author = dana_x
Rating = williams_crib
Type = Humor
fanfic = CASA DE LOS MULDER
Washington D.C
11:30 a.m.
En el ambiente se notaban los nervios del día. Mulder y Scully corrían de un lado para otro, mientras Will los miraba divertido. Pese a tener 6 meses, era un niño muy despierto, y sabía que era un gran día para él, el día de su bautizo. Para sus padres, más para Scully que para Mulder, era importante que el niño estuviera bautizado, y ese día había llegado.
S: Mulder, ¿dónde están mis zapatos?
M: Scully ¡yo que sé! No me ocupo de tus cosas. ¿Has visto mi corbata?
S: Ah claro, pero yo si tengo que ocuparme de tus cosas ¿no? Está colgada detrás de la puerta de la habitación.
Se habían quedado dormidos, y estaban con el tiempo justo para arreglarse y salir hacía la iglesia.
S: Mulder, ¿y la toalla para limpiar la cabezita de William? ¿Sabes dónde la dejé?
M: Se la diste ayer a Mónica, ¿recuerdas?, la llevará ella a la iglesia.
S: Ah sí –los dos seguían corriendo de un lado a otro-.
RING RING RING
M: ¿Sí? –dijo casi sin aliento-.
MS: Hola Fox. ¿Qué tal? Nosotros salimos ya hacía la iglesia.
M: ¿Ya?
MS: Claro, queda media hora. ¿Todavía no estáis listos?
M: Casi. Maggie, te dejo, nos vemos en la iglesia. Adiós.
DING DONG
S: Mulder, el timbre –gritó Scully desde el baño-.
M: Ya lo oigo, no estoy sordo –replicó éste, y abrió la puerta-. Hola.
R: Hola. ¿Todavía así? O te das prisa o llegamos tarde.
M: Gracias Mónica, yo también te quiero –y se dirigió a la habitación-.
Sk: Creo que han pasado una mala noche –dijo Skinner divertido-.
D: O buena. Depende de cómo se mire –los tres rieron ante ese comentario-.
Mulder salió de la habitación con Will en brazos, ya vestido con su traje de bautizo, y se lo pasó a Mónica.
M: Hala, vete con tu madrina.
R: Hola Will, que guapo –y lo besó en la frente. El niño gorgojeó-.
M: Por cierto, Mónica, creo que Frohike quiere sacarte a bailar después.
R. Vamos, ni se le ocurra. Quiero a ese enano con gafas a 100 metros de mí, y si es necesario, pediré una orden de alejamiento.
D: ¡Qué exagerada! Con lo buen chico que es.
R: Sí, buenísimo –e hizo una mueca de asco-.
M: Sabes lo que pasa, es que ahora como Scully está casada conmigo, y ya es madre, pues la has sustituido como su nuevo icono sexual.
R: Pues que se compre una muñeca hinchable, pero que a mí me deje en paz.
S: Eres un poco dura, ¿no crees? –Scully había salido del baño y se unió a la conversación-.
R: No decías lo mismo cuando babeaba detrás de ti.
S: No la verdad.
R: Además, su forma de decir las cosas: “No te preocupes muñeca, somos capaces de todo” –dijo imitando la voz de Frohike-. Odio que me llamen muñeca.
Todos se echaron a reír, pero a Mónica no le hizo gracia.
Sk: ¿Están listo? Llegaremos tarde.
S: Sí, vamos.
Todos salieron cerrando la puerta tras de sí en dirección a la iglesia.
IGLESIA CUERPO DE CRISTO
12:08 p.m.
Llegaron ocho minutos tarde, pero cuando entraron, se dieron cuenta de que el cura todavía no había llegado. Margaret lo confirmó.
MS: Llevamos aquí un rato, y no hay signos del cura. EL monaguillo nos ha dicho que lo está llamando, pero que no coge el teléfono.
M: Vaya por Dios, tanto correr para nada.
B: Si fuera el padre McCue seguro que no nos pasaría esto.
S: Bill, no empieces. El padre McCue está delicado de salud, por eso hemos preferido no molestarlo. Caso zanjado.
