sonrió con incredulidad. -Es cierto- afirmó. 
 
-No me hagas mentir- le pidió, -sabes que no puedo- le recordó. -Nada de lo que siento por ti ha cambiado- expresó entre lagrimas. -Yo siempre te he amado. 
 
-Lo sé- confirmó, -siempre lo vi en tus ojos- comentó sin poder ocultar su dolor. 
 
Ella sonrió con tristeza y le acarició los labios, él la besó por última vez y cuando se alejo vio que ella respiraba su último aliento. Cerró los ojos para no volverlos abrir más. El Dr. Mulder le llamó a gritos y desesperado la zarandeó repetidas veces. 
 
Marcus Webster no pudo ocultar su dolor al ver como el Dr. Mulder lloraba sin consuelo y agarraba con firmeza el cuerpo inerte de la agente Scully. Otra vez había perdido a alguien querido y era insoportable el peso que su alma tenía. Los demás no sabían como reaccionar, la escena era intensa y amarga. Las agentes Hannigan y Kawasaki a duras penas pudieron contener las lágrimas. 
 
Los agentes que estaban bajo el mando del agente Kunimitzu habían regresado con el responsable de la muerte de la agente Scully. El sujeto cayó de rodillas y empezó a decir incoherencias que los pocos que sabían español allí ni siquiera quisieron escuchar. Alexander Krycek reaccionó de la manera más esperada por todos y le pegó un tiro así mandándolo al infierno. 
 
La agente Marshall se sobresaltó un poco al escuchar el disparo y al ver que el Dr. Mulder lloraba desconsolado no soporto ver más la escena y se retiró de lugar, seguida por el agente Ferrer y otros agentes de nivel inferior. 
 
El Dr. Mulder dejó en el suelo el cuerpo de la agente Scully y continuó llorando. Al ver que ella llevaba el brazalete que le había regalado sonrió con melancolía y se lo quitó; volvió a llorar cuando lo sintió entre sus dedos.  
 
El agente Webster se puso de pie y le incitó al Dr. Mulder a que hiciera lo mismo pero él se negó. Alexa Illianof, que permanecía demasiado serena para lo que ocurría a su alrededor, se acercó al Dr. Mulder y le tomó de ambos hombros. 
 
-Vamos- le pidió, -lo llevaremos a casa, Dr. Mulder- le dijo. 
 
El se levantó despacio del suelo. Un helicóptero se posó sobre la plaza y la agente Illianof guió al Dr. Mulder hasta él. Webster y Kunimitzu, seguido por la agente Kawasaki, también los siguieron hasta el transporte.  
 
Cuando el aparato se elevó del suelo, el agente Webster vio como los demás agentes se retiraban del lugar y el equipo de limpieza recogía los cuerpos del campo. El cuerpo de la agente Scully fue el primero el ser colocado en una bolsa mortuoria. 
 
 
 
Carolina del Norte 
Martha Vineyard´s 
Casa de veraneo de los Mulder  
 
Despertó en un lugar desconocido, en una habitación desconocida, en una cama desconocida. Desesperado levantó la espalda del colchón. Hacía tanto tiempo que no visitaba aquella casa que ya había olvidado como era. En ese momento se preguntaba cómo había llegado ahí.  
 
Sarah O´Connell entró a la habitación con una taza humeante de café. Al verlo despierto le sonrió amigablemente. El Dr. Mulder se mostró confuso y contrariado. Y de repente pensó que estaba viviendo un extraño sueño. 
 
-Buenos días, Mulder- le dijo Sarah, luego le dio la taza de café. -Le puso algo de canela para que te relajes. 
 
Miró todo su alrededor, la casa se había detenido en el tiempo. Estaba acostado sobre la que alguna vez fue la cama de sus padres y ésta aún conservaba el viejo edredón. A tan sólo unos centímetros de allí estaba la sala, aquel cuarto que fue el testigo silencioso de la desaparición de su hermana. 
 
-¿Cómo llegué aquí?- preguntó confuso. 
 
-Necesitas cuidados- fue lo único que pudo decir. -Lamento lo que ocurrió con Dana- expresó Sarah. 
 
-Tú conocías su secreto- reveló él al caer en cuenta que Sarah sabía mucho más de lo que aparentaba ocultar. Ella esquivó su mirada, pero él no dudo en recriminarla. -Todo este tiempo y no me dijiste nada.  
 
