fanfic_name = Mundos Distintos

chapter = IX

author = NikkyScully

dedicate = Disclairmer: Se dice que todo lo concerniente a X-Files es de Chris Carter, pero como el no ha sido el creador de los personajes que e incluido en este fic diré que hasta X-Files es mió, porque yo trabajo con el mientras Carter se dedica a hacer demandas lerdas. He dicho.

Clasificación: Lo que ustedes quieran y alternativo.

Dedicatoria: A las bitches sin ninguna duda, las amo chicas.

Agent Macgirl, mi compañera, mi amiga, mi co-escritora en otros proyectos y quien ahora me pego el sindrome de imnsonio. A Rosa, que no se donde anda, a Paulina por igual que anda súper perdida, a mis niñas que las extraño y a quienes me dejaron comentario en las pasadas entregas: Maca, Icezard, Lizzy_x, Katherine_M_S, Sakura Spooky, conocimiento_acumulado, Chilly, wendymsanchez, Mary, scully_gab, leencita, Joly, dana-k, Isa y adeDanK. Gracias a todos

Nota o más bien aviso: Lamento enormemente la tardanza, disculpenme.

 

Rating = touchstone

Type = Angst

fanfic = El Centro

Enfermería

 

La Dra. Bennedetty atendía a un grupo de agentes que habían enfermado con el típico virus de resfriado de principios de invierno. Alguna que otra vacuna y recomendarles tomar líquidos era lo único que podía hacer por ellos.

 

Su esposo apareció en esos instantes, ella conocía los motivos de su visita a aquel lugar. Ella se encaminó a uno de los cubículos de la enfermería y él la siguió. Cuando estuvieron allí ella cerró las cortinas para mayor privacidad.

 

-¿Ya te enteraste?- preguntó él.

-Fue lo primero que me dijo mi asistente esta mañana- contestó deprisa.- Esto es un caos Frank y yo sospecho de Andrew.

-No eres la única, yo también sospecho de él. Reyes y Doggett vinieron esta mañana y luego Andrew vino donde mi para decirme que ellos sospechaban que el atentado fue perpetrado desde adentro- relató.

-¿Cómo lucía él?- preguntó curiosa.

-Como siempre, calmado, frío e inmutable. No había rastro de nerviosismo en él, pero sabemos que Andrew sabe fingir muy bien- recordó.

-Debes hablar con Phillips- le aconsejó.

-¿Para qué?- preguntó alarmado ante la propuesta.

-Para que detenga esta locura- contestó apresurada.

-Sería arar en terreno infértil. Sin pruebas, la competencia entre El Centro y los Complejos, para Phillips, sólo es un simple juego- explicó.- Y si Doggett y Reyes le siguen el juego a Andrew y a Hannah, llevaran las de perder.

-¿Y no crees que le sigan el juego por alguna razón?

-Tal vez, pero es un juego ficticio, no existe. Andrew quiere destruir a Doggett porque hace cosas que no se deben hacer. Andrew es muy tradicionalista, para él este mundo pertenece a las sombras y debe seguir perteneciendo a las sombras y así piensa Hannah.

-Es una estupidez, el proyecto de Los Complejos es algo que no rompe los estatutos de la organización- ilustró la doctora.

-Si, pero sólo el hecho de que Doggett tenga la preferencia de Phillips y no Andrew por tal proyecto, rompe inmediatamente ese estatuto.

 

El Sr. Bennedetty era acertado en sus palabras, el Sr. Summers se estaba comportando como un niño que no estaba recibiendo la atención de su padre y como tal buscaba volver a obtenerla como fuera. No tenía nada de escrúpulos y su conciencia le permitía matar sin quitarle el sueño después.

 

La Dra. Bennedetty reconocía que su hermano en su búsqueda de poder se había perdido a si mismo. La humanidad y el sentido común los había perdido el día que acepto como esposa a Hannah Summers. La Dra. Bennedetty iba a decir algo, pero la cortina fue corrida y fueron sorprendidos por la misma esposa del Sr. Summers.

 

-¿Jugando a las escondidas mis niños?- preguntó con un ligero tono de sospecha.

-¿Ahora no puedo hablar con mi esposa en privado?- preguntó sin temor a expresar enfado.

-Si quieres puedes jodértela- le dijo de mala manera, si él podía ser pesado, ella mucho más.- Claro que solamente en privado.

-¿Qué quieres Hannah?- preguntó incomodo.

-Te estaba buscando, tenemos un problema con la misión de Granada- contestó.

-¿Qué sucedió?- pregunto con inquietud.

-El avión se cayó, Andrew ha declarado una contingencia de nivel dos- respondió.

-¿Y?- pregunto indiferente ante esa respuesta.

-No hay señales del equipo Seta, tal vez no haya sobrevivientes- respondió.- Ni siquiera sabemos que rayos paso- expresó preocupada.

 

El Sr. Bennedetty aspiró con gesto de cansancio, el deber lo llamaba, pero con los problemas que estaban surgiendo dentro de la organización era muy difícil centrarse en el. Salió de la enfermería sin espera a la Sra. Summers, ésta se quedó mirando con sospecha a la Dra. Bennedetty. Ya empezaba a desconfiar de las personas más allegadas a ella y eso no era nada bueno. La Dra. Bennedetty veía esas señales en la gélida dama sin alma.

 

-Vete a buscar un conspiración a otro lado- le pidió incomoda y salió del cubículo para atender a otros pacientes.

 

El Centro

Dos días después

 

El equipo Alfa arribó ese día, después de haber completado con éxito la misión en Ámsterdam. El acceso a través del río subterráneo hacía las instalaciones del laboratorio había dado resultado a pesar de lo complicado que aparentaba ser.

 

Traían consigo dos maletines criogénicos con muestras del virus Némesis que serían suficientes para que los científicos del Centro pudieran elaborar el retrovirus de la enfermedad. La agente Scully y los demas fueron recibidos por el Sr. Summers y la Dra. Bennedetty.

 

-Felicidades por su éxito en Ámsterdam agente Scully- le felicitó el Sr. Summers.- Excelente desempeño.

-Sólo cumplo con mí deber, señor- pronunció la agente Scully con pocas intenciones de recibir más halagos por parte de su superior.- Traemos datos que tal vez puedan ayudar a la Dra. Bennedetty. Modo de transmisión, latencia del virus en el cuerpo, mutaciones, etc., etc.,- enumeró.

-Me servirá de mucho, gracias agente Scully- miró a los agentes que traían consigo los maletines criogénicos.- Síganme, por favor- les pidió y así lo hicieron.

-Quiero su informe en mi escritorio lo más pronto posible, agente- le ordenó el Sr. Summers.

-De acuerdo, señor- acordó.

 

En ese instante arribó al Centro el equipo Beta, el agente Kunimitzu entró acompañado por los demás agentes y a él le sorprendió encontrar allí a la agente Scully; para él, ella aún estaba en Ámsterdam.

 

-Vaya, al mismo tiempo. Están muy eficientes ustedes dos- expresó con sorna el Sr. Summers, ya conocía de antemano la rivalidad entre Tezka Kunimitzu y Dana Scully.- agente Scully, puede retirarse.

-Gracias señor.

 

Se encaminó, dándole una mirada a medias al agente Kunimitzu y era acompañada por la Agente Hannigan que se había quedado a esperarla. El Sr. Summers se acercó al agente.

 

-¿Pasó algo en Ámsterdam, señor?- preguntó.

-No- respondió sorprendido ante la curiosidad de un agente que siempre daba a entender que todo lo referente a los demas le importaba un pepino.- Fue exitosa, la agente Scully ha vuelto hacer la misma, a su pesar agente- él mencionado no dijo nada ante ese comentario mal intencionado.-¿Cómo estuvo Kenia?

-Excelente- respondió a secas.

-No me lo parece- comentó al mirar la herida de la frente del agente.- Eso se ve mal, tal vez necesite algunos puntos- presumió.

-Tan sólo es un rasguño- aclaró.

-Veo que no trajiste a Kirash ¿Qué tan muerto quedó?

-Bien muerto- respondió la agente Kawasaki por el Agente Kunimitzu, a parte de su sombra era su boca, así lo entendió el Sr. Summers.

-Me gusta su estilo- expresó el mismo.- El informe sobre mi escritorio lo quiero en cuanto antes, pueden retirarse- les ordenó.

 

Al terminar el informe que el Sr. Summers le había pedido, la agente Scully lo llevo a su superior, este se mostró complacido con los detalles y ella pudo tomar la ducha de agua caliente que tanto deseó en esos momentos. Aún sobre su piel podía sentir la fría y punzante agua del río subterráneo en el cual estuvo sumergida. Tomó aquella ducha en El Centro y se cambió en los vestidores para mujeres.