El tiempo pasaba y el cura seguía sin aparecer. William se empezaba a mostrar inquieto, y los invitados paseaban nerviosos por la iglesia. Una hora y media después, el cura apareció.
C: Lo siento, me he retrasado un poco.
M: ¿Le parece que una hora y media tarde es retrasarse un poco?
S: Mulder, tranquilo. Está bien, ¿podemos empezar, por favor?
C: Claro, que se coloquen los padres y los padrinos.
Scully y Mulder se pusieron en pie, y cada uno a un lado, Skinner y Mónica, los padrinos de William. La ceremonia comenzó, pero Will seguía inquieto y no dejaba de llorar. Scully le metía el chupete en la boca, pero él lo rechazaba. El cura la miró exasperado.
S: ¡Es que tiene hambre! –respondió un poco avergonzada-.
C: Muy bien, déle de comer.
S: ¿Aquí?
C: Sí, aquí. ¿No le ha traído un biberón?
S: Sí.
C: Muy bien, pues déselo mientras continuamos.
Todos se miraron extrañados, pero Scully sacó un biberón de la bolsa que le había dado a su madre y se lo dio al niño. Éste enseguida se tranquilizó. La ceremonia siguió, aunque ahora el inquieto era Skinner, estaba nervioso por las “raras” miradas que le lanzaba el cura. Miró a su derecha, y vio que Mónica y Mulder sonreían. Ellos también se habían dado cuenta.
Por fin terminó, para alivio de Skinner y de los presentes, pues se había alargado demasiado. Todos se hicieron fotos con el protagonista, y se dirigieron a la casa familiar para la comida.
CASA DE LOS MULDER
15:18 p.m.
La comida transcurrió con normalidad. Todos charlaban con todos y el ambiente era relajado. De repente, Bill y Byers, se empezaron a encontrar mal, y fueron al baño corriendo.
T: Comieron demasiada salsa verde de ésta, y parece que les sentó mal. ¿Se puede saber que rayos es esto?
M: Salsa de aguacate.
MS: Pues parece que no estaba muy bien.
T: Los llevaré al hospital. Dana, cuidarás de Matt, ¿verdad?
S: Eso ni se pregunta, Tara.
T: Bien.
Los dos salieron y Tara los llevó al hospital. Ya habían terminado de comer, así que le tocaba el turno a la tarta. Scully puso música para amenizar la fiesta y todos se levantaron. Mulder salía de la cocina con la tarta, y tropezó con Matt que estaba escapando de Langly, con tan mala suerte que la tarta acabó en el vestido y la cara de Mónica.
R: Ahhhhhhhhhhhhhhhh, que asco.
F: Tranquila muñeca, yo te la quito a lametazos
Todos los presentes se rieron, hasta que PLAAAAAAAAAAAF, Mónica le dio un súper bofetón a Frohike, que se tocó la mejilla con dolor. Mónica se dirigió al baño echa un basilisco.
D: Odia que le llamen muñeca –le dijo riéndose. Esto volvió a provocar las carcajadas de los presentes-.
Dana le pasó a Will a su madre, y fue a ver como se encontraba Mónica. Ésta, estaba echa una furia y tenía lágrimas en los ojos de la ira contenida.
R: Dana, porque es tu marido, sino le pegaba un tiro.
S: No serías la primera –dijo casi en un susurro-.
R: ¿Qué?
S: Nada, déjalo. Anda trae, que te ayudo –y cogió una toalla y le ayudó a limpiarse el vestido-.
R: Y además, ese enano cabezón con gafas, ¿has oído lo que me ha dicho? No quiero que se me acerque, porque lo mato.
S: Tranquila, me ocuparé de eso –dijo divertida-.
R: Dana, a mí no me hace ninguna gracia.
S: No, no, ni a mí –respondió mientras se aguantaba la risa-. Ya estás, perfecta.
R: Sí, todo lo perfecta que se puede estar, cuando se tiene restos de una gran mancha de nata y chocolate en la mitad del vestido.
S: Y en el pelo.
R: ¿Qué? –y se miró al espejo--.
S: Por aquí atrás tienes restos. Anda, lávate la cabeza.