-No podía- explicó ella, -hice un juramento. No soy militar, pero sigo sirviéndole a mi nación. Trabaje algún tiempo con Dana Scully, por eso la conocía y sabía que era peligrosa para ti. Por eso te pedí varias veces que te alejaras de ella. 
 
-Sin darme una explicación más o menos coherente. 
 
-¡No podía revelarte quién era en realidad!- exclamó incómoda. 
 
El Dr. Mulder la miró con resentimiento y ella no pudo resistir esa mirada; se alejó de la cama y le dio la espalda. Se acercó al amplió ventanal de la habitación y fijó su vista en el tranquilo mar que había delante de la casa.  
 
-Te trajeron aquí porque no quieren que tengas ningún contacto con tus conocidos en Washington hasta que tengas claro que no puedes revelar nada de lo que viste- le comentó Sarah. -Se han tomado muchas molestias contigo, Mulder. Deberías estar encerrado; sabes demasiado, pero consideran que ya has sufrido bastante. 
 
-Pues prefiero estar muerto- le aclaró él. -Sin Dana no tiene caso seguir viviendo- comentó dolido.  
 
-Aunque estuviera viva no podrías estar con ella- le miró sobre el hombro. -Eres civil, el contacto es prohibido. 
 
No le importó, si estuviera viva hubiera encontrado la forma de estar con ella. Pero ya no tenía caso pensar en eso cuando la agente Scully ya no estaba entre ellos. El sentía que a su alma le habían arrancado un pedazo y que ese pedazo se había ido con la misma Dana Scully. 
 
 
 
El Centro 
Enfermería. 
 
Los bizcochos estaban deliciosos, pensaba el agente Webster. Le resultaba increíble poder comer bizcochos frente al cuerpo inerte de la agente Scully. A ella le gustaban esos bizcochos pero no podía comerlos. No en su actual estado.  
 
Se estaba aburriendo, la espera se le hacía eterna y ya había transcurrido medio día; estaba agotado. Pero tenía intenciones de permanecer allí todo el tiempo que fuera necesario. La agente Scully permanecía sobre una camilla metálica y sólo la cubría una sabana blanca. 
 
El agente Webster la miró y se llevó otro pequeño bizcocho a la boca, en ese momento la agente Scully aspiró largo al abrir los ojos y levantó la espalda de la camilla junto con la sabana que le cubría todo. Ella miró a su compañero y él le sonrió. 
 
-Son naturales, como me los había imaginado- comentó. 
 
Ella se mostró confusa y al notar que la sabana no le cubría los pechos, volvió a cubrirse. Sin pensarlo dos veces golpeó repetidas veces al agente Webster y él se alejó de la camilla. 
 
-Resucitas de muy mal humor, Dana Scully- exclamó. 
 
-¿Qué demonios pasó?- preguntó contrariada. 
 
-Fuiste cancelada- respondió y se llevó otro bizcocho a la boca. 
 
-¿Qué?- preguntó alarmada. -Se supone que debería estar muerta, de verdad- expuso. 
 
-Mmm… sí, pero Hannah y Andrew decidieron lo contrario. Para Mulder estás muerta, que es lo importante. Y bueno… a la vez ya no trabajas más para El Centro- explicó. 
 
-¿Qué pasó con Mulder? ¿Dónde está?- preguntó preocupada. 
 
-Descuida, el tío Phillip ordenó que no lo tocaran. El está bien, traumado, pero bien- contestó, la agente se mostró tranquila. -Será mejor que te cambies, Andrew y Hannah quieren verte- comunicó. 
 
Ella se mostró de acuerdo y bajó de la camilla. Al ver la bolsa de bizcochos que el agente Webster tenía entre las manos, se la quitó y salió de la enfermería envuelta tan sólo con la sabana. 
 
Quince minutos después entraba a la oficina de la Sra. Summers vestida con pantalones negros y una franela gris muy ceñida. El Sr. Summers le invitó a tomar asiento pero ella prefirió permanecer de pie. 
 
-¿Cómo has tomado todo esto?- le preguntó la Sra. Summers sin hacerse esperar. 
 
-No me lo esperaba- contestó, -se supone que soy tu favorita- dijo con ironía. 
 