 

Cuando se colocaba la falda en corte francés de color crema que había dejado en su casillero, comenzó a pensar en tres cosas: una tasa de chocolate caliente, un panecillo grasiento de Starbucks- aunque eso le hacía romper la dieta- y la cama del Dr. Mulder. Se sonreía sola al ver los disparatados pensamientos que colmaban su mente perspicaz.

 

La agente Hannigan salió del área de baño con una toalla a su alrededor y con todo el pelo mojado. La extraña sonrisa de la agente Scully llamó su atención.

 

-¿Sonríes por tu amante secreto?- preguntó a la vez que abría su casillero.

 

La agente Scully volteó a mirarla ya que la pregunta le pareció curiosa. Le pareció acertado el título de “amante secreto” otorgado al Dr. Mulder. Aunque su compañera no conocía los detalles de su relación con el ya mencionado doctor, sabía que estaba al tanto de que la agente Scully estaba bastante relacionada con algún desconocido.

 

-Tal vez- contestó, aunque no iba a contestar a las preguntas de la agente Hannigan, le encantaba sacarla de quicio.

-¿Cuándo me lo vas a presentar?- preguntó.

-No puedo presentarte a alguien que no existe- contestó.- Es vez de ser mi “amante secreto” es mi “amante imaginario”- aclaró.

-Si, y yo soy judía- dijo irónica.- ¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo, Dana?

 

Mentalmente respondió: Tres días atrás. Pero aparento ante su colega cierta pena al hacer creer que no lo recordaba. Tomó su abrigó y salió de aquel lugar dejando a su amiga con más merodeo aún.

 

Antes de salir a la superficie, tomó rumbo a la enfermería. Recordó la última conversación con el Dr. Mulder y las mentiras dichas, necesitaba más armas para sostener su falacia y la Dra. Bennedetty era la única capaz de disipar sus dudas.

 

Cuando llegó preguntó por la doctora y le informaron que ésta se encontraba en el área de suturas. Cuando entró vio a la Dra. Bennedetty atendiendo al agente Kunimitzu.

 

-Lo siento- se disculpó por haber interrumpido,- vuelvo en otro momento.

-No Dana, pasa- le pidió,- así me ayudas con este caballero y me dices a que se debe tu visita- le pidió cuando se colocaba los guantes de látex.

-Vuelvo más tarde- le dijo, no tenía intenciones de charlas con la doctora frente al agente Kunimitzu.

-Quédate- le ordenó tajantemente.

 

La Dra. Bennedetty era bastante insistente, tanto que la Agente Scully no podía negarse ante su petición. Se acercó despacio a la camilla, el Agente Kunimitzu estaba dormido, pero la agente sabía que no la herida sobre su frente no ameritaba algún sedante, así que supuso que sólo estaba descansando la mirada. La Dra. Bennedetty le pasó dos guantes de látex, ésta los tomó y se los colocó con poco deseo.

 

-Las muestras del virus son excelentes Dana- dijo la doctora.

-Me alegra escuchar eso- expresó la agente Scully.

-¿A que viniste?- preguntó curiosa.

-Quiero hablar contigo en privado- contestó incomoda al ver como el agente Kunimitzu seguía haciéndose el dormido.

-Haz de cuenta que Kunimitzu no esta- le dijo y luego le pasó una jeringa.- Irriga la herida.

-En privado- repitió cuando comenzó a canalizar la herida.

-No tengo tiempo para hablar contigo en privado- dijo al ordenar el equipo de sutura.- Habla.

 

Se volvió a sentir presionada, lo que quería hablar con la doctora no era tan importante después de todo, pero necesita aclarar algunas interrogantes. Al terminar de irrigar la herida del agente Kunimitzu, le devolvió la jeringa la Dra. Bennedetty y ésta se dispuso a colocarle la anestesia para evitar el dolor al sutura. La agente Scully pudo ver cierta molestia en el agente cuando atravesaron su herida con la jeringa de la anestesia. La agente Scully comenzó hablar.

 

-E estado pesando en el sistema anticonceptivo para las agentes- el agente Kunimitzu abrió inmediatamente los ojos, miró hacía el techo, pero los había abierto por el comentario de su compañera y rival.- ¿Crees que sea segura? Ó sea ¿Hay posibilidades de que pueda fallar?- preguntó.

-No le puedes pedir a los olmos que den peras- contestó al volver a introducir la aguja en la herida del agente, como buena doctora la sacó de prisa para evitar más dolor.- ¿Cómo puede un esperma fecundar donde no hay óvulos? Dana, conoces el tratamiento y sabes que es efectivo. Ni tú, ni yo, ni las demás podrá salir embarazada ni por gracia del espíritu santo- dijo divertida ante el cuadro y casi se ríe al ver la cara de estupefacción del agente Kunimitzu, que no creía que estuvieran hablando ese tema frente a él.

-Es que Margaret, parece tan irreal. Parece un procedimiento sacado de un programa de ciencia ficción- expresó con sorpresa, pero su colega se veía más sorprendido que ella y eso que él jamás expresaba ninguna emoción.

-La mayoría de las teorías o procedimientos que salen en esos programas son sacados de este mundo- aclaró.

-Es chistoso- sonrió,- de forma tétrica es chistoso- y mentalmente el agente Kunimitzu le daba la razón.- Mis óvulos están dentro de un envase criogénico a la espera de que yo decía usarlos. Si es que los uso- expresó.

-Es mejor que usar pastillas o condón ¿No crees? No conoces las cifras Dana, pero después de que las agentes se hacen la extracción de sus óvulos más del ochenta por ciento tiene sexo más de tres veces por semana- y a la agente Scully le sorprendía la cifra, empezó a contar y no recordaba haber tenido tanto sexo la semana anterior a esa, pero su vida sexual era bastante activa y de eso no le quedaba duda. Por su parte el agente Kunimitzu se preguntaba: ¿Por qué estaba perdiendo el tiempo?.-Aclaro que las cifras hablan de las que tienen pareja- continuó,- aquí no se puede pensar en métodos como el DIU, la crema anticonceptiva, o las pastillas; no existe el tiempo. La extracción es más radical, efectiva y provechosa que cualquier otro tratamiento- le pasó la aguja esterilizada con el hilo a la agente Scully.- Termina.

-¿Qué?

-Necesito un descanso- llevó hasta la camilla una silla con rueditas y se sentó.-¿Por qué la curiosidad hacía el tratamiento?

-Sólo es eso, curiosidad- continuó con lo que estaba haciendo a pesar de que le incomodaba el hecho de tener que estar suturando a una persona que no estaba a gusto con ella.

 

Departamento del Dr. Mulder

 

Aunque era su día libre, el Dr. Mulder buscaba motivos para trabajar y si tenía que trabajar en la casa lo hacía. Aunque consternado por una mala noticia recibida, prefirió ocupar su mente en el trabajo.

 

Preparaba un informe sobre los pacientes del psiquiátrico y otras cosas. Se colocó su chaqueta de cuero después de haber recibido otra llamada, vestido para salir, volvió a sentarse frente a su escritorio y como si se le fuera la vida volvió a centrarse en el informe.

 

Escuchó que alguien abría la puerta y sin ponerse de pie, giró la cabeza. Recibía la sonrisa de alguien que él no esperaba.

 

-Hola- le saludó la agente Scully al cerrar la puerta con dificultad, a causa de los panecillos y los vasos de chocolate caliente.

-Hola- le saludó efusivamente y volvió a girar hacía la computadora, y rápidamente cerró el informe en el cual trabaja.

 

La agente Scully dejó su bolso sobre el sofá y todo lo demás sobre la mesa de centro. Se acercó al Dr. Mulder y la abrazo por detrás, él le dio la bienvenida besándole las manos.

 

-¿Cómo estas?- le preguntó él cuando ella fue a sentarse al sofá.

-Bien- respondió, pero él podía notar cansancio en su mirada.- ¿Y tú, cómo estas?- le preguntó.

 

El ladeó la cabeza de un lado a otro como respuesta y fue a sentarse a su lado. Permanecían callados, él se preparaba para interrogarla y ella se preparaba para responderle. Pero él se había percatado de algo; lo único que le interesaba de la agente Scully era la relación que sostenían. Acababa de descubrir que no tenía ningún sentido hablar con ella sobre el trabajo cuando era muy reservada con ese tema. Había aprendido a no presionarla, ella era alguien que se abría sola ante los demás.

