Nombre del Fanfic: Shut Up

Capitulo: I

Autor: Luvi_trustno1

Dedicado a: Disclaimers: Mulder, Scully, 1013, Fox… Creo que todo está claro- 
 
Spoliers: Ninguno en particular, antes de la séptima, ignorando algunas cosas que nunca se aclararon por completo. 
 
Clasificación: Inclasificado. 
 
Nota: Este fic tiene algo de todo (incluyendo algunos NR-18, por lo que he escogido esta clasificación)y al final algo de nada. 
Lo dicho, este relato es un intento de reencontrarme con esta faceta de mi vida. 
 
"LO SAI QUE QUESTA STORIA FU LA NOSTRA UN ATTIMO... QUESTO E' PER TE, CI SARAI CON ME SEMPRE" 
 
 
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Clasificacion: Touchstone

Romance

Angst / Drama

Fanfic: For a second of your life  
tell me that it's true  
waiting for a sign  
it's all i want of you  
your heart hides a secret  
"the promise of what is"  
...or something more than this?  
 
More than this – the Cure 
 
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“Tengo dificultades para terminar el informe. Llámame cuando llegues” 
 
Dana Scully colgó el teléfono con la extraña sensación de que, dejar grabado ese mensaje en la máquina contestadora de su compañero, había sido una tontería. 
Cierto que tenía dificultades para terminar el informe, pero no porque no pudiera determinar la causa del deceso, los análisis toxicológicos eran más que esclarecedores. 
Era simplemente que no podía concentrarse. 
 
- ¡Maldición! 
 
Había pensado en llamarlo al celular, pero tuvo miedo. Miedo de encontrarse con que lo tenía apagado. También llamar a su casa y no encontrarlo le daba miedo, pero necesitaba saber. 
 
“¿Saber qué?” 
 
Lo real era que desde hacía una semana esta situación la estaba consumiendo. Ella podía presentir dónde estaba, si cerraba los ojos un par de minutos, era capaz de ver lo que sucedía en ese preciso momento, aún cuando no identificara los rostros. 
Demasiado confuso. 
Se estaba saliendo de control y lo sabía. 
Como también sabía que terminaría por consumirla irremediablemente… 
 
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Martes 1ro de Mayo. 
4.02 p.m. 
 
Descendió del taxi a prisa. Iba retrasada.  
Se acomodó la chaqueta de corte casual y acomodó un mechón de su cabello rojizo tras su oreja derecha. 
Después respiró profundo, intentando tranquilizarse. 
Había pasado casi un mes desde que él había sido enviado a Canadá a colaborar con una investigación de asesinatos en serie. 
La noticia la había sorprendido mucho y, aunque intentó tomarlo del modo más natural posible, sabía que esto no era sino un nuevo intento por distanciarlos. 
Y sabía que él era consciente de ello. 
De otro modo, jamás la hubiera invitado a dar aquel paseo, una tarde memorable en la habían decidido dejar de lado el trabajo y dedicarse a mirar el atardecer. 
De otro modo, aquella noche no hubiera dejado aquel mensaje en el contestador: 
“No sé si lo entendiste, pero tú eres uno de los motivos por los que yo regresaría aquí siempre” 
 
De eso había transcurrido casi un mes, un mes largo en el que dejaron de tener contacto. 
Nunca entendió por qué. 
Como tampoco entendía el por qué él había propuesto que se vieran en aquel centro comercial, esa tarde de su regreso, cuando lo más natural hubiera sido reunirse en la oficina o en alguno de sus departamentos, como lo hacían cotidianamente. 
Ahora caminaba hacia él que iba a su encuentro. 
 
- Hola –dijo ella tendiéndole la mano. 
- Hola –respondió él atrayéndola hacia si. 
 
La mujer rodeó con sus brazos el cuello de su compañero que la estrechó fuertemente durante unos minutos. 
 
- ¿Estás aquí desde hace mucho? –interrogó ella cuando al fin se separaron. 
- No, en realidad.-él sonrió- ¿Cómo estás? 
- Bien, bien. ¿Y tú? 
- Bien, sí... – él clavó unos instantes su mirada verdosa en ella, profunda- No trajiste tu auto…- observó. 
- Pues no, yo… estaba en casa de una amiga, cerca de aquí… 
- Bien… 
- Sí…Y… ¿qué quieres hacer? 
- No lo sé, ¿qué dices si damos un paseo? 
- Sí, claro… 
 
Cruzaron la avenida y doblaron hacia la izquierda por una calle menos transitada. Sin mirarla, él buscó su mano. Y ella, también sin mirarlo, se la dio. 
Y la notó algo húmeda. 
¿O era su propia mano? 
 