-Eso ya se acabó- expresó la Sra. Summers. -En vista de todo lo que ha pasado, el Sr. Summers y yo decidimos prescindir de tus servicios en El Centro. Tu conducta es algo que ya no podemos manejar y matarte no es una opción cuando existen otras organizaciones que pueden aprovechar tu potencial- explicó. 
 
-Vaya, eso es muy… desinteresado- exclamó aparentando sorpresa, -sobre todo viniendo de ti, Andrew- comentó y el Sr. Summers la miró de manera fría.  
 
-Sería acertado de tu parte aceptar una oferta que Francia nos acaba de hacer- señaló la Sra. Summers y le entregó un cd a la agente Scully. -El departamento de inteligencia francesa estaría muy complacido si aceptas unirte a sus fuerzas.  
 
-El agente Kunimitzu será el nuevo líder del Alfa- le comunicó el Sr. Summers. 
 
-Buena elección- expresó la agente Scully, -él ha querido eso por años. El Alfa estará en buenas manos- miró el cd y luego miró a sus superiores. -¿Por qué no puedo quedarme en Estados Unidos?- preguntó extrañada. 
 
-Porque no sería adecuado que te quedaras cuando se supone que estás muerta- contestó frío el Sr. Summers. 
 
-Ya veo- expresó la agente Scully y luego los miró a ambos. -Fue un gran placer trabajar en El Centro, pero no lo fue trabajar bajo sus órdenes- comentó con dureza y se acercó a la puerta para retirarse. 
 
-Aquí lo tenías todo- le dijo el Sr. Summers. -¿Por qué lo desperdiciaste?- le preguntó. 
 
-Aquí una vez lo tuve todo- le aclaró al mirarlo sobre el hombro. -Eso ya no es así. 
 
La puerta de la oficina se abrió y la agente Scully no se dilató para salir. El señor y la señora Summers se miraron silenciosamente y cada uno volvió a sus agendas de trabajo. Para Hannah Summers era una pena que Dana Scully ya no estuviera en El Centro; para Andrew Summers significaba un gran alivio. 
 
La recién despedida agente fue hasta el vestidor de damas y sacó todas las pertenencias de su casillero. Su inseparable compañera, Alyson Hannigan, la miraba en silencio. Cuando vio que todo estaba listo decidió salir del vestidor. La agente Hannigan la siguió y en el pasillo se encontraron con el agente Krycek, que la miraba como si esa fuera la última vez que la vería. 
 
-No pongan esas caras- les pidió sonriéndoles, -nos volveremos a ver- les dijo. 
 
-Te iras para siempre- expresó el agente Krycek ocultando su conmoción. 
 
-Y es lo mejor- les aclaró. -París será mi nuevo hogar y son bienvenidos- expresó. 
 
Les sonrió por última vez y ni siquiera los abrazó. Tenía la extraña sensación de qué tal vez los vería muy pronto y no se quiso despedir formalmente. Tocó ligeramente la mano de Alexander Krycek y se encaminó al pasillo que la llevaría hasta la salida. 
 
En el camino se encontró con el agente Wolf, que al parecer estaba muy recuperado de sus heridas. La agente Scully se acomodó el abrigo y el agente Wolf se acercó a ella. 
 
-Debo darte las gracias- expresó, él la miró extrañado. -Tú me sacaste del campo de batalla cuando mataron a Melissa, completaste su tarea: la de protegerme. Nunca te di las gracias por ello. 
 
-Más vale tarde que nunca- manifestó y la agente Scully sonrió. 
 
Después salió del Centro. Cuando llegó a casa se dispuso a recoger sus pertenencias, cubrió los muebles con sábanas blancas y reservó un boleto de avión a San Diego. Al día siguiente, Marcus Webster la llevó personalmente al aeropuerto; de camino recogía en su mente todos los lugares que tanto extrañaría de Washington y le dio cierta nostalgia cuando cruzó por El Instituto de Psicología y Ciencias. El agente Webster apenas la miró y continuó conduciendo hasta el aeropuerto George Washington.  
 
Tampoco se despidió de él, tuvo suficiente con el hasta pronto y cuando avisaron que su vuelo era el próximo en salir, abordó el avión. Al llegar a San Diego alquiló un auto, en el camino a casa volvía a recordar al Dr. Mulder, sus experiencias, la amistad, la compañía, el afecto y la pasión. Jamás volvería a amar un hombre como lo amó a él. Al llegar a casa, se bajó del auto y al ver a su madre en la entrada se quitó los lentes de sol que traía. 
 