 

Ella lo miraba fijo, maravillada por su cercanía, orgullosa por amarle y que fuera correspondida; pero triste ante la culpabilidad que colmaba su mente. Fox Mulder era un hombre apasionado, integro y verdadero, melancólico sin duda alguna, pero de palabras tan claras que sentía vergüenza por no poder ser igual a él.

 

Ella empezó a desabrocharse el abrigo que aún no se había quitado y él la tomó por los pies para quitarle los zapatos y masajeárselos. Ella le agradeció el gesto con una sonrisa.

 

-Usar zapatos tan altos hace daño- comentó preocupado,- deberías usar zapatos más cómodos- le aconsejó.

-Si usara zapatos más bajos sería más difícil para mi besarte cuando estamos de pie- le aclaró inquieta ante esa realidad.

-Lo había olvidado- dijo azorado,- eres una enana.

 

Ella se mostró levemente ofendida y pateo con su pie libre el pecho de doctor. Este se rió y continuó en lo suyo. El estomago de la agente gruñó e inmediatamente ella se volcó a tomar ese chocolate que tanto deseaba. Al tomar el primer sorbo descubrió en el Dr. Mulder un gesto de preocupación que llamó su atención.

 

-¿Qué ocupa tu mente, Mulder?- preguntó ella dejando sobre la mesa el vaso de chocolate.

-Leila- respondió sin pensar y la miró deprisa buscando algún gesto de celos en ella.

 

Dana Scully hubiera sentido celos si tres días antes no hubiera enviado a Leila Crowdler a pasear bien lejos. Su rostro en cambió fue sereno y despreocupado.

 

-¿Leila Crowdler?- preguntó ella.

-Desapareció hace tres días,- dijo preocupado.

-¿Cómo que desapareció? Preguntó aparentando interés.

-La noche que la vimos en el teatro, no regresó a casa y a la mañana siguiente no fue a trabajar al psiquiátrico. Encontraron su auto esta mañana a la orilla del Potomac sin señas de ella- relató.

-¿Qué dice la policía?- preguntó fingiendo preocupación.

-Que pudo ser secuestrada- respondió,- pero surgen ciertas dudas con respecto a dicha teoría- explicó.

-¿Qué opinas?- preguntó curiosa.

-No lo se, es tan extraña su desaparición- expuso.- Leila es una mujer sola, pero con muchas amistades y pocos enemigos. A todos le simpatiza- y la agente Scully se mostró dudosa por ello.- Es una excelente psiquiatra, pero no ha amasado ninguna fortuna; toda su vida la dedicado a servir a sus pacientes sin remuneración alguna. Vivirá de pensión gubernamental cuando llegue el momento. Por es dudo mucho que haya sido secuestrada ¿Qué crees tú?

-Desconozco las circunstancias Mulder. Necesito más detalles para hacer un perfil claro sobre el tema- expuso y tenía cierta razón, ya que su compañero no le había dicho que había hecho exactamente con la Dra. Crowdler. A penas la agente sabía que el agente Webster había hecho lo que se le había pedido.- Si quieres puedo pedir que el FBI haga una investigación a más profundidad- ofreció, pero antes de que sucediera eso ella llamaría antes al agente Webster y le pediría que devolviera a Leila Crowdler al mundo de los vivos.

-Gracias Dana, pero creo que es mejor que no nos apresuremos y dejemos que la policía se encargue, por el momento.

-De acuerdo, pero cuando necesites mi ayuda sabes donde encontrarme- le dijo.

 

El se acercó a ella y la beso, lo que provocó que la agente Scully terminara recostada en el sofá con él sobre ella. Le encantaba estar así, entre sus brazos y se hubieran quedado así por un buen rato si él no se hubiera detenido.

 

-Debo irme- le informó.

-¿A dónde?- preguntó.

-Debo ir a trabajar- contestó,- pero aún no dejaba su lugar junto a la agente Scully.

-Pero hoy es ti día libre- recordó contrariada.

-Si, pero me han pedido que vaya al psiquiátrico. La desaparición de Leila a causado un desastre en el hospital y necesitan mi ayuda- aclaró.

-Pero hoy es tu día libre- repitió molesta.

-No puedo decir que no, Dana- Me necesitan- explicó,- de todas formas no pienso tardar mucho; sólo debo ver algunos pacientes e ir a una junta- relató a la vez que jugaba con los mechones rebeldes de la cabellera de la agente que se encontraba debajo de él.- Mientras tanto duerme un rato- le recomendó,- de seguro el vieja fue agotador.

-Algo- dijo con lentitud.

-Bien, vuelvo en un rato- le dio un ligero beso y se puso de pie.-Descansa- le pidió.

 

Y lo haría, pero antes llamaría al agente Webster para saber que había hecho específicamente con la Dra. Crowdler. Cuando el Dr. Mulder tomó las llaves de su auto y salió del departamento, la agente Scully sacó su móvil de uno de los bolsillos de su abrigo y marcó de memoria el teléfono de su colega.

 

-Webster- contestó el agente con voz soñolienta.

-¿Qué hiciste con Crowdler?- preguntó con pocas intenciones de saludarlo.

-Lo que me pediste, la desaparecí- explicó, su voz adormilada revelaba que efectivamente la agente Scully lo había despertado.

-Exactamente ¿Qué hiciste con ella?- preguntó con un dejo de preocupación, cuando el agente Webster hacía un favor como el que se le había pedido se podía pensar lo peor.

-Lo típico- respondió lanzando un suspiro eterno de cansancio.

-¿La mataste?- preguntó, sus ojos empezaron a reflejar una notoria alarma.

-No seas ridícula- sentenció.- La noche en que me llamaste investigue donde vivía, no quise complicarme mucho. La saque de su casa, tome su auto, lo deje en el Potomac y a ella le encerré en un viejo bunker de la carrera 56- relató.

-¿Todo eso lo hiciste esa noche?- preguntó asombrada.

-Te oías muy desesperada cuando me llamaste, preferí hacer lo que me pedías antes de que diera uno de tus arranques de furia- explicó.

-A mi no me dan ataques de furia- aclaró.

-Uno de mis muebles dice lo contrario- refirió.- Debo ir a verla esta tarde, aunque el bunker tiene las comodidades para pasarla de lo lindo, se que se esta preguntado qué ha hecho para merecer lo que le esta ocurriendo. A propósito: ¿Qué te hizo para que la quieras desaparecida por unos días?- preguntó curioso, después de haber secuestrado a la Dra. Crowdler sin saber el por qué de ello.

-Nada que te importe- respondió a la defensiva.- Ya va siendo hora que la dejes salir. Fue suficiente el pequeño susto que le hemos causado.

-¿Pequeño susto? Te aseguro que esta histérica- comentó.

-Pues con mucha más razón debes regresarla, no quiero que sufra un trauma- explicó, algo le decía que era redundante tenerla al borde de una crisis cuando eso no le daría una lección por estar coqueteando con hombres ajenos. Se había dado cuenta muy tarde de ello.

-Y yo que pensaba divertirme un rato- expresó decepcionado.- Es toda una belleza.

-¡Por Dios!- exclamó asqueada.- Esa mujer te dobla la edad.

-El vino mientras más viejo, mejor- explicó divertido.

-Marcus, ni lo pienses. Leila Crowdler debe regresar a más tardar mañana- ordenó.

-No prometo nada- dijo algo rebelde ante la orden.

-Marcus, no te hagas ilusiones. Ninguna mujer en su cinco sentidos se acuesta con su secuestrador- explicó.

-¿Tú crees?

-Me estas dando miedo- expuso preocupada.

-Y todavía no has visto nada. Hasta luego agente Scully- y oprimió el botón “talk” de su teléfono.

 

La agente Scully sólo podía escuchar el sonido de la línea cerrada al otro lado. Alejó su celular de su oído y miró los minutos hablados entendiendo que todo había sido una perdida de tiempo.

 

-Iré directo al infierno por todo esto.

 

Al final de cuentas los celos que había sentido a causa de la Dra. Crowdler habían provocado que la agente Scully realizara una de sus mayores locuras. En su sano juicio no lo hubiera ni pensado; pero ya en ese momento le preocupada el bienestar de la una completa desconocida, que por su culpa, por ser una mujer que había perdido todo rastro de razón a causa de un hombre que se había convertido en su razón de ser, iba a experimentar la peor de las sensaciones; si es que era una mala sensación. Porque aunque estuviera secuestrada y estuviera temerosa Marcus Webster sabía como manejar a las personas a su antojo y era muy probable que la Dra. Crowdler cayera por sus técnicas de seducción.