- ¿Qué tal el caso? 
- Complejo, en realidad. Tengo que mostrarte el expediente, porque es muy interesante desde el punto de vista médico. 
 
Continuaron de la mano, hasta que llegaron a una plazoleta. Se acercaron a las barandas que defendían una laguna artificial. El sol de la tarde se reflejaba en ella aún, débil. 
De pronto, él le tomó la mano y la atrajo hacia sí, lentamente y la rodeó con los brazos la cintura mientras ella se abrazaba a él, mientras escondía la cabeza en su regazo. 
Silenciosamente, los dedos masculinos comenzaron a deslizarse sobre el rostro de la mujer. 
 
- Esto es hermoso –musitó la mujer tratando de desviar la atención de su compañero hacia el ocaso. 
 
Pero supo enseguida que no había funcionado. 
Lo supo cuando sintió la mano masculina que recorría su espalda, cuando los dedos cálidos y temblorosos levantaron su rostro, cuando su mirada se encontró con aquella profunda, como el agua verdosa de un estanque. 
Y cerró los ojos, sintiendo como el aliento de él, con aroma a menta a causa de la goma de mascar, se mezclaba con el suyo propio. 
Y lo dejó entrar, explorar su boca, acariciar su lengua, suavemente al comienzo. 
Cuando se separaron, ambos sonrieron. Volvieron a tomarse de la mano y, en silencio, caminaron todavía un poco. Ella dejaba deslizar sus dedos sobre el blanco barandal. 
Se detuvieron. Empezaba a enfriar y la gente que aún permanecía en el lugar era muy poca, alguna pareja que, como ellos, buscaba alejarse de las miradas indiscretas. 
Sí, como ellos.  
Hoy eran una pareja. 
El hombre la sintió temblar y la rodeó con sus brazos, la estrechó contra su dorso y aspiró el aroma que emanaba de la nuca femenina. 
Luego la hizo girar, lentamente, sin que ella opusiera resistencia. 
Y volvió a besarla, suavemente, sosteniendo su rostro entre las manos.  
Pero pronto los besos delicados se hicieron urgentes, insaciables. Y las manos empezaron a descender, a reclamar su cintura, sus caderas, y aún sus glúteos, explorándola sobre las prendas. 
Si había alguien cerca ¿qué importaba? Ella se estrechó más al cuerpo de su compañero mientras se dejaba llevar por su locura. 
No quería pensar. 
 
- Te ves feliz –le dijo él cuando, por un instante, se separaron. 
- ¿Eso es malo? –interrogó ella dibujando con los dedos el contorno de los labios masculinos. 
- No, es sólo que estás… sonriendo… 
- Preocúpate cuando no lo haga… 
 
Él, definitivamente, atendió el consejo. Continuaron en ese cortejo hasta que cayó la noche y las luces de la ciudad se dejaron ver como estrellas cercanas. 
 
- Es mejor que nos vayamos –le dijo él. 
- No lo sé… me parece que es temprano aún… 
- Entonces ven a cenar a mi casa. 
- ¿Y quién va a cocinar? ¿Tú? 
- ¡Claro! 
- Oh, definitivamente acepto. Eso tengo que verlo…- ella sonrió abiertamente. 
 
Tomaron un taxi e hicieron el recorrido de la mano, en silencio. 
 
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- Ponte cómoda –dijo él al llegar- Necesito ir al baño. 
 
Sí, la atmósfera de familiaridad era tanta, que parecía un sueño todo lo que había ocurrido. 
Y, sin embargo, ella sentía que apenas podía respirar. 
Ni siquiera se atrevió a tomar asiento en el sillón de cuero, sólo lo miró, confundida. 
Así la encontró su compañero cuando regresó. 
Colocó las manos sobre sus hombros y ella se giró, sin brusquedad, lentamente, buscando su mirada. 
Y él volvió a besarla, a acariciarla sobre la ropa, mientras ella le ofrecía sus labios, su cuello, sintiendo acelerarse su respiro a medida que él se deshacía de su chaqueta, desabotonaba su blusa y la dejaba deslizarse sobre sus brazos mientras la acariciaba, mientras besaba sus hombros. 
Ella suspiró profundamente y él pareció dudar un segundo. 
 