Margaret Scully se acercó a su hija y la abrazó para darle la bienvenida. No le preguntó qué hacía allí o qué había pasado. Sólo le bastó tenerla nuevamente en casa después de tanto tiempo. Una muy junta a la otra, se encaminaron al interior de la residencia dejando atrás las penas y las tristezas. 
 
 
 
Carolina del Norte 
Martha Vineyard´s 
 
Sentado sobre la arena de playa observaba el brazalete que alguna vez perteneció a la agente Scully. Mientras lo sentía frío entre sus dedos podía recordar la candidez de aquella mujer que tanto amó. Cómo podía soportar tal pérdida, cómo podía recuperarse, era demasiado difícil cuando quedaron tantas cosas por decir y hacer. 
 
Rió con melancolía, desde ese momento su vida sería mucho más patética que antes. Ahora había perdido a dos seres amados y, si aún dolía la primera perdida, la segunda le tenía sangrando el alma con suficiente dolor como para querer quitarse la vida.  
 
Desde la distancia, Alexa Illianof y Patrick Labiorestaux lo vigilaban. Tenían órdenes y tenían que obedecerlas, pero a la agente Illianof le interesaba otro tipo de misión, una que la inmiscuía de manera muy personal.  
 
Lo vio levantarse del suelo, la marea subía y se mojaba los pies. Se dirigía a su antigua casa y la agente Illianof lo siguió. La brisa del mar le agitaba el pelo y le traía remembranzas de un pasado traumático. Al ver la gran casa de veraneo sintió un calor extraño en su corazón.  
 
-Dr. Mulder- le llamó. 
 
El Dr. Mulder giró cuando la escuchó, se mostró confuso al ver aquella mujer tan desconocida para él. Apenas podía relacionarla directamente con la agente Scully, pero algo en su interior le decía que la conocía de toda la vida.  
 
-¿Qué hace aquí?- le preguntó el Dr. Mulder a la defensiva. 
 
-Necesito hablar con usted- contestó la agente Illianof.  
 
El Dr. Mulder sacó las llaves de la casa y subió el porche despacio. Tenía tanta rabia en su interior que ver a la agente Illianof frente a él le hizo sentir enfado, pero no hacia ella, sino hacia el mundo en el cual vivía y le hacía cosas injustas a su existencia.  
 
-Si vino aquí a decirme que no puedo decir nada referente a lo que vi en Valhaven, descuide- le dijo. -No tengo esas intenciones. Mis verdaderas intenciones son olvidar todo lo que ocurrió- explicó y se acercó a la puerta, la agente Illianof subió dos escalones del porche. 
 
-No vine a eso- aclaró. -Hace dos días, Dana Scully lo contactó para hablar sobre lo que realmente había sucedido con su hermana, Samantha Mulder- le recordó. 
 
-¿Cómo sabe eso?- y la agente Illianof lo miró con evidencia. -Ella no llegó a decirme nada de lo que investigó, lo que sabía se lo llevó a la tumba- explicó el Dr. Mulder. 
 
-Tengo conocimiento de lo que Dana Scully quería decirle, Dr. Mulder- comentó. 
 
El Dr. Mulder le miró con sospecha e incredulidad, pero a la agente Illianof no le importó esa desconfianza que el doctor tenía dibujada en su rostro. 
 
-Yo sólo quiero concluir lo que la agente Scully había empezado- aclaró con franqueza. -La verdad es muy importante, Dr. Mulder y usted siempre ha caminado por esos senderos. 
 
Alexa Illianof se expresaba de una manera tan natural hacia el Dr. Mulder que él no pudo desconfiar de ella. Aunque tenía ciertas dudas por la presencia de la misteriosa agente en su casa, la invitó a pasar cuando abrió la puerta. De repente, la agente Illianof se sintió mareada y el Dr. Mulder la sostuvo. 
 
-¿Se encuentra bien?- preguntó preocupado. 
 
-Este lugar no ha cambiado en nada- comentó para sí.  
 
Ella posó sus ojos sobre los de él y el Dr. Mulder volvía a sentir esa familiaridad. Cuando soltó la mano de la joven agente, vio el llavero que ella siempre llevaba consigo. El jamás pensó que volvería a ver un llavero tan parecido al que le había regalado a su hermana cuando eran niños. 
 
Continuará… 

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