 

El Centro

 

En el centro de una habitación blanca se encontraba Alexa Illianof, acompañada por el Sr. Bennedetty, la Dra. Bennedetty y el agente Kunimitzu. La receptiva agente, con electrodos en la cabeza y pecho, que monitoreaban sus signos vitales, pasaba sus receptivas manos sobre un pesado de metal que estaba colocado sobre una mesa gris plástica.

 

Tenía los ojos cerrados, canalizaba a través de sus manos toda la información que recibía por medio de aquel pedazo de metal retorcido.

 

Su rostro reflejaba dolor y sufrimiento, en su cabeza escuchaba a personas gritar y suplicar por sus vidas. Calor y humo, un sonido estrepitoso del metal chocando contra el suelo era lo que podía percibir. Luego otra explosión y ella súbitamente abrió los ojos.

 

-¿Qué pasa?- le preguntó el Sr. Bennedetty.

-No puedo seguir- expresó cansada, se quitó los electrodos que tenía en el pecho.- Es demasiado.

-Debería estar acostumbrada a esto agente Illianof.

-Lo estoy- miró al agente Kunimitzu que le pasaba un pañuelo.-¿Qué?

-Te esta sangrando la nariz- contestó.

-Bien, es suficiente Frank- le dijo la Dra. Bennedetty.- No debemos presionar demasiado a la agente Illianof-le explicó.

-De acuerdo- expresó con desanimo.- Bien Illianof ¿Qué vio?

-Sólo puedo confirmarle lo que había arrojado la caja negra del avión, fue un error humano- continuó quitándose los electrodos y tomó asiento al sentirse débil.

-Era bien sabido- secundó el agente Kunimitzu.

-Así es, pero el Sr. Summers quería que se hiciera una investigación más profunda sobre este asunto. Jacmel era uno de nuestros mejores pilotos, el Sr. Summers y yo aún no entendemos como pudo fallar- expresó desairado.

-Vente mil horas de vuelo y sólo tenía treinta y ocho años ¿No le dice eso algo Sr. Bennedetty?- preguntó la agente Illianof.

 

Con dicha pegunta la agente Illianof quería decir que el agente Jacmel había empezado a desgastarse por las horas de vuelo que había realizado, demasiadas para un hombre de su edad. La presión ejercida, las millas voladas y una confianza casi febril sobre un solo piloto llevaron a la muerta un equipo completo de El Centro.

 

Cuando sucedían esas cosas y El Centro se veía con poco personal a veces las misiones debían ser enviadas a Los Complejos para que estos las realizaran; algo que provocaba el descontento del Sr. Summers. Y sobre todo porque odiaba pedirle ayuda al Sr. Doggett o a la Sra. Reyes.

 

-Si no hay más que hacer pueden retirarse- les pidió el Sr. Bennedetty a los agentes.

 

La agente Illianof se puso de pie y el agente Kunimitzu abrió la puerta y educadamente le cedió el paso a su compañera dejando a la doctora y al Sr. Bennedetty charlando sobre el accidente aéreo y sus repercusiones sobre El Centro.

 

-Te acompaño hasta tu habitación de descanso- dijo el agente Kunimitzu que caminaba junto a la agente Illianof.

-Gracia Tezka, pero debo terminar mi informe sobre la misión de Perú- le informó.

 

-¿Por qué no lo termina Webster?- preguntó confundido.

-Lo envié a casa. Además yo mate a García, yo hago el informe, Webster sólo fue un observador- explicó.

-Trabajas demasiado- comentó con su habitual voz áspera. La agente Illianof rió con sorna ante ese comentario.- Deberías descansar.

-No deberías de decirme eso cuando tú ni siquiera sales de El Centro. Llegaste hace cinco horas de Kenia y no te has ido de aquí.

 

Ambos volvieron a retomar la caminata. La agente Illianof ante el empeño de su compañero para que descansara se dispuso a decirle unas cuantas cosas referente a su vida.

 

-Eres tú quien debe tomarse un descanso- sacó su famoso llavero del bolsillo de su pantalón.- Tal vez deberías descansar en los brazos de la agente Kawasaki- su compañero le dio una mirada inquieta al detener la marcha y ella sonrió.-¿Crees que no lo sé? Lo predije mucho antes de su llegada.

-Estoy bien informado, me has torturado con eso durante meses- dijo incomodo.

-¿Y qué se siente al verlo hecho realidad?- preguntó curiosa.

-Es aterrador- contestó.

-¿Es aterrador que alguien se fije en ti?

 

El no contestó porque para él era aterrador que una mujer como la agente Kawasaki lo estuviera acosando como lo estaba haciendo.

 

-La seducción es la única manera de llamar tu atención Tezka, contigo hay que ser muy tenaz e inteligente y llevar la seducción a niveles insospechados porque aquí no se puede perder el tiempo- explicó.- Te esta seduciendo no por querer llevarte a la cama, eso es lo de menos, te seduce porque debe seducirte. Miras a las agentes como agentes y no como lo que son: mujeres y ella te esta mostrando lo que es una agente siendo mujer- concluyó.

-No me gusta.

-No mientas porque cuando te acorraló en tu habitación y estuvo a punto de violarte no objetaste- él puso cara de sorpresa, lo ocurrido en su habitación tiempo atrás había sido algo que nadie supo. Su compañera volvió a sonreír.- Ya te dije, lo predije.

-Es mi subalterna- le recordó con temor.

-Creo que ella es conciente de eso y no es temerosa de ese hecho. Además eso es muy común aquí- afirmó.

 

El agente Kunimitzu dirigió su mirada hacía los ventanales que daban al interior de Sistemas. En su interior vio a la agente Kawasaki que charlaba con el agente Rivera. Era muy obvio que la agente le interesaba al agente Kunimitzu, pero él temía perder la objetividad en el trabajo.

 

Lo primordial para él era su trabajo y todo lo demás, como su vida social y amorosa quedaban en un segundo plano. Por eso, que su modo de vida estuviera siendo perturbado por alguien que estaba verdaderamente interesado en él lo confundía a más no poder.

 

No la conocía, para él era una extraña y le parecía inconcebible que algo dentro de él le gritaba que se estaba interesado también en ella a pesar de su negatividad a sentir algo. Pero lo estaba sintiendo y bastante.

 

-Dime una cosa: ¿Soy un capricho para ella?- preguntó.

-¿Por qué no se lo preguntas tú?

-Me va a responder que esta enamorada de mi- respondió despacio,- y no lo creo, puedo creer que esta interesada en mi, pero no enamorada; por eso quiero saber si es un capricho- explicó finalmente.

-Eres muy inexpresivo y calculador para ser un capricho Tezka- aseguró y él no se mostró ofendido por tal verdad.- Es excelente agente, pero tiene muy mal gusto en hombres y si se fijó en ti es porque es en serio- explicó.

-¿Ya sabías eso o estas deduciendo?- preguntó notoriamente confundido ante su explicación.

-No necesito hacer un análisis telequinetico para saber que esta loca y más por decir, loca por ti- comunicó.-Date una oportunidad con ella- le sugirió,- se que no te vas a arrepentir.

 

Las recomendaciones que le daba la agente Illianof a su compañero se las daba por su bien. El agente Kunimitzu era un hombre extremadamente solitario dentro de la soledad que generaba la organización para la cual él trabaja. Cada agente debía aprender a lidiar con tal soledad y muchos entre si se unían para poder sobrellevarla.

 

No solo allí existía la soledad, sino el exceso de trabajo, las frustraciones, los miedos, la competencia interna y sobre todo la misma muerte que rondaba en los pasillos como dueña y señora de aquel lugar. Por ello existía la amistad, los bandos y los amoríos, que aunque a veces terminaban en fracaso; era la mejor opción para que las almas de los agentes no se volvieran simples almas en pena destinadas sólo para el trabajo, como ya lo era el alma del agente Kunimitzu.

 

Él intentó sonreír ante la realidad, pero lo único que logró fue una efímera sonrisa amarga convertida después en una mueca. Era demasiado para él intentar mostrarse alegre, aunque estuviera convencido que dejarse llevar por la agente Kawasaki era lo mejor para él. El y su compañera continuaron hasta la entrada de Sistemas y fueron recibidos por el agente Labiorestaux.

 

-¿Cómo estuvo todo?- les preguntó el agente Labiorestaux.

-Lo que arrojo la caja negra era cierto, fue un error humano- contestó la agente Illianof.

-Esperemos entonces que los superiores terminen de convencerse- expuso el agente Labiorestaux.

-Temo que el Sr. Summers no estará conforme- explicó el agente Kunimitzu.- Él hubiera preferido un ataque enemigo a un error por culpa de uno de los nuestros- concluyó.