Mónica lo hizo, y una vez que se secó el pelo y se peinó un poco, las dos salieron del baño. Todos se las quedaron mirando cuando salieron, y Mónica se sentó sola en el sofá malhumorada.
Como se habían quedado sin tarta, tuvieron que comer los tres botes de helado de chocolate y vainilla que tenía Scully en el congelador. Como William se había quedado dormido, Dana puso una música más lenta. Skinner bailaba con Margaret, Mulder con Scully, Langly jugaba con Matt, Mónica seguía de mal humor en el sofá, y Dogget y Frohike conversaban en un rincón. Cuando Frohike se dirigió hacía Matt y Langly, Mulder se acercó a Dogget.
M: Dana, vuelvo enseguida.
S: Bien, voy a ver al niño.
M: ¿Qué pasa? ¿No estás muy solo? –le dijo a John-.
D: Sí, bueno.
M: ¿Por qué no la invitas a bailar? –señaló con la cabeza a Mónica-.
D: ¿A quién?
M: A la virgen María, no te jode. A Mónica, John, a Mónica.
D: ¿Para que me muerda? –hizo un gesto raro con las manos y sonrió-.
M: Creo que eres al único que nunca le haría nada. Anda, invítala a bailar, que sé que te mueres de ganas.
D: Hombre, tanto como morirme.
M: John, deja de hacerte de rogar y vete.
D: Está bien, ya voy –se alejó de Mulder y se acercó lentamente al sofá. Mulder observaba desde lejos-.
D: Hola. ¿No estás muy sola? –dijo al tiempo que se sentaba-.
R: Supongo.
D: Vamos Mon, alegra esa cara. Estamos de bautizo.
R: Ya, pero no ha sido uno de mis mejores días. Me han ensuciado el vestido, se me ha estropeado el peinado, y encima tengo que aguantar las burradas de Frohike.
D: ¿Es por eso que estás así? ¿Por el vestido y el peinado? Para mí estás preciosa incluso así, no es necesario que estés de punta en blanco –le dijo sonriendo-.
R: ¿No lo dices para que me sienta mejor?
D: No, de verdad, estás preciosa.
R: Gracias. Venga, vamos a bailar.
Se levantaron y se pusieron a bailar como el resto. Dana ya había vuelto, y ella y Mulder observaban a la pareja.
M: Hacen una bonita pareja, ¿verdad?
S: Sí, ahora sólo les falta un pequeño empujoncito.
M: Bueno, tal vez deberíamos ayudarlos.
S: Sí, ¿verdad? no vaya a ser que les pase como a nosotros.
M: Ja ja ja. Tienes razón. Nosotros hubiéramos necesitado ese empujoncito mucho antes.
S: Si, pero ahora estamos felizmente casados y con un precioso niño.
Los dos sonrieron y miraron a su alrededor. El sobrino de Scully estaba subido encima de Frohike e intentaba tirar del pelo a Langly, que escapaba corriendo. Margaret y Skinner hablaban animadamente sentados en el sofá, y Mónica y John bailaban muy pegados al ritmo de la música. Scully fue en busca del niño, y se volvió a situar al lado de Mulder. Frohike chocó con John, y sus labios rozaron los de Mónica. Los dos se echaron a reír y repitieron el beso, esta vez por voluntad propia.
M: Parece que el empujoncito que necesitaban fue literal.
S: Sí, pero les sirvió, según parece –Will gorgojeó con alegría-. ¿Verdad que todo está bien, Will?
M: Bueno, creo que al final todo ha salido perfecto.
S: Claro, si no contamos que nos hemos levantado tarde, el cura ha llegado hora y media tarde, que casi me obliga a darle el biberón en mitad de la iglesia, las miraditas que le echaba a Skinner, que mi hermano y Byers están en el hospital, y el pequeño incidente de la tarta, Mónica y Frohike, pues sí, creo que todo ha salido perfecto.
M: Bueno, dicho así, no parece el mejor día.
Scully se rió con ganas, mientras el pequeño Will le extendía los brazos a su padre para que lo cogiera. Desde luego, se lo contarían cuando fuera mayor, que fue el mejor bautizo que un niño puede tener.
FIN
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