- ¿Estás segura de que quieres continuar? – interrogó temeroso, clavando su mirada en aquellos ojos azules que ahora semejaban una mar tempestuosa. 
- Sí… 
 
Sólo fue un susurro, pero fue una invitación a caer en el infierno. 
Empezó a recorrer con sus labios el dorso femenino, se deshizo poco a poco de cada una de sus prendas y ella, a su vez, lo ayudó a deshacerse de las suyas propias. 
 
- Eres tan suave… - musitó él.- … tan blanca… 
 
Y la volcó sobre el sillón, la acariciaba con las manos, con los labios, con la lengua. Ella se contorsionaba bajo su cuerpo y eso le despertaba más el hambre de ella, el hambre de conocer sus rincones, sus secretos. 
Y ella le daba esa posibilidad, le daba señales, le enseñaba el camino. Podía sentirla acomodarse bajo él, buscando la posición adecuada, buscando su virilidad. 
Entrar en su mundo no fue fácil, la femineidad de ella oponía cierta resistencia. Pero eso lo incitaba más y cuando ya no pudo resistirlo, la embistió con cierta violencia. 
La escuchó gemir, quiso retroceder pero ella no se lo permitió. 
Y entonces profundizó su exploración, con cada movimiento se fundía a su cuerpo, más rápido, más fuerte… 
Hasta que al fin se desató la marejada… 
 
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Terminó de arreglarse el cabello con las manos, se miró unos instantes en el espejo y aspiró todo el aire que sus pulmones podían retener en esos instantes. 
“¿Qué he hecho?” –se volvió a preguntar. 
Apago la luz del baño y se dirigió al pequeño comedor, donde su compañero empezaba a servir la pasta. 
 
- Oh, ya estás aquí –se sorprendió un poco él al notar sus presencia en el umbral- siéntate, ponte cómoda- añadió jovial. 
 
Obedeció. En silenció, lo observó añadir la salsa blanca sobre cada plato, girarse en círculo para buscar los cubiertos, como si de pronto aquella cocina fuese ajena. 
Al notar que ella lo observaba, se acercó a su rostro y besó sus labios, rápidamente. 
 
- Come, se va a enfriar- dijo con una sonrisa. 
 
Ella asintió. Empezaron a comer. Los minutos transcurrían y el silencio reinante empezó a hacerse pesado, creciente, como un muro. 
Scully miró a su compañero. Quería romper el hielo, pero no sabía cómo. Quería que las cosas fueran como de costumbre, pero sabía que algo había cambiado. Pero cuánto… 
 
- ¿Qué? –dijo él al percatarse de la mirada de ella; en su rostro se pintó la sombra de una sonrisa. 
- Eso-dijo ella y al hacerlo tuvo que tragar la saliva- ¿Qué pasa? Estás demasiado pensativo… 
- ¿Te das cuenta de que ésto ha sido un poco… rápido?- luego miró a Scully arquear una ceja- Quiero decir… 
- Sé a lo que te refieres –dijo ella esbozando una sonrisa. 
- Es sólo que no quiero que las cosas cambien… 
- Lo entiendo –dijo ella y su mirada volvió a su plato de pasta. 
- No estoy seguro de eso…  
- ¿A qué te refieres? 
- ¿Qué es lo que entiendes? 
- Bueno, somos compañeros hace tiempo y ésto… 
- Crees que fue cosa de un momento… - ella no respondió, lo miraba- Scully, yo no meto a cualquiera en mi cama. 
- ¿Te arrepientes? 
- No, claro que no… ¿Y tú? 
- No… 
- ¿Qué es lo que esperas de ésto? 
- Yo sólo…-buscó su mano sobre la mesa- sólo quiero ser libre, poder manifestarme cuando quiera, donde quiera… 
- A excepción del trabajo- sonrió él 
- No lo sé- ella sonrió traviesa- puede ser interesante en determinado momento… 
 
Terminaron de comer y Mulder acompañó a su compañera hasta la puerta del edificio, donde un taxi ya la esperaba. La estrechó con fuerza entre sus brazos, la besó con ansia mientras dejaba deslizar sus manos nuevamente por el cuerpo de su compañera y sólo entonces la dejó partir, con una sonrisa. 
 

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Email del Autor: evanescence_xARROBAlycos.es