-Pues tendrá que conformarse- dijo cansada la agente Illianof, luego miró de manera extraña a su esposo.-¿Qué esperas para darme lo que tienes ahí?

 

El agente Labiorestaux se mostró completamente confundido, la agente Illianof señaló la chaqueta de éste y él algo extrañado se sacó una barra de chocolate del interior de la misma y ella se la quitó.

 

Estaba maravillada con la barra de chocolate en sus manos, era un deseo que no podía ocultar. Continuó el camino hasta el interior de Sistemas mientras empezaba abrir la barra.

 

-Alexa, esa barra de chocolate es mi bocadillo nocturno- le indicó presuroso al ver que ella abría la barra.

-Era tu bocadillo nocturno- le informó y le dio el primer mordisco antes de entrar a Sistemas.

 

El agente Labiorestaux la siguió hasta el interior de aquellas oficinas. El agente Kunimitzu podía ver a través de los cristales el juego de manos y lucha por la barra de aquel matrimonio. Sentía malestar en el estomago por lo que veía, de las relaciones amorosas lo que más odiaba eran las demostraciones afectivas en publico, él era bastante discreto y antes de mostrar cariño frente a otros prefería enterrarse vivo. Por eso, que si la relación extraña entre él y su subalterna se daba debía ser lo más discreta y privada posible. Odiaba que vida estuviera en boca de los demás agentes del Centro.

 

Oficina de Hannah Summers.

 

Los tres superiores del Centro y la doctora a cargo estaban recibiendo un enorme sermón vía video-llamada del líder de la CIA. Era algo que esperaban los Bennedetty en vista de la situación, pero los Summers no estaban nada a gusto, sobre todo Andrew Summers porque la mayor parte del sermón era dirigido a él.

 

-Me voy por una par de días y cuando regreso lo que encuentro es una hecatombe- empezó a decir más que furioso el Sr. Webster,- y lo único que ustedes cuatro me saben decir es que fue un error humano ¡Claro que fue un error humano! Pero el error no fue de Jacmel, el error de de ustedes; principalmente de ti, Andrew- exclamó.- Has estado abusando de tus agentes desde hace varios meses, no les das descanso…

-No tengo la culpa deque estemos cortos de personal- se defendió.

-No me des esa excusa barata, tengo claro conocimiento de ello. Pero no es justificación para que pongas a volar a tu mejor piloto cinco seis veces por semana, ¡es demasiado! Y tampoco me digas que Jacmel fue responsable, no lo era; obedecía tus ordenes- abrió una carpeta que estaba frente a él.- Recibí el informe medico de Jacmel y se me informa que no estaba durmiendo bien desde hace tres meses. La noche antes del accidente no había llegado bien de Washington cuando Frank le ordeno llevar al equipo Seta a Granada. Me extraña que no se hubiera estrellado antes- golpeó la mesa y los presente se agitaron ante el susto.- Andrew, El Centro tiene un exceso de perfiles desmesurado, realiza una agenda de cinco misiones por día- informó, los Summers estaban sorprendidos por el hecho de que Phillip Webster conociera bastante lo que se realizaba dentro de la organización.

-Siempre ha sido así- aclaró la Sra. Summers.

-¿Aun faltándoles el equipo Alfa?- preguntó.

-Volvió a sus labores hace tres días.

-¿Y qué van hacer ahora, cuando les falta un equipo completo?- preguntó bastante curioso.

-Seguiremos trabajando como hasta ahora, hemos trabajado con menos del cuarenta por ciento del personal y siempre nos ha ido bien- recordó el Sr. Summers.

-No me parece- indicó y cerró el informe.- Te voy a decir que es lo que va hacer. El Centro realizara tres misiones por día, una clase primara y dos minoritarias. Las dos restantes las envías con todo y perfil, si quieres, Los Complejos.

-¿Me estas pidiendo que derogue?- preguntó ofendido el Sr. Summers.

-No te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando- dijo con dureza y el Sr. Summers volvió a temblar.- Es hora de que aprendas a relajarte, Andrew. Estamos en una situación en la cual no podemos fallar y para eso necesito a todos los miembros de las organizaciones que conforman la CIA en el sano uso de sus facultades- explicó.

-¿Estas queriendo decir que no estamos actuando juiciosamente?- preguntó ofendido.

-Me faltan pruebas para decir eso- especificó.- Se que siempre has dicho que El Centro debe trabajar solo y lo admito, siempre ha sido una entidad con su propia autonomía; pero espero que por la falta de personal y tus desaciertos no me obligues a incluirlos en el proyecto del Complejo I- puntualizó.

-No puedes hacerlo- comentó, porque para él era el fin del mundo, o el de su mundo si se le obligaba a incluir civiles dentro de su personal.

-¿Quieres ver que puedo?- le preguntó desafiante y a forma de despedida.

 

La pantalla se apagó dando por finalizada la junta. Por el cuello de Andrew Summers empezaba a visualizarse una vena tensada y bastante grande que salió por la rabia e ira que estaba sintiendo en esos momentos. Colocó sus manos dentro de los bolsillos de sus pantalones para que no vieran que apretaba los nudillos y giró a ver a los presentes.

 

-¿Me puedes decir por qué Phillip tiene el informe medico de Jacmel?- le pregunto a la doctora con enojo.

-El lo pidió, yo se lo envié- respondió calmada, la tenían sin cuidado las demostraciones de furia del Sr. Summers.

-Pudiste haberte negado- le sugirió.

-Al jefe de la CIA no se le niega nada- justificó.

-Claro y por eso ahora quiere que hagamos todo lo que hacen Doggett y Reyes- expresó atemorizado.

-El no dijo eso Andrew- aclaró la Sra. Summers preocupada por la interpretación que le dio su esposo a las palabras de su padre.

-¿Importa que no lo haya dicho? Vamos directo hacía allá, es indudable- disertó.

-No te adelantes, él sólo quiere que bajemos el ritmo- explicó.

-Si, como no- se burló.

-¿Qué quieres que hagamos Andrew?- preguntó el Sr. Bennedetty.

-¿Podrías enviar a Doggett a freír malvas?

 

El Sr. Bennedetty lo miró con sorpresa ante la pregunta, jamás lo había oido decir esas cosas frente a su hermana y su esposa. La Sra. Summers no se sorprendió porque ya conocía el rencor que el Sr. Summers sentía hacía el Sr. Doggett, pero la Dra. Bennedetty comprendió y vio finalmente la verdadera forma de ser de su hermano.

 

El Sr. Summers después de ver las expresiones de susto del tercero al mando y la doctora comprendió que lo que había dicho había sido bastante desatinado. Sacó una de sus manos y la movió en el aire como queriendo negar lo ya dicho, y salió de la oficina. Los Bennedetty miraron a la pensativa Sra. Summers que la notar las miradas fijas los miró.

 

-Esperemos que se calme- sugirió la Sra. Summers.- Por ahora debemos volver al trabajo- comentó.

-¿Y qué haremos con las ordenes de Phillip?- preguntó el Sr. Bennedetty.

-Envía las misiones de Praga y Puerto Rico a Los Complejos. Trata de retrasar las misiones de New York e Italia veinticuatro horas más- ordenó.

-¿Qué haremos con el perfil de México?- preguntó.

-Haremos un perfil unificado por ser una misión primaria. Quiero al equipo Alfa y Beta en ella- pidió,- debe hacerse mañana.

-Bien, yo me encargo- informó y salió de la oficina.

 

La Sra. Summers respiró profundo y se frotó las sienes con intranquilidad.

 

-Margaret, ¿es posible que me envíes algo de la enfermería para esta jaqueca?- preguntó.

-Claro, pero date cuenta que ese dolor de cabeza es producto de tu inconciencia y tus desagravios. Eres toda una arpía Hannah.

-No necesito que me lo recuerdes- le dijo ocultando su sorpresa hacía las palabras de la Dra. Bennedetty.

 

Esta salió de la oficina y la Sra. Summers sintió que esta se achicaba. Aunque no parecía, al igual que a su esposa, le preocupaba el terreno que estaban ganando el Sr. Doggett y la Sra. Reyes.

 

El Centro

Día siguiente

Medio día

 

La agente Scully estacionaba su auto en un estacionamiento subterráneo y bajaba de él. Su móvil comenzó a sonar cuando se dirigía hacía las puertas de un ascensor, tomó el aparato y contesto.

 

-Scully- se identificó.

-¿Dónde estas?- preguntó el Dr. Mulder del otro lado de la línea.

-¿Qué pregunta es esa?- preguntó sobresaltada cuando pasó una tarjeta plateada por la ranura del identificador y las puertas del ascensor se abrieron.

-En fin, te tengo buenas noticias- ella podía notar la emoción en su voz.- Es una muy buena.

-¡Declararon la paz en medio oriente!- dijo divertida e irónica.

-¿Qué?- preguntó confundido.

-Es broma- se reía y marcó el numero del nivel a donde deseaba ir, el ascensor comenzó a descender.

-Leila apareció- le notificó.

-¿En serio?- preguntó fingiendo sorpresa, pero su cara reflejaba todo lo contrario.-¿Cuándo?

-Anoche- contestó,- estuve en su casa hace un rato- comentó.

-¿Y cómo esta?- preguntó, pero echaba fuego al saber que el doctor había estado en la casa de la Dra. Crowdler.

-Esta perfectamente bien, fue secuestrada, pero no le hicieron daño- expresó,- pero hay algo que me preocupa.

-¿Qué cosa?

-No le pidieron dinero, no le hicieron daño, regresó sola, sin exigencia; ni amenazas y ha ido a la policía para pedirles que no realicen ninguna investigación.

-¿Qué?- preguntó con verdadera sorpresa.- Pero… ella no puede hacer eso- expresó alarmada.

-Lo sé y se lo dije, pero ella me dijo que no hay motivos para investigar porque el secuestrador no le hizo ningún daño, que se comportó de lo más amable con ella y ella supone que fue secuestrada porque el perpetrador quería llamar su atención.

 

La agente Scully detuvo el ascensor a medio camino y se colocó la mano en el estomago. Conocía las razones por las cuales Leila Crowdler no quería insistir con el asunto, Marcus Webster le había dado una excelente tanda de sexo y la doctora había quedado encantada.

 

-Leila sufre del síndrome de Estocolmo, aunque no lo quiera reconocer. Siente empatía por su secuestrador y es preocupante- expresó contrariado.

-¿Qué tanta empatía crees que sienta?- preguntó ella.

-Demasiada, se ríe sola al recordar la experiencia- relató.- Esta hecha un mar de felicidad.

-¿Estas seguro que la secuestraron y no fue otra cosa el motivo de su desaparición?- preguntó con intenciones de poner al Dr. Mulder a pensar en otra cosa referente la Dra. Crowdler.

-¿Qué quieres decir?- preguntó confundido.

-Olvidado, puso los ojos en blanco, a veces creía que el Dr. Mulder era un poco idiota.- En fin, cualquier cosa, sobre todo por esto ya sabes que hacer- le recordó.

-No te llamo- afirmó y ella rió.

-¡Mulder!

-O. K. Antes que me olvide ¿Piensas viajar a San Diego?

-¿Por qué tendría que ir a San Diego?- preguntó con extrañeza.

-Para visitar a tu familia, mañana es día de Acción de Gracias- le informó.

-Oh si- recordó a duras penas- lo había olvidado, pero de todos modos no iré a San Diego. Hay mucho trabajo y no puedo viajar- explicó, pero en realidad los motivos eran distintos.-¿Y tú no iras a Carolina a ver a tus padres?

-Jamás celebro el día de Acción de Gracias con ellos- contestó.

-¿Por qué?

-Demasiado incomodo para mí- contestó.- Este año como todos los años lo celebrare con mis tres paranoicos amigos, mis dos amigas lesbianas y si es posible con la obsesiva con el trabajo, la cual es mi chica- dijo divertido.

-¿Tú chica?- preguntó sarcástica.

-Si, mi chica ¿Qué dices, cenaras con nosotros?

-Bueno…- empezó a dudar.

-No digas que no, se que tienes enormes deseos de conocer a Frohike- evocó con prontitud antes de que ella empezar a negarse.

-Esta bien Mulder, pero aún así no prometo nada- le advirtió.-¿Cenaran en tu casa?

-No, será en la casa de Janet- contestó.

-Ok- apretó uno de los botones del ascensor y este continuó descendiendo,- déjame un mensaje con la dirección de tu amiga y pasare por allá tan pronto termine de trabajar- le pidió.

-Está bien- se mostró de acuerdo.- ¿Podemos vernos esta noche?

-Es poco probable- el ascensor se detuvo.- Cualquier cosa te llamo.

-Está bien, nos vemos- se despidió.

-Hasta luego- se despidió también

 

Ambos colgaron al unísono y el ascensor abrió sus puertas. Cuando ella puso un pie en el interior de El Centro y terminó de salir del ascensor recordó lo sucedido con Leila Crowdler y volvió a sentir algo extraño en el estomago. Hannah Summers que transitaba por allí la vio y se acercó a ella mirándola con confusión.

 

-¿Indispuesta?- preguntó curiosa.

 

La agente Scully levantó la cabeza un poco contrariada al verla allí.

 

-El almuerzo no me callo bien- contestó.

-A parte de tu dolor de estomago ¿cómo has estado?

-Bien- respondió de prisa.

-No hablamos desde hace tiempo, desde que te envié con el Dr. Rogers ¿Cómo te ha ido con él?- conocía a la agente Scully y sabía que no hablaba sino se le presionaba o abundaban con las cosas.

-¿Él te envía reportes sobre mis progresos?- preguntó, no tenía muchos deseos de charlar con la Sra. Summers.

-Así es- respondió ella.

-Entonces no tengo nada que decirte- aclaró con arrogancia.- Sabes que me esta yendo perfectamente y por eso estoy nuevamente activa.

-Si sigues hablando así tu situación podría cambiar- le advirtió.

-¿En serio?- rió irónica.- Me necesitan Hannah y más ahora que El Centro ha perdido un equipo complejo- recordó y sin más se retiró.

 

Hannah Summers la veía retirarse, le sorprendió el modo de hablar de la agente Scully y eso la incomodo, pero reconocía que lo que ella había dicho, era cierto. De repente notó algo, sabía leer a las personas y aunque Dana Scully para ella era un libro cerrado sintió que ocultaba algo y debía saber que era.

 

Sacó el móvil de su chaqueta e hizo una llamada, cuando contestaron del otro lado de línea ella habló.

 

-Necesito que se realice una vigilancia discreta de un operativo……………. La agente nivel cinco, Dana Scully…………………. Desde ahora- colgó y continuó su camino.

 

El Centro

Un rato después

Área de juntas

 

El equipo Alfa y el equipo Beta estudiaban el perfil de la nueva misión a realizar, pero la agente Scully estaba más empeñada en amonestar a uno de los observadores de esa junta el cual era, como siempre, el agente Webster.

 

-No puedo creer lo que hiciste Marcus, es lo más inconciente que has hecho. Me causa nauseas tan sólo pensarlo- dijo angustiada.

-Algo debía sacar de toda esta locura tuya- explicó.- Tú le diste un susto, vale explicar que no se que ganaste, y yo me divertí- concluyó.

-Si, ahora todos creen que ella sufre del Síndrome de Estocolmo- comentó, observo que el agente Kunimitzu hablaba y ella sólo podía entender la cuarta parte de lo que decía.

-¿Acaso es mentira? Obviamente sufre de ello, quedo encantada conmigo.

-Cállate- le pidió,- no necesito detalles y te voy a pedir que no hablemos más de este asunto- solicitó.

-No pensaba hacerlo- manifestó.

 

La agente Scully decidió prestarle atención al trabajo antes de que todos se dieran cuenta que estaba más atenta a la conversación que sostenía con el agente Webster. Ella y el agente Kunimitzu ultimaron los detalles de la misión que realizarían los equipos que lideraban. Una hora después de la reunión salían del Centro para abordar un avión que los llevaría a México. Los iraquíes estaban usando a México como puente para el transporte de armamento de destrucción masiva, El Centro debía desmantelar dicha operación, confiscando las armas y aprehendiendo a los involucrados.

 

Uno de los puertos de Acapulco estaba siendo utilizado para embarcar y enviar las armas a Medio Oriente. El equipo Alfa y el Beta arribaron en Acapulco y medía hora después estaban en el puerto, estaba oscuro y en el puerto sólo se encontraba el blanco.

 

La mitad del equipo Beta avanzó primero, seguidos después por la mitad del equipo Alfa. Los disparos comenzaron a sonar y el resto de los equipos avanzaron para contrarrestar los ataques del enemigo.

 

La mitad de los enemigos habían sido detenidos, pero los otros estaban dando batalla y se negaban a rendirse. Llevaban balas rompe chalecos y varios agentes del Centro resultaron heridos, incluyendo a la agente Scully que fue alcanzada por una bala en el costado de su vientre, cayo al suelo no sin antes matar a quien le había disparado. El agente Krycek que estaba cerca fue en su auxilio.

 

Veinte minutos después todo había concluido, las armas fueron confiscadas y los enemigos detenidos, pero Dana Scully regresó a Washington con una herida que formaría otra cicatriz en su cuerpo.

 

El Centro

 

Los equipos Alfa y Beta arribaron al complejo de la organización, Tezka Kunimitzu se quedó dándole los detalles al Sr. Summers se quedó dándole los detalles al Sr. Summers mientras la agente Scully era llevada junto con los otros heridos al aérea de enfermería. El agente Krycek la acompañó, y aunque seguía molesto con ella, no se separó ni un instante de su lado. La agente se encontraba sobre una camilla a la espera de que un doctor la atendiera y en ese momento apareció la Dra. Bennedetty.

 

-¡Vaya Dana! Hace tiempo que no te veía acostada en esa camilla- dijo burlonamente.

-No te mofes y ayúdame con esto- le pidió cuando empezó a quitarse el chaleco que le empezaba a incomodar.

-Déjalo, yo te ayudo- se ofreció el agente Krycek.

 

La agente Scully levantó la espalda de la camilla quedando sentada en ella y con ayuda del agente Krycek se libró del molesto chaleco. La Dra. Bennedetty miró la escena con gracia y luego tomó el chaleco.

 

-Este hueco no lo hizo una bala común- expresó al mostrar sorpresa.

-Balas rompe chalecos- aclaró el agente Krycek.

-Lo que faltaba, que el enemigo ahora pueda atacarnos con mejores armas- se quejó preocupada y luego vio que la agente Scully volvía a sangrar por el costado.- Veamos esa herida.

 

La agente Scully volvió a recostarse en la camilla y la Dra. Bennedetty comenzó a estudiar la herida con concentración. El agente Krycek continuó allí, junto a la camilla.

 

-¿Es grave Dra. Bennedetty?- preguntó con ansiedad el agente Krycek.

-Solo fue un rasguño, unos cuantos puntos y estará como nueva- explicó la doctora.

-Pero esta sangrando mucho- justificó intranquilo el agente.

-Es menor la herida que el sangrado. Cuando la curemos y cerremos la herida dejara de sangrar- aclaró la Dra. Bennedetty para tranquilizar al agente.

-Estoy bien Alex- agregó la agente Scully y sin ella esperarlo él le tomo de la mano, la agente solo mostró una diminuta sonrisa.

 

El agente Kunimitzu entró a la enfermería y más atrás la agente Webster que comenzó a discutir con él por la misión, todos los presentes observaban atónitos la escena. Pero la Dra. Bennedetty estaba más centrado en la agente Scully y el agente Krycek y así le habló al oído la primera cuando el segundo miró discutir a los otros.

 

-Hacen bonita pareja, sin duda alguna- exclamó con una gran sonrisa y la agente Scully se sonrojó.

-Encárgate de tu trabajo Margaret, por favor- le pidió.

 

Tezka Kunimitzu y Rachel Webster continúan discutiendo frente a todos en la enfermería. Era un tremendo espectáculo la discusión que sostenían ambos agentes.

 

-Pero no me puedes reclamar que no haya estado dicha información en el perfil. No trabajo en investigaciones, no puedes hablarme de ese modos Kunimitzu. ¿Quién te crees que eres?

-Eres una observadora y como tal debiste preverlo- continuó reclamándole.

-¡Eres un idiota! Lo que quieres es justificar tu fallo y el de Scully- explicó.

-No es eso- intentó aclarar.

-Por supuesto que si- ¿Qué tengo que ver yo con todo esto? Y si fuera verdad ¿Qué? Todos fallamos aquí, tú, ella, Marcus y yo y me vale. No me culpes de las desdichas de los demás; lamento mucho lo sucedido, pero paso, ahora no intentes reclamarme sólo a mi.

-Webster, si conocías o tenías el dato tu deber era cederlo.

-¡Lo hice con un demonio!- le gritó iracunda.

-¿Segura? ¿Y por qué la enfermería esta llena de heridos?- preguntó.

-Vuelvo y te repito, la cedí según lo estipulado. Ya sabíamos lo de las balas, pero que tú y Scully no se lo hayan dicho a sus subordinados no es culpa mía- repitió.- Y que no se te olvide, yo solo observo y rindo informe al Sr. Bennedetty o a la Sra. Summers, no es a ti. Y si lo tengo que hacer, lo que hago a través del informe que le di a Labiorestaux, mi trabajo no va más allí- disertó enfadada.

-Webster yo no tenía ese dato- dijo la agente Scully con cansancio desde la camilla.

-No tengo que ver, ya dije- repitió.

-Bien, pues punto final ha todo esto. Nadie ha muerto, las armas fueron confiscadas, los iraquíes detenidos y para mi es caso cerrado. Ahora si quieren seguir discutiendo sobre el asunto, por favor háganlo en otro lado- les pidió con fastidió.

 

Los protagonistas de la discusión callaron, Dana Scully sabía poner orden en tales situaciones y mucho más cuando la perturbaban. Rachel Webster tomó la decisión de dejar el asunto para otro momento y salió de la enfermería antes de que sus deseos de ahorcar al agente Kunimitzu fueran más fuertes que su razón.

 

Por su parte, el agente Kunimitzu se cercioró con la Dra. Bennedetty de que los heridos estuvieran fuera de peligro y mostró especial interés en la agente Scully. A pesar de la competencia entre ellos, sabían cuando demostrar compasión uno con el otro.

 

Después de que la agente Scully fue curada y su herida le fueron dados los puntos requeridos y la Dra. Bennedetty la dejo libre después de haberla observado por una hora, decidió tomar rumbo fuera de El Centro; pero cuando ya le faltaban unos centímetros para llegar al ascensor que la llevaría hasta la superficie el agente Krycek la intercepto.

 

-Dana- se acercó a ella deprisa y la agente giró para verlo.- ¿A dónde vas?

-A mi casa- contestó, colocó detrás de su oreja un mechón rebelde.

-¿No deberías pasar la noche en la enfermería?- preguntó con interés.

-No, tan sólo fue rasguño. Es menos de lo que parece, sólo tengo descansar- explicó.

-Tienes razón- reconoció.- Antes de que te vayas quiero pedirte disculpas por mi comportamiento hacía ti- expresó apenado.

-Alex, yo ya había olvidado eso- aclaró, la herida le molestaba y se colocó la mano en el vientre.

-No debiste- le exigió.- Le falte el respeto al equipo, a la agencia y sobre todo a ti. Antepuse mis sentimientos sobre el trabajo y es algo que un buen agente no debe hacer- disertó contrariado.

-Cualquiera comete errores Alex- justificó.

-No un agente de El Centro- le recordó.- Estuvo mal a pesar de las bases, estoy herido, es común; pero el trabajo es primero.

 

A la agente Scully le tranquilizo el hecho de que el agente Krycek estuviera reconociendo su error. Aunque al parecer los sentimientos de él hacía ella aún existían y eso no le agradaba de buena manera.

 

Sin que ambos lo esperaran apareció por el pasillo la agente Hannigan y la agente Scully esperó a que su amiga no malinterpretara las cosas al verla con el agente Krycek.

 

-Dana, que bueno que te encuentro- expuso.- ¿Qué harás esta noche?

-Dormir- respondió con cansancio.

-Que bromista- expresó sarcástica,- hoy es Acción de Gracias; los superiores han retrazo las misiones de Praga y Puerto Rico 24 hora más, así que voy a ofrecer la cena en mi casa para un grupo selecto de nuestros colegas.

-¿En donde piensas conseguir una de cena de Acción de Gracias- consulto su reloj-…. a las tres de la tarde con pavo incluido, cuando tú ni siquiera sabes freír un huevo?- preguntó el agente Krycek.

-No seas idiota Alex- le insultó.- Un agente de El Centro consigue lo que quiere a la hora que quiera. Bueno Dana, estas invitada ¿Qué dices, iras?

-Me encantaría Alyson, pero no estoy en condiciones para divertirme. Lo siento- se disculpó.

-Pero tú herida no es grave- justificó.

-No, pero estoy tomando antibióticos y pastillas para el dolor, y por consiguiente no puedo tomar alcohol- aclaró.- ¿Y que es el día de Acción de Gracias sin una buena copa de vino?- le pregunto concienzudamente.

-Tienes razón, pero la cena será nada sin ti- dijo con tristeza.

-¡Por Dios! No soy el ser más divertido del mundo, lo sabes- llamó el ascensor y este abrió sus puertas inmediatamente.- Bueno, los dejos. Diviértanse- ella entró.

-Espera- el agente Krycek evitó que la puertas se cerraran.-¿Puedes conducir?

-Por supuesto- contestó.

-Tienes puntos en un costado, es una zona delicada. Será mejor que yo te lleve en mi auto.

-No- se negó,- no pienso dejar mi auto aquí. Yo manejo despacio y llegare bien, gracias Alex, hasta luego Alyson- volvió apretar el botón y el ascensor cerró sus puertas.

 

El agente Krycek quedo pensativo y la agente Hannigan lo miraba fijamente pensando en el papel ridículo que él estaba realizando junto a la agente Scully. Cruzó los brazos y comenzó hablar.

 

-Al parecer se te paso la rabia que tenías contra Dana- dijo con malicia y el agente Krycek sólo pudo darle una mirada de aburrimiento.-¿Iras a cenar a esta noche a mi casa?

-¿Tengo opción?- preguntó con desganó.

-Invitare a Marita- contestó.

-Excelente, paso buenos ratos con ella- comentó más animado.

-Pero no es Dana- afirmó ella.

-No, no es Dana- le secundo el agente Krycek.

 

Alexandria

Virginia

Noche

 

En el interior de un taxi amarillo Dana Scully aguardaba para tomar la decisión de bajarse del taxi y tocar a la puerta de Janet Krakovisch o si regresar a Georgestown a la soledad y frío departamento de la torre Asgard donde ella vivía. Tenía quince minutos allí y no se decidía.

 

Estaba descansada y la herida sólo le incomodaba, había llegado a Alexandria con la firme intención de pasar el día de Acción de Gracias con el Dr. Mulder, pero ahora ya no estaba tan segura.

 

El tarde que temprano se iba a dar cuenta de su estado de salud y ella no quería darle ninguna explicación. Estaba cansada de ello, pero en definitiva no quería pasar ese día festivo en total soledad. El taxímetro corría y ella se apretaba los guantes de piel.

 

Tomó la decisión y bajo del taxi después de haberlo pagado. El frío era infernal y ella se decía que viviría el momento y luego vería como resolvería los conflictos. Era algo que se decía desde el inicio de su relación con el Dr. Mulder. Subió las escaleras del pórtico victoriano de la residencia de Janet Krakovisch, con una mano tocó el timbre y en la otra llevaba lo que parecía ser un pastel. La puerta se abrió y detrás de ella salió el ser por el cual ella había enviado al Centro al diablo.

 

-¡Viniste!- celebró y la invitó a pasar.

-No me perdería esta cena por nada en el mundo- dijo al entrar.

-Lo mismo dicen los chicos.

 

Ambos rieron y él termino de saludarla con un ligero beso y ella volvió a sentirse más que feliz. Le ayudo a quitarse el abrigo con total caballerosidad y sostuvo el pastel mientras ella se quitaba los guantes y los dejaba en el bolsillo exterior de su abrigo que ya colgaba en un perchero al lado de la puerta.

 

-Vamos, los chicos están en la sala- comunicó con el pastel en la mano.

 

Siguieron hasta el salón amplio de paredes blancas, sillones crema y chimenea. Allí se encontraban los tres chiflados amigos del doctor la asistente y amiga de éste. Los caballeros al ver la flamante dama se pusieron de pie deprisa y a uno de ellos se le desencajo la quijada, el melenudo le ayudo a que la volviera a cerrar.

 

-Chicos, ella es Dana Scully- la presentó,- Dana, ellos son Langly…

-Hola- estrechó su mano con la de ella y ella sonrió.

-El es Byers…

-Es un honor Srta. Scully- dijo educadamente.

-Lo mismo digo- expresó ella.

-Y el es Frohike- concluyó.

 

La agente Scully extendió su mano para saludarlo. El se adelanto y con galantería beso la mano de la ella. La agente Scully se sintió incomoda al notar la mirada que le daba el amigo del Dr. Mulder.

 

-Al fin tengo el placer de conocer a la mujer que tiene más loco a Mulder. Eres toda una belleza- dijo seductoramente.

-Gracias- dijo sonrojada.

-Dana, ya conoces a Janet- prosiguió el Dr. Mulder.

-Por supuesto- la agente Scully se acercó a ella y amistosamente ambas se ofrecieron besos en las mejillas.

-Dana trajo un pastel Janet- le dijo el doctor mientras se lo entregaba a su amiga.

-Oh gracias Dana ¿te puedo llamar Dana?

-Claro, no hay ningún problema. Es un pastel de frutas- comunicó.

-Huele delicioso ¿Lo hiciste tú?

 

Ante la pregunta el Dr. Mulder empezó a reírse y la agente Scully lo miro ofendida.

 

-Janet, Dana no cocina- le aclaró.

-¿Y eso te da gracia Mulder?- pregunto.

-No, me da risa la pregunta de Janet- contestó.

-No le hagas caso Dana, Mulder es un tonto- explicó Janet al dejar el pastel sobre la mesa del café.

-Si, es cierto- afirmó la agente.

-Que bueno que ambas estén de acuerdo en eso- dijo irónicamente el doctor.

-Tomen asiento por favor, aun debemos esperar a Sarah y a Justin- aclaró.

 

La agente Scully agradeció mentalmente el ofrecimiento, la herida le estaba molestando más por estar de pie y las botas negras que llevaba no la estaban ayudando mucho. Tomaron asiento uno junto al otro.

 

-Mulder me comento que ustedes redactan un periódico llamado “La Bala Mágica”-empezó hablar la agente Scully interesada en conocer más los amigos del Dr. Mulder. Los tres chiflados asintieron.- ¿De que trata?

-De fenómenos paranormales- contestó Langly.

-Lo supuse- dijo convencida y miró al Dr. Mulder que se hacía la vista gorda e iba en dirección al bar.-¿Tiene muchos adeptos?- preguntó.

-Por supuesto que si- respondió Frohike.- Mulder ¿no le ha enseñado uno de nuestros ejemplares?- ella negó con la cabeza.- Entonces le mostrare uno, tal vez la lleve a ver la imprenta algún día.

-Me encantaría ¿Y trata algún otro tema este periódico?

-Habla sobre los secretos y proyectos del gobierno- respondió Langly.- Sobre lo que nunca sale a la luz- y la agente Scully se vio en la primera plana de ese periódico completamente expuesta.

-¿Y qué oculta el gobierno?- preguntó la agente Scully.

-Debería saberlo- pronunció Byers.- Trabaja en el.

-Yo se muchas cosas, pero no las que se supondría que tengo que saber- se defendió.

-Dana es agente antiterrorista y guarda muchos secretos- a ella no le gusto el comentario, pero lo dejo pasar cuando el doctor le mostró dos copas de vino.- ¿Blanco o tinto?

 

No debía tomar, como medico lo sabía, el alcohol y los medicamento no iban de la mano, pero odiaba despreciar una copa de vino y mucho más si la ofrecía el Dr. Mulder.

 

-Tinto- tomó la copa de vino rojo.- Gracias.

-De nada- expresó él al volver a tomar asiento junto a ella.

 

La asistente del doctor miró su reloj con impaciencia, se puso de pie, tomó el pastel y se fue a la cocina con él. Los demás permanecieron conversando a excepción de Frohike que miraba con total atención a la agente Scully que conversaba con el Dr. Mulder. Ella podía sentir dicha mirad que de cierta forma le incomodaba, pero lo entendía. El era un hombre con poca suerte en la vida, sobre todo referente a las mujeres.

 

Se escucho el sonido de la puerta y segundos después ruedas que se deslizaban por el suelo. Al salón entró Sarah O´Connell arrastrando el coche de un bebe. La agente Scully sintió que el tiempo se detenía.

 

Janet Krakovisch volvió al salón, saludo a su pareja y sostuvo al niño sacándolo del coche. Sarah O´Connell terminó de sacarse los guantes y el abrigo y el Dr. Mulder y la agente Scully se pusieron de pie; el Dr. Mulder se disponía a hacer la presentación del lugar, pero la coronel se adelanto.

 

-Agente Scully, es un placer verla de nuevo- le saludo, aunque veía en la agente Scully una nueva crisis para el doctor.

-Lo mismo digo coronel O´Connell- secundó ella.

-¿Se conocen?- preguntaron al unísono el doctor y su asistente.

-Así es- respondió la coronel.

-¿De dónde?- preguntó el Dr. Mulder.

 

Dana Scully estaba metida en un nuevo problema, del cual no iba a tener escapatoria. Las cosas se volvían a complicar para la espía internacional y sobre todo porque una de las allegadas al doctor la conocía lo suficientemente bien como para debelar su gran verdad.

 

Continuara…

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